Dúos con elixir (IV): «Mes long cheveux descendent» de Pelléas y Melisande
A principios del siglo XX irrumpió en el género operístico el modernista Claude Debussy (1862-1918) con la presentación en París en 1902 de Pelléas ... y Melisande adaptando discretamente el texto del belga Maurice Maeterlinck, dramaturgo nacido en el mismo año que él.
En esta ópera, Debussy profundizó en el misterio de los procesos mentales y en la atmósfera que rodea a los personajes, sin importar tanto los aspectos narrativos, escénicos o vocales. Así, uno de los alicientes para el oyente de Pelléas y Melisande, es poder retornar al mundo irreal de la infancia donde son innumerables las preguntas sin respuesta y nos privan de la voluntad para hacer lo que queremos.
Nadie en esta ópera sabe quién es quién ni en qué lugar exacto transcurre la acción. Debussy y Maeterlinck nos trasladan a la Edad Media, donde la joven Melisande, de procedencia desconocida, es hallada en un oscuro paraje del bosque por Golaud, nieto del soberano del inexistente reino de Allemonde, que convierte a la misteriosa mujer en su esposa, sin que sepamos el grado de consentimiento de Melisande. Cuando la bella joven conoce a Pelléas, hermano de Golaud, surge el amor entre ellos, sin que sepamos, ni nosotros mismos ni el propio Golaud, si finalmente llegan a cometer adulterio. Pelléas y Melisande sienten miedo a amarse, a acariciarse, a recibir los rayos del sol e incluso a respirar. Algo misterioso gobierna el destino de dos enamorados que están atrapados en un mundo irreal. Los sentimientos y los pensamientos de Pelléas y Melisande cobran más protagonismo que la normal atracción física de dos jóvenes que se aman, muy en la línea del impresionismo musical del compositor francés.
El texto de Maeterlinck y la música de Debussy crean un misterioso cuento de hadas con joyas que se pierden, largos cabellos que se lanzan desde una torre, inexpugnables y elevadas murallas o subterráneos pasadizos que recorren un mundo simbólico en el que nadie escapa a su destino.
El dúo que les propongo tiene lugar en la primera escena del acto tercero de Pelléas y Melisande, cuando la protagonista peina su cabellos desde una ventana del castillo y llega Pelléas impresionado por su belleza. Cuando las trenzas de la joven lo rodean, el príncipe vive un intenso clímax pasional:
¡Tus cabellos, tu melena desciende hacia mí!
Toda tu cabellera, Melisande
¡toda tu cabellera, está cayendo por la torre!...
La tengo entre las manos, la tengo en la boca...
La tengo en los brazos, me rodeo el cuello con ella...
¡Esta noche no volveré a abrir las manos! […]
¡Jamás he visto cabellos como los tuyos, Melisande! […]
Esta noche eres mi prisionera, toda la noche, toda la noche...
Este dúo de Pelléas y Melisande, nada convencional en la ópera tradicional, nos descubre el hipnotismo y el misterio de la música de Debussy, especialmente en esta versión de la Filarmónica de Berlín bajo la batuta de Herbert von Karajan y las voces de Frederica von Stade (Melisande) y Richard Stilwell (Pelléas).
Como dice Paul Henry Lang en su obra «La experiencia de la ópera»: «La belleza transfigura y ennoblece todas las cosas en su camino. En el impresionismo, la belleza no está localizada, ni tampoco existe la fealdad, porque en este arte, todo se vuelve bello si se contempla y se escucha adecuadamente».
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