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Sánchez Bautista, cartero de versos

Compenetrado con la tierra y dueño de un vocabulario propio, como destacó Azorín, el poeta de Llano de Brujas muere a los 96 años legando una obra «ejemplar»

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Sábado, 2 de octubre 2021

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Murcia amaneció este sábado, que no era poco, con la noticia más triste: la muerte de un poeta. En este caso, del más original que ha dado la Región de Murcia, Francisco Sánchez Bautista (Llano de Brujas, 1925-Murcia, 2021). Murió a los 96 años, aguantando hasta el final con una lucidez extraordinaria, sabedor de que la vida puede ser tan larga en amor y amistades como en penalidades. Sánchez Bautista, gloria de la poesía en nuestra lengua, a la altura de los más excelsos cantores, un seductor a la hora de jugar con el léxico, su mayor destreza. Cartero de profesión en Murcia y Fortuna, donde gozó siempre de la atención de la gente corriente, Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático emérito de la Universidad de Murcia, define a Sánchez Bautista como «el gran poeta de la naturaleza y del paisaje», gracias a obras inolvidables como 'Memoria de una Arcadia (la Huerta de Murcia)', publicada en 1994. Si bien fue mucho más que el poeta de la huerta, decirlo así sería una forma muy simple de reducirlo. El funeral será este domingo, a las 12.15 horas, en el Tanatorio de Jesús.

Censurado por la dictadura

Su obra ya hizo cumbre muchas décadas antes, como destaca Díez de Revenga en la introducción a sus 'Poesías completas', con obras como 'Elegía del Sureste' (1960), «el libro más representativo de su etapa social», que sufrió la censura y logró reeditar posteriormente tal y como fue ideado. Sánchez Bautista pertenecía «a la gran generación que la guerra tronchó y dispersó», como le escribió Alejandro Casona en una carta. Como Miguel Hernández, fue verdadero en su mirada a la tierra y a la dureza y tristezas de quienes la habitaban en un país malherido por odio y rencor. Estas tierras maltratadas, por la guerra civil y la pobreza, aparecen expresadas «con una sinceridad que despertó el interés de los críticos más exigentes», anota Díez de Revenga sobre aquellas primeras obras, como 'Tierras de sol y de angustia' (1957), su debut, en Barcelona, en la que ya aparece, como reconoce Azorín, «el poeta compenetrado con la tierra (con la Naturaleza) y dueño de su vocabulario».

Hasta el último momento mantuvo su afición a las cartas manuscritas. Aquí, su firma ya eterna.
Hasta el último momento mantuvo su afición a las cartas manuscritas. Aquí, su firma ya eterna. BUESO

Posteriormente fueron sumándose 'Voz y latido' (1959), «con aciertos de sátira dignos de Juvenal o Quevedo», según Valbuena Prat; 'Cartas y testimonios' (1962); 'A modo de glosa' (1963), prologado por José Ballester, director de LA VERDAD; 'Razón de lo cotidiano' (1968); 'La sed y el éxodo' (1975); 'Encuentros con Anteo' (1976); 'Del tiempo y la memoria' (1986); 'Alto acompañamiento' (1988); 'Cancionero erótico-burlesco murciano' (1992); 'La Pajarodia. Casi fábulas' (1997); 'Elegía y treno' (2000); 'El libro de las trovas' (2002), y más recientemente, su última obra publicada, 'Rondó caprichoso' (2017), dedicado a Teresa, el amor de su vida, con la que tuvo dos hijas, Teresa y María Antonia.

Su legado ha sido objeto de tesis doctorales, estudios preliminares y traducciones en todo el mundo.

Cultivó la poesía, el cuento, la fábula, el ensayo y los artículos periodísticos, dejando en una serie de columnas en LA VERDAD su estilo provocador, su ironía, su evocación del tiempo y la memoria. Fue un hombre en eterno diálogo con los clásicos, con una mirada atenta a los humildes, con un verbo siempre dispuesto para describir el sentimiento estético de un paisaje que cambia a velocidad supersónica. Un gran lector de otras literaturas, con formación autodidacta insuperable, y una capacidad infrecuente para ahondar en la naturaleza humana, en sus inquietudes, para poner en la palestra el abandono del medio rural, para orientar a una sociedad.

Una obra en conjunto «muy lograda y ejemplar», insiste Díez de Revenga en su loa al académico de número de la Real Academia Alfonso X el Sabio de Murcia, quizás el miembro de mayor edad de la institución, que fue nombrado Hijo Predilecto de Murcia por el Ayuntamiento de Murcia en 2014 e Hijo Adoptivo de Fortuna por el Ayuntamiento de Fortuna en 2015. El Instituto de Educación Secundaria de Llano de Brujas lleva su nombre, y también un premio literario y una asocación en su pueblo lo recuerdan. Varias calles en la Región de Murcia reconocen una trayectoria literaria digna de hazaña, en la que la lírica está presente en estado de gracia y con una profundidad moral. El río, el agua, la casa, los árboles... notan su ausencia. Murcia pierde a su voz más genuina. La voz viva de un poeta de corazón.

Elegía

AHORA, padre mío,

no me llevas contigo a los frutales

de la humilde heredad, ni me señalas

el fruto arrebolado

como fuego incipiente entre las hojas

de los verdes haldares de los árboles.

Mayo llega vestido de albarillos

y moradas ciruelas. Y está el níspero,

agridulce, llenándonos la boca

de una blanda saliva estimulante.

Barroco y bien vestido está el paisaje

rumoreante de abejas y de avispas

a las puertas de junio, el deseado.

Y llega la canícula y nos dora

levemente el paisaje; pronto, octubre

acortará los días, y mis ojos

han de buscar las ácidas manzanas,

los ásperos membrillos y los dátiles,

estas tardes de otoño, cuando llega

de nuestro mar un aire húmedo y denso

con promesas de lluvias deseadas,

Con los mínimos días de noviembre

vendrán los leves pájaros del frío

buscando la tibieza de los huertos.

¿Somos sólo nosotros diferentes

por la memoria, que nos hace tristes,

y ante el tiempo que pone en nuestra sangre

una gota de muerte para siempre,

como puso en la tuya, padre mío?

En un homenaje en el IES que lleva su nombre en Llano de Brujas, en 2013, con su esposa Teresa y rodeado de alumnos y profesores como Teresa Rubio e Isabel Martínez Llorente, defensoras de su obra con ahínco.
En un homenaje en el IES que lleva su nombre en Llano de Brujas, en 2013, con su esposa Teresa y rodeado de alumnos y profesores como Teresa Rubio e Isabel Martínez Llorente, defensoras de su obra con ahínco. vicente vicéns / AGM

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