El Mariano de Cavia de Arturo Pérez-Reverte
Un escritor como él sabe que la realidad puede verse mejor cuando se ha leído a los grandes
El Premio de Periodismo Mariano de Cavia ha sabido celebrar bien sus primeros cien años al elegir este año, que los cumple, un artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en 'XLSemanal', la revista que se reparte cada domingo con los diarios del Grupo Vocento, del que forman parte LA VERDAD y 'ABC', diario convocante de un premio creado por Torcuato Luca de Tena en 1920. Mariano de Cavia, gran articulista, nunca trabajó para 'ABC', como tampoco muchos de los premiados en estos cien años, pero no hay periodista de cualquier medio que no conozca lo que significa ese premio en el mundo del artículo. Hay entre los galardonados tres premios Nobel, varios premios Cervantes, una nómina excelsa de premiados entre los que figuran Gabriel Miró, Manuel Chaves Nogales, Salvador de Madariaga, Rafael Alberti, Octavio Paz, Julián Marías, Lázaro Carreter y Sánchez Ferlosio, sin citar a quienes todavía viven.
No tengo que recordar a los lectores que Arturo Pérez-Reverte, quizá el novelista español más leído desde hace al menos treinta años, es conocido para otros tantos millones de personas por sus artículos semanales a los que ha sido fiel, sin fallar un solo domingo, desde 1991. Conocí a Arturo Pérez-Reverte cuando acababa de publicar 'El maestro de esgrima' y vino a la Facultad de Letras de la UMU invitado por los representes estudiantiles en la época en que fui decano, lo que me permitió apoyar aquella iniciativa de los alumnos, en especial, de Pedro Moya. Lo digo para significar que cuando esto ocurría todavía era más conocido Pérez-Reverte como reportero de TVE en las diferentes guerras del mundo, que como novelista. En estos momentos dirijo una tesis doctoral sobre la comunicación entre su obra periodística y algunas de sus principales novelas, porque hay una íntima comunicación de los dos mundos, no tanto por lo que tratan esas novelas o artículos, cuanto por la mirada. Un escritor como Pérez-Reverte sabe que la realidad puede verse mejor cuando se ha leído a los grandes. El lago Averno y la cueva de la Sibila, lugares concretos cercanos a Nápoles, son distintos para quien haya leído a Virgilio, porque Eneas estuvo antes que el viajero de hoy, a quien ha prestado su mirada.
Este es el tema central del artículo premiado, que publicó con el título de 'La posada de Dickens' y donde rememora ejemplos como el café Procope de Diderot, o el Palermo del Príncipe de Salina, protagonista de 'El gatopardo'. Pero lo central del artículo se dedica a la mirada compartida con Conrad, el único autor que tiene retrato en la monumental biblioteca personal del escritor cartagenero. ¿Por qué Conrad? No solo por ser uno de los grandes, también lo es el propio Dickens, junto a cuya posada a la orilla del Támesis sitúa Pérez-Reverte el momento inspirador que el artículo evoca. Es Conrad precisamente porque comparte la triple condición de escritor, viajero y marino. A eso me refería con la importancia de la mirada. El artículo apresa un momento muy concreto entre la bajamar y la pleamar, en la orilla del Támesis, y en su evocación sale Arturo Pérez-Reverte del paisaje concreto para fundir ese momento con la vivencia que de ese lugar a orilla del Támesis tuviera Marlowe, el protagonista de 'Corazón de tinieblas', personaje con quien comunica imaginariamente el autor del artículo.
Quienes hayan leído la novela saben que comienza con la evocación que en un lugar próximo a la desembocadura del Támesis hace el narrador de los navegantes ingleses, entre ellos el pirata Drake, en el momento en que la marea esta baja, y espera la hora de zarpar el barco que habrá de llevar a Marlowe a los confines de esa serpiente que parece el río Congo. Pérez-Reverte está sentado junto al Támesis, ciento veinte años después, y apresa el momento único de comunión con ese gran personaje marino, de quien tanto tiene y a quien debe la gran lección de que lo que creíamos aventura era la vida, que se configura como ella. Esa vida que podemos enriquecer leyendo a los grandes que nos prestan su mirada, como hace Arturo Pérez-Reverte tantas veces.