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A veces dulces, a veces filosóficas y a veces empalagosas son las frases que aparecen en los sobres de azúcar que acompañan al café. A ... veces son proverbios chinos, a veces de Montesquieu, a veces de Cervantes y otras de autoría anónima. Precisamente a eso se dedica el protagonista de 'Un hombre desnudo' (Cuadranta), la última novela de Ignacio Borgoñós (Cartagena, 1975). «Tenía contabilizadas todas las frases que había escrito desde que empezó con el oficio: un total de 14.634 frases. Las había escrito a un ritmo de no menos de cuatro frases al día durante una década», cuenta el escritor en las primeras páginas de su novela. «Siempre me gusta que los personajes de mis libros tengan empleos originales y muchas veces me había surgido la pregunta de quién escribiría esas frases tan preciosas que en multitud de ocasiones veo», explica a LA VERDAD el escritor.
En la nueva novela del escritor cartagenero, que hoy presenta, a las 19.30 horas, en el Museo del Teatro Romano de Cartagena, un hombre, del que no conocemos su nombre, «sorprendido por un azaroso acontecimiento que cambia su vida» decide, «en un acto de rebeldía», desnudarse por completo «y mostrarse en adelante así ante los demás aunque, curiosamente, nadie lo ve de esa forma: desnudo». La desnudez es una metáfora para Ignacio Borgoñós mediante la cual refleja «lo inadvertidos que podemos pasar para los demás» porque «hay multitud de personas que quieren llamar la atención sobre algún tipo de problema que tienen y en cambio son incapaces de llegar a los otros. No les hacen caso ni su pareja, ni sus familiares, ni sus amigos...», dice.
«En el libro simplemente se percatan de la desnudez del personaje principal un tipo que está enajenado mentalmente y un niño, que son los que siempre dicen la verdad», apunta Borgoñós, que hace hincapié en el título del libro: «Es 'Un hombre desnudo' y no 'El hombre desnudo' porque su problema es universal», afirma el autor de 'Un hombre analógico', novela con la que ganó el XXVI certamen José Luis Castillo-Puche. «Es una manera de expresarme que me está dando muy buen resultado. El hombre analógico es el hombre que pierde el tren de la tecnología y no sabemos si de la vida. Pero quizá no es que esté confundido, sino que la vida va por un lado y su vida va por otro», explica el multipremiado autor, que recientemente ha ganado el XXXII Certamen Literario Villa de Iniesta, por 'La nada de los perros'.
En esta ocasión «el personaje ha conseguido cierta estabilidad que se dificulta por azar. Él camina tranquilamente por Madrid cuando aparece una persona que dice conocerle y que le habla de una mujer que le conoce. Él no cae en saber con quién esta hablando, ni siquiera cuando accede a tomar un café con esa persona».
Una novela breve que transcurre en Madrid, «una ciudad grande donde uno se puede sentir solo entre la multitud», y que muestra «una estructura compleja con dos historias con el mismo protagonista que discurren en paralelo hasta que se tocan». Una historia «que gravita sobre una frase de Umbral: 'La muerte de los libros y la herida en la idea'. La muerte en los libros porque yo sí creo en el libro del que habla Umbral, un libro tradicional. En cambio ahora mismo veo en el panorama nacional muchas cosas que no me gustan. Si en una feria del libro está Luis Landero y en la caseta de al lado Mario Vaquerizo, lo veo peligroso; no hablamos de las mismas ligas. Por otro lado, en cuanto a la idea, estamos saturados de argumentos en libros y series donde aparecen traficantes, asaltantes de bancos, vikingos, mafiosos... creo que tiene que haber público para todos pero también reclamo un espacio para el libro que tiene mensaje. Y yo aporto una idea», concluye el escritor.
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