Alberto Chessa: «Me gusta imaginar que no tengo ni tendré nunca sensación de saciedad»
El autor presenta hoy en Cartagena su poemario 'Anatomía de una sombra', galardonado con el Premio de Poesía Dionisia García de la UMU
Hubo un tiempo –reciente, casi se puede tocar– en que, describe Alberto Chessa (Murcia, 1976), Madrid pareció «Melbourne». Una ciudad remota, lejanísima, tan distante ... que el viaje al lugar de procedencia pierde asiduidad: «Llevaba ocho meses sin ir a la Región. Ni siquiera cuando vivía en el extranjero había pasado tanto tiempo sin pisar Murcia. Volver fue un volcán de emociones», confiesa el poeta y traductor, quien el pasado 23 de abril recogió el XVIII Premio de Poesía Dionisia García de la Universidad de Murcia (UMU) por su poemario 'Anatomía de una sombra', obra que hoy –19.00 horas– presenta en el salón de actos del Museo del Teatro Romano de Cartagena. Chessa ('La osamenta', 'La impedimenta', 'Un árbol en otros'), afincado en Madrid desde hace veinte años, estará arropado por el editor y también poeta José Alcaraz. Participa en el ciclo 'Leer, pensar e imaginar'. El aforo es limitado.
–¿De qué se da uno cuenta cuando lo que antes era un hábito se vuelve inalcanzable?
–De la importancia del cuerpo, y no lo digo solo por lanzar un anzuelo al libro, en cuyas páginas hago una reflexión sobre el cuerpo, sobre su fragilidad y su presente, porque el cuerpo solo tiene presente; las emociones, el amor, el alma..., tienen, o al menos postulan, un futuro, pero el cuerpo solo existe en cuanto responde, si no, se acabó, no tiene razón de ser. Te das cuenta, por tanto, de la importancia del cuerpo, de que aquello que fluye por dentro de nosotros se traduzca físicamente. A pesar de que vayamos dando pasos, aún hoy estamos mutilados; la distancia social, el mero cuidado que hay que tener, el respeto por el otro y por uno mismo... hace que esa expresión de las emociones esté coja. Necesitamos abrazarnos, tocarnos, transmutar el lenguaje físico, y cuando la separación es absoluta te das cuenta de que somos personas incompletas. Si nos amparamos solo en lo virtual, nos ensombrecemos.
DISTANCIA: «Necesitamos abrazarnos; cuando la separación es absoluta somos seres incompletos»
–¿De quién o quién es la sombra a la que alude el título de su poemario?
–El poemario deja claro desde el principio a quién se dirige, quién es la musa, y también cuál es su motivo. La palabra maldita solo aparece una vez, nada más empezar, y no es caprichoso. El primer poema dice: «No me dejes / mi amor / desconocerte. No permitas / que el cáncer / te desnombre». La anatomía está clara [el poemario de Chessa plasma sobre el papel la lucha de su mujer contra un cáncer, «por suerte superado»], aquí la cuestión es que, de pronto, ves que ese cuerpo amado se está yendo y que sobre él se cierne una sombra de peligro y de vacío a esa vida que habías construido. Entonces, te vuelves más observador que nunca, afinas la vista sobre las señales que ese cuerpo te va mostrando, y al que necesitas acudir continuamente. Pero también hay otro tipo de sombra. Hace muchos años quise escribir algo parecido a un libro por el que siento devoción, que es 'La anatomía de la melancolía', de Robert Burton. Ahí, al principio, el personaje dice una frase muy rotunda, algo así como: 'Yo escribo sobre la melancolía para mantenerme ocupado y no vivir de la melancolía'. En mi caso, no empecé a escribir al momento de la conmoción que supone recibir una noticia así. Primero, porque no encontraba las palabras, y después, porque si me venía alguna, intuía que, si le daba forma, iba a ser rozando lo patético, sin valor literario. No me puse a escribir hasta que no pasaron bastantes meses, y lo hice desde la reflexión y la observación. Y ahí la sombra fue también toda esa pulsión de muerte que se atrinchera o se apodera de uno cuando se siente impotente ante un hecho que le desafía y no encuentra herramientas para defenderse. Esa pulsión se cubre de una sombra, y la mejor manera que ideé para conjurar esa sombra que me amordazaba era, como decía Robert Burton, escribiendo sobre ella.
Conviene saber
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Qué: Encuentro con Alberto Chessa. Presenta su poemario 'Anatomía de una sombra', en compañía de José Alcaraz.Ciclo 'Leer, pensar e imaginar'.
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Cuándo y dónde: Hoy, a las 19 horas, en el salón de actos del Museo del Teatro Romano de Cartagena. Con reserva previa.
Honradez
–¿A qué se ha enfrentado con la escritura de este libro?
–A la desnudez, pero a una desnudez domada para que no se desboque y se convierta en exhibicionismo. Cuando planteas un libro en el que impera la confesión, es inevitable que a algún lector le pueda incomodar asistir a esas desnudeces tuyas. A mí me gustaría pensar que he conseguido mantener la desnudez en el terreno de la honradez, y no he incurrido en la impudicia, en el exhibicionismo, en algo que, no siempre termina de dar sus mejores frutos, como el confesionalismo, siendo, no obstante, un libro confesional. En mi opinión, las mejores confesiones son las que no lo cuentan todo.
'ANATOMÍA DE UNA SOMBRA': «Sé que siempre va a reclamar una condición de singularidad en mi producción»
–¿Cómo marca este poemario su poesía?
–No diré que es un antes y un después, pero hay algo y necesitaría saber qué es para entender la naturaleza exacta de ese después. Soy consciente de que 'Anatomía de una sombra' es un poemario que siempre va a reclamar una condición de singularidad en mi producción. En puridad, no se parece a nada de lo que he escrito antes, es diferente, una isla, y sospecho que lo va a ser siempre. Desde luego, no deseo vivir otra isla como esta. Cuando acabé el poemario, me sentí rescatado.
–¿A usted, qué le gusta imaginar?
–Me gusta que el ciclo se llame así. 'Leer, pensar e imaginar'. Cada una de estas palabras, sin las otras, vive en un estado de orfandad. Se lee mucho mejor, de manera más productiva y creativa, si la lectura se acompaña de imaginación y pensamiento. En cuanto a la pregunta, a mí me gusta imaginar que no tengo ni tendré nunca sensación de saciedad, que nunca me encontraré saciado, y siempre voy a tener sed, hambre, necesidad.
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