La Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia emociona con Chaikovski y Dvořák
Música clásica ·
El violinista Amaury Coeytaux deslumbra en el Auditorio Regional Víctor Villegas con una pieza reservada a virtuosos en el recital de la formación con Manuel Hernández-Silva en la direcciónJaume Darbra
Crítico de música clásica
Domingo, 7 de septiembre 2025, 12:25
En la noche del 5 de septiembre, emoción y frescura se apoderaron del Auditorio Víctor Villegas con la OJRM (Orquesta de Jóvenes de la Región ... de Murcia) dirigida por Manuel Hernández-Silva y como solista invitado el violinista francés Amaury Coeytaux, que deslumbró con una pieza reservada a los intérpretes más virtuosos.
La velada arrancó con el 'Concierto para violín en Re mayor, op. 35' de Chaikovski, compuesto en 1878 tras una crisis personal y que, pese a su polémico estreno en Viena, hoy se ha consolidado como una joya del repertorio romántico. Desde el 'Allegro moderato', el Guadagnini a manos de Coeytaux mostró un sonido como si de oro líquido se tratase y una técnica capaz de sortear con natural elegancia las exigencias de la partitura. La OJRM respondió con una sonoridad plena de matices, sostenida por una sección de cuerdas memorable bajo el liderazgo del concertino Miguel Á. Guerrero, acompañado por David Díaz, Carmen López, Alba María López e Iván Belchí.
Un concierto donde juventud y virtuosismo se unieron en dos obras cumbre del Romanticismo
En la 'Canzonetta. Andante', el solista dibujó un canto íntimo, casi confesional, al que se sumaron el timbre mullido de las maderas –con Carmen Fernández en la flauta y Marcela Galindo en el fagot– que añadieron colores de lirismo popular. La transición al Allegro vivacissimo fue natural y vertiginosa: la velocidad de Coeytaux marcó un pulso electrizante, al que la orquesta respondió con firmeza incluso cuando el solista parecía ir un paso por delante. La ovación del público fue cálida y prolongada. Como bis, Coeytaux eligió el 'Largo' de la 'Sonata para violín solo en la menor, BWV 1003' de Bach, en un clima de concentración tan profundo que el silencio respetuoso se convirtió en parte esencial de la interpretación.
Tras el intermedio, llegó la 'Sinfonía nº 9 en Mi menor', 'Del Nuevo Mundo' de Dvořák, con la simpática sorpresa de un invitado en el último atril de violines primeros, el mismo Coeytaux. En el primer movimiento, 'Adagio-Allegro molto', las trompas –Antonio García, Marina Moreno, Pablo Bravo y Marta Marco– introdujeron con nobleza el tema cíclico, reforzadas por una cuerda enérgica, ahora con la concertino Laura García, junto con David Díaz, Alejandro Olmos, Sandra Belchí y Samuel Yago, que aportaron energía y claridad. En el 'Largo', el famosísimo solo de corno inglés tuvo en Francisco Juliá a un protagonista de gran expresividad, logrando un silencio expectante en la sala.
Batuta firme
El 'Scherzo' estalló en vitalidad rítmica: maderas y metales, apoyados por la percusión de Eduardo Martínez y Marina Pérez, evocaron las danzas indígenas que inspiraron al compositor checo. El 'Allegro con fuoco' final fue un estallido de energía: el viento metal desplegó un aliento heroico y triunfal, con la trompeta de Lucía Mejías brillando como estandarte, mientras el clarinete de Alberto Nsí añadió un lirismo sereno y cálido. Bajo la batuta firme de Hernández-Silva, ambas fuerzas se fundieron en una oleada orquestal que culminó en un clímax radiante y un cierre inolvidable.
La OJRM, formada por músicos de entre 16 y 24 años, volvió a demostrar disciplina y entusiasmo contagioso. Su trayectoria de más de 40 años y sus giras nacionales e internacionales la confirman como cantera de grandes profesionales. En esta ocasión, la conjunción entre Hernández-Silva y Coeytaux generó una química especial. El resultado fue un concierto que trascendió lo académico para convertirse en experiencia artística plena, donde juventud y madurez dialogaron con frescura y hondura.
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