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Urgente Así ha sido la victoria de Austria en el festival
Amaia, este sábado, durante su concierto en el Warm Up.

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Amaia, este sábado, durante su concierto en el Warm Up. Kiko Asunción / AGM

El Warm Up se rinde ante la evolución de Amaia

La de Pamplona deslumbra con un espectáculo lleno de emoción y sorpresas en una jornada donde M.I.A. naufragó y TheK's ejercieron de gran descubrimiento

Sábado, 3 de mayo 2025

Lo recuerdo como si fuese ayer. Y mira que han pasado ya la friolera de siete años. Qué vértigo. Acababa de arrancar 2018 y una buena parte de España andaba enganchada a Operación Triunfo, archiconocido formato televisivo que, tras resucitar después de algunas temporadas desastrosas, se encontraba en el mejor estado de forma desde sus inolvidables comienzos. Una segunda vida motivada por un estupendo plantel de concursantes donde destacaban nombres tan exitosos en la actualidad como los de Lola Índigo, Aitana o, ya hemos llegado, Amaia. Y fue precisamente esta última la que, aquella lejana noche de enero, firmó una de las actuaciones más impresionantes de la historia del programa, haciendo suya la brutal 'Shake it out' de Florence and the Machine y confirmando, además de una victoria incontestable, que estábamos ante una artista con una sensibilidad especial, distinta. La gota de arrebatadora intensidad que terminó de colmar el vaso de las expectativas. Pero, claro, faltaba el después, ese instante en el que las ovaciones se van apagando, los mandos cambian de canal, la industria recoge el guante con ojos inyectados en hambre y sed de éxito y los focos descienden a la espera de nuevo aviso. El momento en el que la etiqueta de 'triunfito' puede llegar a pesar como mil cadenas, los prejuicios se lanzan con el machete afilado y el público decide si seguir u olvidar. El término medio y la fama que nace de un día para otro no suelen jugar con las mismas cartas. ¿Qué hizo Amaia ante esta serie de bifurcaciones, campos minados y maremotos de atención masiva? Lo que le dio la gana. Así de sencillo. Así de complicado. Así de admirable.

Las prisas y urgencias para quienes las quieran. Los contratos que imponen y no dejan espacio para la calma en la creación para quienes compartan cama y colchón con la urgencia. Las cifras, estadísticas y algoritmos para quienes dejen a la canción en un segundo o tercer plano. La cantante y compositora de Pamplona tuvo la capacidad y decisión de coger las riendas de su carrera cuando alrededor todo eran voces, gritos, opiniones, consejos y órdenes para, a su manera y ritmo, confeccionar algo tan relevante e íntimo como unos primeros pasos. El resultado ha sido, siguiendo un orden cronológico, un delicioso debut ('Pero no pasa nada'), una secuela superior ('Cuando no sé quién soy') y la consagración definitiva con el reciente 'Si abro los ojos no es real'. Un maravilloso tercer trabajo que hasta la propia Amaia parece considerar su punto más alto hasta el momento si tenemos en cuenta la importancia que le dio en el repertorio con el que regresó a un escenario principal del Warm Up donde prácticamente estrenó su trayectoria post OT en 2019. Mismo lugar, distinta artista. La evolución, además de evidente, es deslumbrante. Los nervios de entonces son ahora pisadas firmes sobre las tablas. La tímida puesta en escena se ha transformado en una dirección artística llena de elegancia, equilibrio e ideas brillantes. Su garganta, eso sí, mantiene intacta su capacidad para derribar lacrimales, con la monumental 'Yamaguchi' al frente,y dejarnos con la sonrisa tonta pegada al rostro ('Bienvenidos al show'). Así, el concierto se fue desarrollando entre ejemplos de melodía radiante('Magia en Benidorm'), preciosos regresos a la raíz ('Auxiliar'), versiones impecables (sí, la piel se puede erizar con el 'Me pongo colorada' de Papá Levante), visitas al pasado de la mano, por ejemplo, del delicioso folk/pop de 'Quedará en nuestra mente', demostraciones de virtuosismo al piano ('C'est la vie', 'Nanai'), arpa ('Ya está') y danza, tremendo el taconeo flamenco en 'Despedida',y la confirmación absoluta de que 'M.A.P.S' y 'Tengo un pensamiento', son ya piezas esenciales dentro de su catálogo. Si en aquel lejano 2018 hubiésemos soñado con la artista que podría llegar a ser Amaia es posible que, para muchos, se pareciese bastante a la que es hoy en día. Grande sin estridencias. Única y libre.

Hablamos de un concierto tan formidable que hasta contó con la duración exacta para que diese tiempo a disfrutar del tramo final de la actuación que la banda madrileña Shego estaba ofreciendo en el escenario ENAE. No costó nada introducirse en lo que, a esas alturas, bien podía representarse como un torbellino de punk rock punzante donde la melodía cristalina y las cuerdas afiladas remaban en la misma dirección. 'Que muera el amor', 'Lucky', 'Te mataré', 'Curso avanzado de perra' y 'Vicente Amor'. Así, del tirón. Maite, Raquel y Charlotte reinando en la república independiente de la actitud y la bilis, el desahogo y el humo, el jodido presente y un futuro que es suyo. Bravo, bravas.

La cosecha de Alcalá Norte

Antes de esta dupla de conciertos de altos vuelos, el sábado había consumado una de sus citas más esperadas, Alcalá Norte, banda que se estrenaba en La Fica con su primer trabajo, de título homónimo, uno de los debuts más alabados, reconocidos y celebrados de los últimos años en la música española. Y con razón. Misterioso en su fondo, con unas letras fascinantes, y compacto en una forma que bebe de los inagotables mares del post punk y el pop/rock de herencia británica (y ochentera), hablamos de un disco que les ha lanzado directos a los grandes escenarios de decenas de festivales sin prácticamente pasar por la casilla de las salas. Así, el conjunto madrileño se bautizó en el Warm Up con el fervor de una parroquia de fieles ya asentada en la devoción. Si lo suyo es flor de un día es algo que solamente el paso del tiempo sabe, pero, si consiguen firmar próximamente temas tan rotundos como 'No llores, Dr. G', 'Westminster'o las coreadas 'La calle Elfo' y 'La vida cañón', los cuales sonaron en vivo con una potencia superior a la de sus versiones de estudio, mejorándolas en todos los casos, podemos ir olvidándonos de deshojar margaritas y empezar a tumbarnos cómodamente sobre la esplendorosa cosecha de Alcalá Norte.

El momento de Sexy Zebras

Ya que estamos en racha, ¿para qué parar? Sobre todo, si, como sucede con los siguientes protagonistas, los respiros, cuando se trata de darlo absolutamente todo, están de más. Sexy Zebras son puro fuego y sudor. Diversión y jarana. Salto y empuje. Ladrido e incorrección. Va, más fácil: rock and roll. Los temas de su último disco, publicado hace pocos días, 'Bravo', funcionaron bien, pero los golpes fulminantes hay que apuntarlos en la cuenta de 'Jale', 'Tonterías' y 'Nena', canciones del ayer que les han aupado como una de las bandas del momento. Llevarle la contraria al hype cuando llega acompañado de directos tan explosivos como el que el trío madrileño liderado por el carismático Gabi Montes firmó en esta séptima edición es un ejercicio tan absurdo como innecesario. Además, tienen un tema dedicado al Dios Charly García, amén, y despiden sus actuaciones al compás del 'All you need is love' de los Beatles. Hay que quererlos. Las agujetas del mañana se escriben con su tinta.

Caras y cruces

Y con M.I.A., otro de los grandes nombres internacionales de esta edición y cabeza de cartel destacado del sábado, llegó el bajón. Si bien es cierto que, a estas alturas de la película, diez años después de su último disco realmente notorio ('Maya'), la esperanza tampoco es que estuviera en su punto más boyante, uno podía imaginar, como mínimo, algo de potencia o interés por parte de la creadora del imprescindible 'Arular', pero todo quedó en un espectáculo anodino de pura reiteración. Mucho humo, algún que otro apunte vistoso gracias al apoyo del cuerpo de baile, un trabajo interesante de visuales, un total de cero instrumentos sobre el escenario, una desgana considerable por su parte, fuegos artificiales que rimaron con truco fácil, ligerísimos destellos de conexión, o quizá es que 'Paper planes' es una canción tan buena que disimula cualquier carencia, y pare usted de contar. Empezó diez minutos tarde y acabó diez minutos antes de lo anunciado. Pues bien, el encuentro con una de las grandes del hip hop contemporáneo se terminó haciendo (muy) largo.

Una cita bastante fallida que nos terminó empujando hasta el concierto de Barry B. Salimos ganando con el cambio. Planteado como una montaña rusa donde las diferencias entre lo urbano y el rock se difuminan entre estimulantes subidas y bajadas, el directo del arandino convenció tanto a los que ya forman parte de su barco como a los recién llegados a la orilla. Acompañado por una banda que entiende a la perfección el papel que le toca jugar y, todavía más importante, la manera en la que tiene que hacerlo en cada ocasión, Barry B dejó alguno de los mejores momentos del Warm Up 2025, con 'El efímero arte de perdonar' y el festejado cierre con 'Yo creía que me había tocado Dios' a la cabeza. A dos pasos y un disco de acceder a los primeros puestos de las grandes divisiones.

Antes de terminar, dos apuntes rápidos del sábado. Muy rápido, de hecho, en el caso de Fangoria. Digamos queel grupo de Alaska y Nacho Canut ha tenido noches mejores. O, al menos, con un sonido que permitiera escuchar o entender algo de lo que cantaban y tocaban sobre el escenario. Un lastre técnico que, pese a irse suavizando levemente con el paso de las canciones hasta alcanzar la solución casi definitiva en ese clímax final donde relucieron temas como 'Dramas y comedias', 'Ni tú ni nadie o 'No sé qué me das', provocó que muchos nunca terminásemos de entrar en el concierto. No ayudó tampoco la sensación general de déjàvu, el ritmo irregular de su primer tramo o decisiones tan cuestionables como el de un intermedio musical basado en un saxo volador interpretando un popurrí de temas de Adele, Amy Winehouse y David Guetta. En cualquier caso, funcionaron las canciones que siempre lo hacen y pasaron mucho más desapercibidas piezas menos inspiradas como 'Un poco todo' o 'Electricistas'. Al lado de los clásicos citados o canciones como 'Geometría polisentimental', 'El rey del glam' o 'Perlas ensangrentadas', bueno, es como comparar catedrales con rayos puntuales. En el lado contrario, el de lo inesperado y plenamente satisfactorio, encontramos a TheK's, quienes convirtieron el escenario ENAE en una especie de oda al rock británico. Ya fuera en sus arrebatos guitarreros más contundentes o cumpliendo en el complicado arte de la balada acústica, la formación de Earlestown, claramente bañada por la sombra de Paul Weller, TheKooks, Razorlight o incluso los Oasis más románticos, terminó siendo uno de esos felices descubrimientos que de vez en cuando nos proporciona el Warm Up, un festival cuyo regreso, como ocurre siempre que finaliza una nueva edición, esperamos con ganas. Desde ya.

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