Juventud, divino tesoro

Pero la reflexión que quiero traerles hoy no se queda en estas experiencias que permiten al alumnado enfrentarse a algunas de las numerosas controversias de su tiempo y su territorio. Lo que quiero reseñar es que muchos de estos jóvenes, cuando les ofreces la posibilidad de elegir a qué dedicar su energía en este último esfuerzo académico, lo que proponen es explorar soluciones para dar cobijo al ocio como paliativo frente al consumo masivo de alcohol y la falta de estímulos que ellos mismos detectan o incluso han vivido.

Por ejemplo, Sergio Díaz ha dejado escrito sobre su proyecto: «Kairos es un centro de ocio alternativo como aliado para evitar que la diversión gire en torno al consumo de sustancias estupefacientes». O Carmen Ibáñez, que propuso la recuperación de los antiguos terrenos de la estación de ferrocarril de Caravaca como respuesta a la carencia de este tipo de lugares para el tiempo libre en su pueblo, lo que según ella misma ha podido comprobar, produce en los jóvenes un vacío que en demasiadas ocasiones se traduce en aburrimiento y botelleo. Su propuesta fue crear allí una zona en la que combinar la activación y renaturalización del espacio exterior con la rehabilitación de las naves para ubicar locales del ensayo, mediateca, talleres o salas multiuso.

En este mismo sentido, mi tía Dori me decía hace poco: «Hay un jardín cerca de casa que está muy bien, es un parque perfecto para los jóvenes». Lo conozco, mis hijos adolescentes van mucho allí. Se trata del jardín del pintor Pedro Flores. La fórmula a escala de barrio funciona muy bien, es un espacio conectado con la red de comercios, equipado con elementos para practicar deporte, mobiliario variado, alegre y con una vegetación diversa y frondosa. Sin duda, un proyecto que señala el camino y cuya réplica puede producir un efecto tremendamente beneficioso en la ciudad. Además, como van señalando nuestros alumnos, a escala metropolitana también podemos detectar espacios de grandes dimensiones, en la frontera entre lo urbano y lo rural, que son formidables oportunidades para construir un presente y un futuro más sano y alentador para todos.

Pero el asunto se vuelve descorazonador cuando, como ocurrió el pasado fin de semana, ves alguno de estos espacios de oportunidad utilizado para realizar eventos que se traducen en sórdidas imágenes en las que miles de jóvenes se distribuyen sobre el áspero asfalto sonriendo y enarbolando vasos llenos de bebidas de colores. ¿De verdad que no podemos ofrecer nada mejor? Conocemos las fórmulas, nuestros recién egresados las han desarrollado con una precisión admirable y plataformas como la Fica Verde lo están reivindicando de manera incansable. Vegetación, multiplicidad de usos, deporte, cultura, intergeneracionalidad, conexiones con lo urbano, puertas hacia lo rural. Y en el otro sentido igual, los grandes eventos de calidad deben alojarse en espacios apropiados, con bajo impacto ambiental y vecinal, bien conectados por transporte público y dotados de la infraestuctura necesaria para un desarrollo seguro, higiénico y cómodo.

Que según la 'Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España', casi el 30% de las personas de entre 14 y 18 años haya practicado el 'binge drinking' o consumo en atracón en el último mes es algo complejo y debe preocuparnos. Pero desde luego, como proponen nuestros jóvenes profesionales de la arquitectura, que las administraciones públicas fomenten el ocio responsable, educativo y participativo, en entornos saludables, debería ser una prioridad. Ellos son nuestro tesoro.