Tito Conesa: «En el confinamiento me fastidiaba oír a los políticos»

Aún no cree, a pesar de que lo ha cobijado entre sus manos, que haya visto la luz. Él le llama «librito». Se resiste a considerarlo una publicación mayor, quizá porque en ella solo hay, dice, «apuntes sencillos» y recuerdos que comenzaron a llegar de pronto; en medio de una soledad extraña a la que la Covid empujó a todo el país con la declaración del primer estado de alarma, en marzo de 2020, y su consiguiente confinamiento. Fue en esos días cuando Ginés Conesa, Tito Conesa (La Unión, 1939), comenzó a escribir los primeros esbozos del que después sería su primer libro de poesía y apuntes personales, 'Un poemario y algún poema. Hablando conmigo en tiempos de coronavirus', que, editado por Círculo Rojo, su autor presenta hoy –19.30 horas– en el Aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia, en Murcia, acompañado por el periodista y crítico de teatro de LA VERDAD Antonio Arco.

«Aún no termino de creerme que todas esas reflexiones mías deban estar en un libro», repite Conesa, cuyos hijos y amigos, a quienes el periodista, ex delegado editorial de LA VERDAD en Alicante y actual articulista de Opinión en este diario, dio a leer sus escritos, han sido clave en la materialización de este volumen, en el que la incertidumbre, el temor y la dicha por poder seguir abrazando los días afloran en cada página.

«Comencé a escribir el décimo día de confinamiento. Anotaba las cosas que pasaban y aquello que iba sintiendo. Era como un desahogo», reconoce Conesa, que llegó a plasmar en sus libretas más de 300 apuntes, los últimos este mismo mes de agosto, con el fin de imprimir actualidad a su obra. En ella apenas ha introducido «unos 180», repartidos por otras tantas páginas y convertidos en pequeños poemas de una actualidad pasada que aún sigue latiendo: «La calle / solo asfalto y cemento / apareció abandonada / sin coches / sin peatones. / Al fondo, el verdeo de unos árboles urbanos / testimoniaba la única señal de subsistencia [...]».

De aquellos días no tan lejanos, en los que «la gente moría a chorro», revive Conesa la angustia por la posibilidad de marcharse solo: «Me dolía la idea de poder irme sin despedirme de la gente a la que quiero», señala consciente de que «la pandemia todavía no ha pasado».

«La Covid nos ha demostrado la fragilidad del ser humano. Un pequeño bichito te puede quitar la vida. ¿Dónde quedan entonces las vanidades? ¿Y el poder del dinero?», se pregunta. «Tenía la esperanza de que esto nos haría mejores, que el hecho de ser conscientes de lo débiles que somos nos haría pensar más en la esencia de las cosas y no en el envoltorio... Pero no, no ha sido así. Los que ya eran malos, ahora son peores», se lamenta, aunque también advierte con alivio, «los que eran buenos se han vuelto mejores».

La Covid y el escenario que ha dejado tras de sí son el eje que vertebra toda la obra de Conesa. Pero en ella, reseña el periodista ya jubilado, se asoman con fuerza los recuerdos. «Cuando hablas contigo mismo, aunque no los llames, vienen. Yo me ponía a escribir y ponía las fotografías en orden; veía a mi madre, a mi hija, a mi mujer...». Casi todos eran recuerdos felices, pero también «me vinieron algunas cosas de aquello que no hice o dejé de hacer. De vez en cuando, hay algo con lo que no estás contento que vuelve a ti, porque el pasado siempre vuelve», deja claro.

Encerrado, como tantos, y ensimismado en sus apuntes, recorrió entonces y recorre ahora en este libro sus años de juventud, «mi primer amor», «mi marcha a Madrid con solo 15 años...». También los días en La Unión y las vistas, desde la terraza de su casa, al Mar Menor.

«Lo que más me fastidiaba de los meses de confinamiento era oír a los políticos. La pandemia nos había pillado a todos en mantillas, la gente estaba muriéndose. Y creo que no había que buscar culpables. Pero ocurría a todos los niveles: aquí, contra el Gobierno regional; a nivel nacional, contra el Gobierno central... ¡Sánchez era el demonio!». «Seguimos actuando como en las tribus Dicen los historiadores que los primeros pobladores de la Península estaban distribuidos en más de cien tribus y ninguna se llevaba bien con la otra. Creo que todavía nos queda alguna reminiscencia de eso, porque no hay nada que nos una...».

Dice Conesa, que esta tarde estará también acompañado por el presidente de la Fundación Jesús Abandonado, José Moreno, que «la vanidad es algo horrible. Es cierto que todos tenemos un poco, de lo contrario no existiría el amor propio, pero no hay que pasarse con ella». Él se describe como una persona «alegre, positiva y educada en la humildad, en el trabajo y en el compromiso», una persona, además, que ha tenido la suerte «de haber encontrado a una compañera inenarrable, que ha sido mi pilar y quien ha resuelto todas mis dudas desde la juventud». Se refiere a su mujer, Conchi, a quien dedica el libro y estos versos: «En el continuo equilibrio que es la vida / todo llega y todo pasa. / Los enfados también. / Cuestión de cariño / de avanzar en el amor. / El mío / el nuestro / prospera y mejora. / Aún. / Ansío que me acompañes antes y después del mundo».

Entre los apuntes de Conesa hay sin duda un fiel testimonio de una dura crisis sanitaria, un tiempo atroz, una realidad desgarrada y un triste desencanto, pero también reivindicación, denuncia por la situación del Mar Menor, «de la que se lleva alertando desde hace décadas»; recuerdos de niñez y una voz personal, que tomó forma, recuerda, «sin ninguna pretensión».

Temas

• Libros
• Coronavirus