Pedro Cano, feliz por el éxito de público en Madrid de su muestra 'Siete'
La sala Casa de Vacas, en el Parque del Retiro, acoge uno de los trabajos más singulares del pintor blanqueño, que ya pudo verse en Murcia en 2019
Le gusta recordar al pintor blanqueño Pedro Cano –«soy un 50% hombre de pueblo y otro 50% hombre de gran ciudad»–, lo que un santón ... indio le recomendó en la ciudad rosa de Jaipur, que «para ser feliz tenía que seguir tres de sus consejos». Y el último de ellos fue el que más curioso le resultó: «Trabaja hasta que tu cuerpo lo soporte». «Aparentemente», reconoce el artista, «ciertos oficios no conllevan grandes esfuerzos físicos, pero es un gran desafío afrontar día tras día, con ilusión, el pedazo de mundo que tenemos delante y que intentamos remendar o dibujar con nuestras manos». Él, a sus alucinantes 79 años, no deja de pintar, como tampoco de estar alerta a no dejarse arrebatar ni los sueños, ni sus enormes curiosidad e ilusión. Estos días está «feliz», comprobando el éxito de visitantes de la exposición que lo ha llevado a Madrid, 'Siete', que permanecerá abierta en la sala Casa de Vacas del Retiro hasta el próximo 22 de octubre. 'Siete', uno de los trabajos más personales, poéticos e inquietantes de toda su carrera, está compuesto por los trípticos titulados 'Juego', 'Trabajo', 'Bicicletas', 'Interior', 'Salto', 'Espera' y 'Cargo'.
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La primera que se mostró en público esta exposición, también convertida entonces en un gran éxito de visitantes, y que estuvo coordinada por Rosa Miñano, fue en 2019, en la sala Verónicas de Murcia. Cano ya mantuvo un fructífero reencuentro con Madrid, la ciudad en la que estudió Bellas Artes –con Antonio López y Juan Barjola entre sus profesores–, en 2021, cuando la histórica Sala de Bóvedas acogió los 20 óleos sobre tabla de gran formado de su muestra 'Identidad en tránsito'.
'Siete', donde la ausencia de color va paralela a su descarnada intimidad, tiene su corazón puesto al servicio de la denuncia pacífica del drama humanitario de los migrantes ilegales, de los desposeídos y el derrumbe moral de una sociedad en crisis, pero en la muestra también hay espacio para los recuerdos de infancia, el misterio de la belleza y el rostro más valiente de la existencia, que tiene la expresión de la solidaridad.
«En las obras de 'Siete', los protagonistas humanos quedan a menudo suspendidos en una atmósfera enigmática, casi gobernados por un destino ineluctable que determinará su futura y desconocida suerte», indica su amigo Pio Baldi, presidente de la Pontificia Accademia dei Virtuosi al Pantheon, de la que Cano es miembro. Baldi tiene razón: «El grandioso blanco y negro, con la multitud de grises 'chiaroscurati', otorga al conjunto un áurea contemporánea solemne y magnífica». Baldi también destaca que «los trípticos están formados por una serie de partes que, como las tesela de un mosaico, llegan a componer una única y gran obra, emocional y evocadora, en la cual todas las piezas son igualmente indispensables para definir el sentido de la composición».
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«Jugar es el más bello de los inventos humanos para relacionarse, aprender y crecer»
Ante su tríptico 'Bicicletas', el pintor recuerda que «Vittorio De Sica emocionó como pocos directores con una historia periférica donde la bicicleta era la protagonista ['Ladrón de bicicletas' (1948)]». «A la bicicleta y a la rueda como parte esencial del desarrollo de la humanidad he dedicado este tríptico», informa.
Relacionarse, aprender, crecer
El artista –«sé que es inútil huir de uno mismo porque ¿dónde te vas a esconder de ti mismo?»–, reconoce, ante las tres piezas de 'Jugando', que «jugar es el más bello de los inventos humanos para relacionarse, aprender y crecer». Él, que ha pintado a unos niños jugando en la playa con la arena, «donde el tiempo se encoge o se dilata con una autonomía propia», afirma que «nadie ha pintado a los niños jugando junto al mar como lo hizo Soroya». Por eso, «el blanco y el negro me ayudaron a despegarme del extraordinario pintor valenciano».
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Nada de juego, sin embargo, hay en el tríptico 'Salto', que es demoledor: hombres que huyen saltando vayas y alambradas, jugándose un futuro con el que sueñan. «Han vigilado el escenario que les rodea», describe Cano. «Han observado las dimensiones de las distintas celosías que a modo de cortinas les separan del objetivo» y «como en una cucaña peligrosa llegaron hasta arriba y desde allí esperan a dar el salto». Sí, «va a ser difícil, pero el riesgo se impone a la miseria dejada atrás», precisa el artista, quien se reconoce afortunado por haber llevado «una vida muy apasionante».
«En las obras de 'Siete', los protagonistas humanos quedan a menudo suspendidos en una atmósfera enigmática» (Pio Baldi, presidente de la Pontificia Accademia dei Virtuosi al Pantheon)
En 'Cargo' unos desgraciados reciben la ayuda de sus prójimos. «A veces nos lamentamos con la carga cotidiana que nos da la vida», indica. Y, también a veces, «otras vidas cargan con fardos humanos que transportan a lugares supuestamente más seguros». Solidaridad y heroísmo anónimos. Son obras que agitan.
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'Interior', otro de los trípticos de la muestra, que para Madrid ha contado con el añadido de bocetos y otras pequeñas creaciones, adentra al espectador en un misterio abrumador, bellísimo como lo es un desmayo cuando te libera de un dolor extremo y te salva la vida. Interior con cuerpo desnudo de mujer. Uno y todos los cuerpos de mujer...; ahí están reflejados, admirados, todos los cuerpos que aman y padecen, enloquecen, huyen, abrazan, se odian, se miman, se retan. Mi cuerpo te dejo, mi cuerpo te doy.
Cano ha pintado el interior de un sueño, de unas ruinas, de una casa que quién sabe las carcajadas que acogió en los días de celebración, o cuántos recién nacidos llenaron de llantos sus estancias... Nuestra memoria está habitada por las brumas. Las brumas no dejan ver la herida. Fuera de ti, fuera de esta calle estrecha, de esta casa deshabitada o apenas habitada por el recuerdo de lo que un día fuiste, la vida prosigue su paseo.
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No es cómoda de ver esta exposición de Pedro Cano, 'Siete'. No es amable, no rema a favor de dejarse arrastrar por las obras hacia el territorio del puro placer estético sin más. No, no encierran las obras aquí expuestas, a modo de una sagrada procesión de hombres y mujeres dignísimos, con sus cruces del siglo XXI a cuestas, un bullicio de lavanda recién cortada, ni un desfilar de riachuelos de agua fresca, ni un baile de domingo en el que se aman los jóvenes, y las calles y plazas se llenan de besos, deseo y repicar de campanas en favor del gozo.
'Siete' ha sido comisariada por Enrique Gómez y coordinada por Raquel Vázquez-Dorero. Patrocinada por el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad Autónoma de Murcia, ha sido montada por Pepe Gómez, con la colaboración de Mari Carmen Sánchez Rojas y Ainoa Gambín, y cuenta con un catálogo con el sello del diseñador José Luis Montero.
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