Han pasado muchas reinas por la historia de la ópera. Unas fueron muy reales y otras muy imaginadas, pero todas ellas fueron coronadas en escena con bellas músicas de contrastada calidad.
De la pluma de los grandes maestros brotaron deliciosas arias entre las que destacan la Reina Dido (Dido y Eneas; Purcell), la Reina de la Noche (La flauta mágica; Mozart), Lady Macbeth (Macbeth; Verdi), la Reina María Isabel de Borbón (Elisabetta al castello di Kenilworth; Donizetti), la Reina Ana (Anna Bolena; Donizetti), la reina María (Maria Stuarda; Donizetti) y la Reina Roxana (Król Roger; Szymanovski), entre otras.
Una mención especial tendría la Reina Isabel I de Inglaterra ya que ha sido protagonista en al menos tres interesantes óperas: 'Elisabetta, regina d´Inghilterra' de Rossini, 'Roberto Devereux' de Donizetti y 'Gloriana' de Britten.
A pesar de que el músico de Bérgamo escribió para las tres reinas inglesas la conocida tetralogía Tudor (Elisabetta al castello di Kenilworth, Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux), éste pierde parte de su protagonismo durante estos días ante la figura del compositor inglés Benjamin Britten (1913-1976), que mantuvo una especial relación con la Reina Isabel II de Inglaterra, recientemente fallecida.
Gloriana es la ópera sobre Isabel I que fue creada por Britten sobre el libreto de Willian Plomer y fruto de un encargo personal de la Reina Isabel II para su festejar su coronación. El 8 de junio de 1953 había gran expectación en la Royal Opera House de Londres ya que hacía más de 200 años que en Inglaterra un monarca no asistía a la ópera. El argumento de la obra se centraba en la relación de la Reina Isabel I con el conde de Essex, Roberto Devereux. La obra no fue del agrado de la Isabel II por la forma de describir el carácter de su antecesora de la dinastía Tudor, ni tampoco gustó mucho a los críticos musicales de la época.
Isabel I era conocida como Gloriana porque así se llamaba el personaje que ideó para ella el poeta Edmund Spenser y también fue llamada la Reina Virgen por su celibato no religioso y no haber tenido descendencia. Este fue el motivo por el que uno de los estados de América del Norte recibió el nombre de Virginia en su honor.
Gloriana no tuvo mucho éxito y se representó muy poco. El día del atentado de Dallas que acabó con la vida de Kennedy, Britten celebraba su cincuenta cumpleaños con la reposición de esta ópera en la versión de concierto. Diez años más tarde, el compositor que acabada de terminar la ópera Muerte en Venecia, es operado urgentemente del corazón y se complica con un edema cerebral. Las secuelas resultantes repercutieron notablemente en su capacidad de autonomía debilitando su creativa mano derecha y limitando sus movimientos hasta el punto de necesitar de la ayuda de una silla de ruedas.
El estado físico y anímico de Benjamin quedó muy deteriorado y la Reina Isabel II decidió estimular su imaginación para que siguiese componiendo música. Para ello, inicia una relación epistolar con el maestro y le hace un encargo privado sobre una obra. Estas cartas, que están custodiadas por la biblioteca Britten-Pears de Suffolk, están manuscritas por la propia reina, lo que no era nada habitual ya que éste era un cometido de una de sus damas de honor.
La solicitud de Isabel II se debía a motivos familiares ya que estaba preparando el 75º cumpleaños de la Reina Madre: «Querido Ben […], mi petición no es como reina, sino como hija […], Por favor, inténtalo», fueron sus palabras. Como se pueden imaginar, Britten aceptó de inmediato pero declinó componer una sinfonía por su extensión, sugiriendo unas canciones para voz y arpa basadas en poemas de Robert Burns. Sin duda, tuvo en cuenta el hecho de que la Reina Madre era escocesa y que unas canciones breves basadas en estos textos podrían ser de su agrado.
Isabel II y Britten siguieron intercambiando cartas para concretar todos los detalles y seleccionar los poemas más idóneos, lo que aumentó notablemente el entusiasmo del compositor en la preparación de 'A Birthday Hansel', palabra escocesa que significa regalo de cumpleaños para desear suerte a la persona destinataria del mismo.
El aprecio de la monarca hacia Britten no quedó aquí, ya que meses después quedó vacante el puesto de maestro de música de la reina e Isabel II volvió a escribir de su propio puño una carta personal encabezada por 'Querido Ben' para saber si aceptaría una propuesta oficial para ese cargo. Britten no tuvo más remedio que rechazar gentilmente la oferta dado su precario estado de salud, pero le informó de que las canciones ya estaban terminadas.
Cuando la Reina Madre abrió el regalo con el manuscrito de 'A Birthday Hansel' se llevó una agradable sorpresa ya que era uno de sus compositores más apreciados al que apoyaba económicamente como mecenas del su Festival de Aldeburgh. Una mañana, le pidió a Lady Fermoy, su dama de honor (y abuela de Lady Diana) que tocase en el piano la música de arpa, lo que emocionó tanto a la Reina Madre que escribió personalmente a Britten una impactante carta de agradecimiento por el «glorioso regalo de cumpleaños».
Después de las Navidades de ese año, Britten acudió a casa de Lady Fermoy acompañado de su enfermera para escuchar 'A Birthday Hansel' cantado por el tenor Peter Pears y el arpista Osian Ellis. El resto de los asistentes eran la Reina Isabel II, la Reina Madre y la Princesa Margarita. La velada resultó entrañable y mágica para todos. Britten ya estaba muy enfermo consciente de que eran sus últimos meses de vida, pero la ilusión que despertó la corona por su persona y su talento acabaron dando sus frutos. Sus obras tardías, entre las que destacan la cantata Phaedra y el tercer cuarteto de cuerda quedaran para siempre entre sus mejores obras.
Gracias, Elisabeth R.
God Save the Queen.