Otro sistema de referencia
Son tremendamente valiosas las revisiones que sacan a la luz los nombres de mujeres que han sido borrados de la historia, dando así visibilidad a referentes femeninos
La semana que viene se celebra el Día Internacional de la Mujer, así que me van a permitir que empiece hoy mismo con mi homenaje ... a las mujeres que, de una forma u otra, han participado en la construcción de un mundo mejor que el que me hubiera tocado vivir si llego a nacer apenas unas décadas antes. Seguimos vuestra estela.
Precisamente hace unos días debatía sobre los múltiples caminos del feminismo, porque, evidentemente, los itinerarios por los que discurre esta revolución son tan diversos como los hombres y las mujeres que los transitan, y las acciones podrán ser reivindicativas, propositivas, ácidas, incómodas, amables, acusadoras, fogosas, reflexivas, vehementes, empáticas, pero siempre tienen un mismo objetivo, erradicar los condicionantes socioculturales que se imponen en función del sexo. Y, como ya he comentado en más de una ocasión, uno de esos condicionantes es, sin lugar a duda, el relato histórico sobre el que levantamos nuestra imagen de la humanidad y, por tanto, el contexto en el que ubicamos nuestras existencias.
En este sentido son tremendamente valiosas las revisiones que sacan a la luz los nombres de mujeres que han sido borrados de la historia, dando así visibilidad a referentes femeninos sobre los que apoyar nuestras expectativas. Pero hay una perspectiva que me interesa aún más si cabe y es la que se está incorporando en la de la historia del arte y la arquitectura al incluir, dentro de la loable hazaña de la creación, el rol imprescindible de las personas que la han promovido pues, sin los encargos, la complicidad y el adecuado apoyo material e intelectual, pocas obras maestras se habrían producido.
Precisamente en esta línea se enmarca un breve pero interesantísimo capítulo del libro de Zaida Muxí, 'Mujeres, casas y ciudades. Más allá del umbral', en el que subraya el mérito de las mujeres promotoras dentro del progreso de la arquitectura. Mujeres que no pudieron permitirse ser vanguardistas y llevar vidas tradicionales, sino que tuvieron que cuestionar los privilegios vigentes y romper con los modelos imperantes para emanciparse y participar de la vida pública más allá del hogar. Y desde esta posición, por ejemplo, en los siglos XIX y XX su papel como clientas fue fundamental para construir espacios de vida profundamente novedosos. Esto explica que muchas de las obras cumbre de este periodo en el ámbito de la vivienda hayan sido encargos de mujeres que encabezaron grupos de convivencia diferentes a la familia tradicional, provocando así la mutación del espacio doméstico y obras tan míticas como la casa de Truus Schröder en Utrecht. Un prototipo de vivienda burguesa que, para dar respuesta a su situación de viuda joven con tres hijos pequeños, planteó cuestiones de fondo como la eliminación de las jerarquías espaciales, la flexibilidad o la autonomía de todos los miembros de la unidad familiar.
Otra iniciativa reciente en este sentido es el itinerario propuesto por la profesora de la Universidad de Murcia, Noelia García Pérez, que se encuadra dentro del ambicioso proyecto El Prado en Femenino. En este caso, frente a algunas de las obras más emblemáticas de los siglos XV al XVII se sitúan unos textos a partir de los cuales, las reinas, princesas, regentes y gobernadoras que miramos dejan de ser exhibidas como objetos para ser mostradas como sujetos protagonistas de los mecenazgos y las iniciativas que contribuyeron de manera incuestionable a levantar las extraordinarias colecciones del museo. De esta forma la información que recibimos de las obras profundiza en los motivos y las circunstancias de su creación lo que nos permite descubrir y valorar el magnífico impacto de estas mujeres en la historia del arte.
Con todo esto lo que me gustaría transmitir es que la revolución feminista no se limita a completar el sistema incorporando a las mujeres, sino que busca cambiarlo, y para ello es imprescindible reestablecer los puntos de referencia, así como aceptar que la épica de las heroicidades deje espacio a las crónicas de la cooperación.
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