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Francisco Ojados
Lunes, 21 de abril 2025, 20:46
El ovalado ruedo de las Arenas de Arles acogía este lunes su última corrida de la Feria de Pascua. Se lidió una corrida de toros ... del hierro de Virgen María, el sexto extraordinario, sirviendo el tercero y cuarto y sin fuerzas ningunas el lote de Paco Ureña. El resultado del festejo fue el siguiente: Miguel Ángel Perera, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras dos avisos; Paco Ureña, palmas tras aviso y silencio tras aviso; y Fernando Adrián, oreja y dos orejas.
Abrió plaza Miguel Ángel Perera, con un primer toro flojo. Perera tiró de temple y técnica en una laboriosa y larga faena, buscando las distancias para poder ligar los muletazos, con el astado defendiéndose. Unas manoletinas, de frente al toro, pusieron broche a su primera actuación, culminada de pinchazo y estocada trasera. El público agradeció su empeño con una ovación. El cuarto fue un buen toro de Virgen María, al que Perera le realizó una faena larga e intensa, con un inicio espectacular, de rodillas, citando de lejos para cambiar el viaje del toro por la espalda. Luego, las tandas, sobre todo con la diestra, fluyeron muy ligadas y el final, con el torero en las cercanías, fue de torero valiente. La espada le privó de pasear un trofeo y dio una calurosa vuelta al ruedo.
El lote de Paco Ureña fue imposible para el triunfo. Ambos tuvieron nobleza pero no tuvieron un mínimo de fuerzas para que las faenas del lorquino pudieran llegar con emoción a la grada. Al segundo de la tarde lo saludó con buen tono Ureña a la verónica y apenas se picó. Brindó el de Lorca al público en su regreso a Arles. Comenzó con ayudados por alto su labor muleteril y ni así aguantó el toro, que perdió la estabilidad. Ureña fue cuidando al animal y, sin prisas, fue construyendo una faena basada en la suavidad y el temple, virtudes para que el noble astado durara. Pinchó antes de cobrar la estocada, y el de Lorca fue aplaudido. Similar fue la historia del quinto, astado que se frenó de salida en el capote de Ureña y empujó en el caballo hasta derribarlo y recibir un fuerte segundo puyazo. Ahí se acabó. Ureña lo intentó todo en la faena de muleta, que inició con doblones enseñando los caminos al toro. Sin embargo, no hubo más poder en el animal, que no tuvo emoción alguna, pese a que el lorquino dibujó muletazos despaciosos con buen trazo. Mató de una casi entera de la que tardó en doblar el de Virgen María.
Fernando Adrián se había hecho presente en un quite por saltilleras al segundo de la tarde. Cortó la oreja del toro de su presentación en Arles, un colorado que embistió muy bien por le pitón derecho, con humillación y largura. Lo aprovechó Adrián, al que le valen casi todos los toros, en series muy ligadas y mandonas que derivaron en un final en la corta distancia, arriesgando en un cierre por bernadinas de ajuste extremo. Un pinchazo, antes de la estocada trasera y tendida, no impidió que el público pidiera el trofeo. Al sexto, como a su primero, lo toreó bien a la verónica. Este fue un gran toro, que tomó dos puyazos empujando con alegría en el caballo y se empleó con bravura en una magnífica faena de muleta de Fernando Adrián, iniciada de rodillas en el centro del anillo, y acabada con el torero metido entre los pitones. Como, además, mató de un estoconazo paseó las dos orejas, erigiéndose en gran triunfador de la tarde y saliendo a hombros de un escenario incomparable como el anfiteatro romano de Arles.
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