Nuccio Ordine en la Universidad de Murcia
Uno de los últimos actos académicos fuera de Italia del profesor Nuccio Ordine tuvo lugar en la Universidad de Murcia con motivo de un congreso ... que, en homenaje a mi trayectoria docente en el año de mi jubilación, quiso hacer Asetel, la sociedad científica que reúne a todos los profesores del Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de las universidades españolas. Fue inaugurado por el rector de la UMU a mitad de enero de 2023 en el Hemiciclo de la Facultad de Letras. Junto a Nuccio Ordine, la otra ponente extranjera fue la profesora holandesa Mieke Bal, que será investida en octubre doctora honoris causa por nuestra universidad. Comprenderán los lectores el mazazo que he recibido con la noticia de la muerte de Nuccio Ordine, quien nada más encontrarme aquel día 18 de enero en el Hemiciclo, me recordó (su memoria era prodigiosa) cuándo había sido nuestro primer encuentro, veinte años antes, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde ambos fuimos ponentes (también lo fueron George Steiner y Frederic Jameson) en un seminario de homenaje a los ochenta años de vida de Claudio Guillén, el gran comparatista que vivió años de su primera infancia en Murcia. Nuccio Ordine era el más joven de los ponentes en aquella efeméride (ocurrió en 2004) y era ya admirado, cuando tenía poco más de cuarenta años, por todos los grandes comparatistas que he citado. He convocado este detalle de alguien cuyos reconocimientos académicos en las mejores universidades se fueron sucediendo hasta situarse en primera fila del humanismo europeo, como reconoció poco después de su estancia en la UMU la comisión que le concedió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Sin embargo, y en señal de gratitud por haber aceptado estar en aquel congreso de homenaje, dibujaré un perfil suyo menos esperado que a mis ojos lo hace más grande. Asomó ya ese perfil en la ponencia que dictó en el Hemiciclo la tarde del 18 de enero, en el momento en que leyó la carta que Albert Camus había dirigido a su maestro de escuela primaria en Argel el día después de recibir el Premio Nobel de Literatura. Pocos testimonios son más emocionantes como aquella carta, leída con emoción por Nuccio Ordine, sobre lo que es ser humanista e intelectual: acordarse de quienes le enseñaron. Esa vindicación del maestro, pero más que del universitario, del maestro de la escuela, dice mucho de Albert Camus pero también de Nuccio Ordine al seleccionar tal misiva. En la cena que el día siguiente tuvimos en el Casino, sentado entre mi mujer y yo, nos ofreció otro testimonio que solo ella y yo conocemos y que quiero compartir con todos, porque continúa esa estela humanista. El contexto había sido preguntarme por qué había guardado yo fidelidad a la Universidad de Murcia durante casi cincuenta años. Y me dijo que ese detalle nos unía porque él tampoco había aceptado cátedras fuera de la universidad de su lugar natal, Calabria. Sentía, nos dijo, la necesidad de devolver a esa región, y en especial a sus maestros de Primaria, lo que de ellos había recibido.
Es decir, que lo que había dicho de Camus lo llevaba Nuccio Ordine muy hondo, formaba parte de su propia identidad y fidelidad más fuerte. Supe aquella noche que ser humanista no es algo que se aprenda solo en los libros. Fueron muchos los escritos por él después del dedicado a Giordano Bruno, y con un éxito editorial cada vez mayor. Pero en el fondo, hablando en la intimidad de una cena, sin otro oyente que quien esto escribe y de Ana, mi mujer, revelo la verdad que hay detrás de tales libros. No se puede ser humanista sin ser buena persona. Demasiado pronto lo hemos perdido. Descanse en paz.
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