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María Pelluz
ATALAYA UMU

La UMU analiza la relación de las conductas adictivas con la salud mental en los jóvenes

El investigador Jesús Javier García entiende que «el uso desmesurado de las tecnologías moldea unos nuevos patrones de conducta que chocan con la realidad y se traducen en problemas de adaptación»

S. Triguero

Murcia

Jueves, 8 de junio 2023, 23:52

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La salud mental ha dejado de ser un tema tabú. La sociedad ha abierto los ojos y ha comenzado a darle la importancia que merece. Los datos son reveladores. El pasado mes de mayo la asociación del Teléfono de la Esperanza daba a conocer que asistió entre los años 2021 y 2022 a 32.000 afectados por trastornos mentales en la Región de Murcia, cifra que revela que es un problema latente y que está más extendido de lo que pueda parecer.

Y aunque es ahora cuando la salud mental comienza a saltar a los foros de discusión y reflexión pública, son numerosos los expertos que llevan mucho tiempo investigando y advirtiendo sobre la necesidad de estructurar políticas de salud que faciliten el diagnóstico y tratamiento de todo tipo de trastorno mental y potencien a su vez la formación especializada.

En concreto, llama la atención el incremento de casos de trastornos de salud mental entre los jóvenes, consecuencia de una falta de adaptación vinculada a su vez a ciertas adicciones como el mal uso de la tecnología.

«La incapacidad para responder a situaciones de la vida real ha llevado a que crezcan los trastornos ansioso-depresivos»

Jesús Javier García Jiménez, profesor asociado de la Facultad de Psicología (Departamento de Personalidad) y miembro del Servicio de Psicología Aplicada de la Universidad de Murcia es especialista en el estudio de las adicciones, centrando sus investigaciones en los últimos años en las referidas a las tecnologías y en cómo influyó el confinamiento por la Covid en la salud mental.

Explica el investigador que «la adicción a conductas, no a sustancias, tiene unos patrones neuronales muy parecidos, donde la elevada concentración de dopamina en el cerebro es lo que provoca el placer por querer repetir la conducta adictiva». El uso desmesurado y descontrolado de las tecnologías por parte de los jóvenes genera una elevada concentración de dopamina, sin esfuerzo y de forma muy rápida, moldeando unos nuevos patrones de conducta que chocan con la vida real, pues apuntan a un deseo rápido, sin esfuerzo y que sea muy gratificante. Esto se traduce en una falta de adaptación de los jóvenes, que dejan de ser resilientes y buscar soluciones. «Crecen biológicamente, pero no en personalidad, pues estos patrones de conducta les hacen débiles y con pocos recursos para enfrentarse a retos habituales como los estudios, el trabajo, las relaciones de pareja, la economía...», asegura el docente. Y como consecuencia de esta falta de adaptación, los jóvenes se bloquean, responden de forma infantil e impulsiva, con una mala gestión de la frustración.

«Es la sociedad actual, la tecnología y el estilo de crianza a lo que lleva a estos jóvenes al 'infantilismo', a quererlo todo rápido y sin esfuerzo, y a la necesidad imperiosa de destacar en lo material. Esto lleva a estos jóvenes a estar continuamente en alerta, sufriendo y compitiendo para llegar a una meta inalcanzable, generando estrés, ansiedad, y depresión cuando no se alcanza. Y además sin recursos personales para el afrontamiento», resume el investigador.

Jesús Javier García. UMU

Jesús Javier García asegura que este incapacidad para responder a las situaciones de la vida real es lo que ha llevado a un incremento de los trastornos ansioso-depresivos entre los jóvenes. «cualquier dificultad la viven de forma desastrosa, sin manejo emocional. Y cómo han crecido en un mundo irreal donde todo lo veían fácil y posible, al llegar a la realidad se frustran y se sienten desbordados, pues ven que sin esfuerzo y habilidades no pueden alcanzar sus metas».

Evidentemente, la solución, tal y como indican los estudios de psicología aplicada en los que ha trabajado el docente de la UMU, apuntan a «la necesidad de enseñar a los niños/jóvenes a manejar las emociones, gestionar la frustración, motivarlos para que se esfuercen y adquieran habilidades útiles para la vida. En definitiva, que maduren tanto biológicamente como psicológicamente».

Jesús Javier García considera fundamental la labor de padres, familiares, amigos y docentes a la hora de detectar un problema de salud mental. «La clave siempre es la inadecuada gestión emocional, que puede llevar a ataques de ira, o altibajos emocionales, bloqueos, encerrarse en sí mismo, apartarse de amistades y familiares... Ante un comportamiento así, lo adecuado es actuar con la mayor celeridad, pues los trastornos mentales de este tipo, principalmente los ansioso-depresivos, además de ser relativamente fáciles de detectar, también son fáciles de solucionar si se cogen a tiempo».

Explica el investigador que «estos jóvenes, por un lado, necesitan sentirse comprendidos, y por otro, que estén dispuestos a realizar un nuevo re-aprendizaje de cómo afrontar la vida y la realidad».

Políticas preventivas

Indudablemente, los expertos señalan a la necesidad de aplicar políticas de salud mental preventivas, en muchos casos centradas en que la propia juventud maneje información acerca de estas patologías y conozca dónde tiene que acudir. «Conocer la sintomatología y los posibles recursos terapéuticos es fundamental para que ellos mismos puedan pedir ayuda. Cualquiera puede pasar por una mala racha y que no sepa cómo afrontarla, por eso es muy importante tener incorporada la ayuda psicológica como algo normal; no hay necesidad a un sufrimiento si tiene solución», confirma Jesús Javier García.

El investigador de la UMU asegura, en definitiva, que la educación, crianza y valores educativos deben girar en proponer experiencias de aprendizaje y madurez, donde prime la gestión emocional, las habilidades sociales, la autoestima y unas estrategias adecuadas de afrontamiento.

El problema añadido de las adicciones a drogas y la ludopatía

Diferentes estudios han demostrado que el consumo de drogas empeora el estado emocional por varios motivos: a nivel neuronal se genera un estrés muy elevado, afectando a los neurotransmisores y empeorando la actividad, lo que se traduce en mayores cuadros psicóticos, ansiedad y depresión; a nivel conductual las drogas generan conflictos y problemas que también afectan a la sintomatología ansioso-depresiva; y a nivel de autoestima, la adicción genera mayores niveles de desesperanza, ansiedad y depresión.

Por otro lado, factores como la ludopatía tienen exactamente los mismos mecanismos de acción que la adicción a sustancias. «Actualmente los jóvenes tienen la mente acostumbrada a un nivel de estimulación con las nuevas tecnologías, videojuegos y redes sociales que les hace propicio caer en la trampa de los juegos de apuestas. La ludopatía genera un estado emocional que genera adicción. Pero el problema es que el cerebro de los jóvenes ya está predispuesto a caer en la adicción por el mal uso de las nuevas tecnologías», asegura el investigador de la UMU Jesús Javier García.

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