El germen del mundo de Gaya
'La silla', quizá el primer óleo del artista, pintado cuando tenía 12 años, cumple un siglo. Fue el primero que dona a la ciudad
Sebastián Gámez Millán
Doctor en Filosofía
Martes, 10 de octubre 2023, 00:37
En el verano de 2022, durante mi segunda visita al Museo Ramón Gaya de Murcia, una pieza pequeñita fue una de las pinturas que captó ... más poderosamente mi atención, 'La silla' (1923), quizá el primer óleo del artista, con unos 12 años. Y el primero que dona a la ciudad de Murcia y con el que se abre el Museo que lleva su nombre. Ahí se encuentra ya en germen el mundo que desplegará a lo largo de casi un siglo de vida consagrada al trabajo y a la creación. Recordemos su precoz vocación: con apenas 10 años abandona la escuela con la voluntad de dedicarse en cuerpo y alma a la pintura y a la escritura.
Si bien el título resalta la importancia de uno de los elementos que aparece, la silla, la composición abarca una vista parcial y fragmentada de una habitación, con dos pinturas sobre una pared y lo que parece un lienzo vacío debajo. Al lado, un ventanal con una de sus hojas abiertas. No es sólo la luz que necesita el pintor que se sienta en la silla de enea a trabajar: es la luz sobrevenida de la creación, es decir, aquello que desconocíamos y no esperábamos, y sobreviene de súbito durante el proceso de creación. Algunos lo han llamado inspiración, según Baudelaire, «un subterfugio de zánganos; en el fondo sólo hay trabajo, trabajo y trabajo».
Por tanto, se trata de un interior. Aunque pintó paisajes, Gaya es sin duda más un pintor de interiores que de exteriores, de recogimiento que de sensaciones. Y otra de sus reconocidas huellas serán los homenajes o ecos, esos humildes altarcitos, el diálogo inter-figurativo con otros artistas admirados, desde Velázquez a Tiziano, desde Vermeer a Van Gogh, desde Rembrandt a Picasso. Sin ir más lejos, de hecho, esta silla me recuerda a las sillas que Van Gogh pintó en 1888, una más luminosa y cálida y otra, la de Gauguin, más apagada y triste, como si subrayara mediante el color la ausencia.
Es más de interiores que de exteriores, de recogimiento que de sensaciones
De los muchos y buenos poemas que le han dedicado a Ramón Gaya tantos poetas (Jorge Guillén, Luis Cernuda, Juan Gil-Albert, Tomás Segovia, Francisco Brines, Andrés Trapiello...), quiero concluir esta nota con un fragmento de 'La espera' (Homenaje a Ramón Gaya), de Eloy Sánchez Rosillo, además de uno de los principales organizadores de la exposición con la que se comenzó a recuperar su legado artístico, uno de los más singulares poetas vivos de nuestra lengua:
«Hay mucha luz en el estudio, y se diría que las cosas / que ha ido el amor reuniendo en esta habitación / están aquí en su sitio, como acompañando gustosamente con su silencio inanimado al hombre / que ahora abandona la ventana y se acerca despacio / a ese lienzo aún vacío, a los pinceles / que aguardan el instante de dejarse llevar con mansedumbre / por una mano limpia y conocida».
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