La música queda desterrada en el Espacio Joven de El Palmar
Ante la falta de aulas, la Escuela de la Asociación Musical de la pedanía se ha visto obligada a ensayar en los camerinos del centro público
Llegaron los primeros pero ahora les han mandado con la música a otra parte, a la peor parte. Así se sienten los integrantes de la ... Escuela de Música perteneciente a la Asociación Musical El Palmar. Una escuela formada hace veinte años que actualmente cuenta con 62 alumnos con edades comprendidas entre los 4 y los 80 años y que denuncia las pésimas condiciones en las que los estudiantes reciben sus clases pues, debido a la amplia oferta de actividades del Espacio Joven El Palmar, su actual ubicación, han perdido el derecho a disfrutar de las aulas y quedan relegados a espacios muy reducidos e inapropiados para la docencia, como los camerinos y sus correspondientes aseos o las salas destinadas a guardar los productos de limpieza. Si el flautista de Hamelín tenía el don de dirigir a las ratas a su antojo, aquí son los músicos y aprendices los que, sin otra opción, se instalan en «el cuarto de las ratas», como define Ginés Aznar, saxofonista, director de la Banda de Música de El Palmar y profesor de su escuela, quien deja claro que «si fuera padre, no apuntaría a mis hijos a dar clases en un cuarto de baño».
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«Si estamos al lado de danza o zumba, no podemos tocar en condiciones porque su música es molesta», indica Ginés Aznar
«Estamos en 2024 y aún no tenemos una sede propia», reivindica Elia Valero, presidenta de la Asociación Musical, que recuerda los orígenes de esta agrupación de la pedanía murciana. «Entre 2002 y 2004 se formaron los alumnos suficientes para que comenzara a funcionar la banda y desde 2004 hasta 2011 estuvimos en el Casino, un edificio muy antiguo donde en invierno hacía muchísimo frío y en verano nos asábamos de calor. Las condiciones no eran para nada favorables para estar dando formación y por eso en 2011, cuando se construye el Espacio Joven, nos mandan a ese edificio». Este cambio dio lugar a «unos primeros años maravillosos, porque éramos los únicos que disfrutábamos de las instalaciones y teníamos varias aulas a nuestra disposición, un salón de actos, salas para almacenar los instrumentos, que pertenecen a la Asociación...», rememora Valero, que recuerda cómo se fueron perdiendo espacios progresivamente, en la medida que se fueron sumando nuevas actividades al centro, conocido comúnmente como Los Colorines y que cuenta, según su web, con una superficie construida de casi 1.000 metros cuadrados.
«Nosotros somos la actividad más numerosa que hay ya que tenemos clases todos los días. Ocupamos todas las salas porque damos clases de todos los instrumentos así como de solfeo, más los ensayos de la banda. Nos hemos ido quedando poco a poco con menos horario hasta que hemos llegado al límite y no tenemos capacidad de crecimiento porque el espacio solo abre de 5 a 9 de la tarde, cuando una escuela de música tiene un rango horario desde las 3 de la tarde hasta las 10 de la noche, y de 10 a 12 de la noche se ensaya. Esto es lo normal en una asociación musical donde se juntan personas de diferentes edades que tienen que cumplir con sus trabajos y obligaciones», manifiesta la directora de la asociación, que recuerda que la de El Palmar es una de las cuatro bandas del municipio de Murcia pertenecientes a la Federación de Bandas de la Región de Murcia junto a otras como Cabezo de Torres, Guadalupe y Beniaján, que, según recuerda Aznar, «tienen su auditorio y un horario lógico» más amplio que el de Los Colorines, dependiente de la Concejalía de Talento Joven y Espacios Públicos de Juventud. «No obstante, aunque el centro depende de la Juventud, la Asociación depende de Cultura pero da igual porque en ninguna de las concejalías nos dan soluciones», se queja Valero.
Precios accesibles
Yoga, karate, pilates, inglés, zumba y danza contemporánea son algunas de las actividades que disfrutan de «mejores salas» en el Espacio Joven, «y tienen también derecho, por supuesto, a utilizar estas instalaciones, pero yo tengo que defender lo nuestro, porque no estamos funcionando con las medidas y con la logística que deberíamos de tener. Tenemos mucha precariedad y me sorprende que estemos sobreviviendo a día de hoy», indica Aznar, pese a entender la incompatibilidad de las actividades ofertadas. «Estas 'aulas' que no son aulas, como los camerinos, solamente nos las ofrecen a nosotros. Es decir, no se contempla que otra actividad pueda realizarse en los camerinos. Nos dicen 'es lo que hay' pero yo no me conformo porque además, si estamos al lado de danza o zumba, no podemos tocar en condiciones porque su música es molesta. Yo no te puedo enseñar a tocar el saxofón o a aprender solfeo si tenemos al lado un altavoz con la música toda pastilla. Igualmente, para los demás somos nosotros los que molestamos».
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«Rabia y pena», siente el director por una escuela que está contribuyendo «a la contratación de profesores» y que ofrece la oportunidad de aprender música a unos precios «que están tirados», con una cuota de 60 euros al año y clases a partir de 20 euros al mes, con packs como el de lenguaje musical más instrumento, «el que normalmente se aconseja», por 40 euros al mes. A la espera de esa ansiada sede propia, no bajarán el diapasón.
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