Gran tarde para Ureña, que perdió en Valencia la puerta grande por la espada

'Soñador' se llamó el primer toro de la tarde, un zaíno escaso de fuerzas pero que tuvo calidad. Ureña se lució de inicio con cuatro verónicas y una media que tuvieron empaque. Hizo buena pelea en varas el de Santiago Domecq, y salió muy desgastado de ese primer tercio. El lorquino brindó a Román y comenzó su faena ayudando al astado por arriba, por estatuarios, firmando un cambio de mano primoroso. La faena continuó con series a media altura, templadas, para apretar al astado en una serie de naturales de la que el toro salió doblando las manos, con las consiguientes protestas del público. Ureña acabó de pinchazo y una buena estocada arriba. Saludó una gran ovación.

Pudo cortar las orejas del tercero, toro que nunca se entregó y con el que Paco Ureña firmó una faena valiente con pasajes de mucha intensidad y plasticidad. A la verónica volvió a torear con prestancia y la faena de muleta, que brindó al público, tuvo muchísima emoción. Se pasó los pitones muy cerca en las series por ambas manos, rematando con los de pecho y los ayudados por abajo con mucha torería. Cuando abrió al compás sacó olés rotundos y la última serie de toreo en redondo, antes de cerrar con naturales a pies juntos, fue de un ajuste tremendo. La espada no funcionó, cobrando la estocada tras un pinchazo y una media, lo que provocó que volaran los trofeos.

El quinto fue un toro alto y fuera tipo de Santiago Domecq, deslucido y exigente, con el que Ureña hizo un esfuerzo titánico, aguantando las miradas y sacando muletazos imposibles, a base de exponer los muslos, con mucha verdad. Faena de valor seco y enorme mérito que, como las anteriores, emborronó con la espada. Otra oreja perdida, tras firmar una gran tarde, sin puerta grande por culpa de los aceros.

El segundo toro de la tarde fue protestado por su falta de fuerzas. Lo mantuvo el presidente en el ruedo pese al clamor y acertó. Lo había recibido Román con la larga cambiada de rodillas y, sin brindar, citó de largo al castaño, que acudió pronto, para ligar dos series iniciales a media altura y en línea recta que afianzaron a una res que fue a más durante la inteligente faena planteada por el valenciano, que destacó por la ligazón que imprimió a su labor con la mano derecha. Cerró con ajustadas manoletinas y perdió la oreja al pinchar antes de una estocada perpendicular, que precisó del verduguillo.

El cuarto fue un toro para la historia de la plaza de Valencia. 'Escondido', marcado con el número 24, negro listón, con 545 kilos, muy bravo, premiado, con justicia, con el indulto. Se lo ganó en la fabulosa faena que le realizó Román, torero al que tuvo la suerte de toparse con Escondido en el mejor momento de su carrera. Brindó al pública una faena de una emoción única, la que tiene el toro bravo, toda ella en los medios con series de seis y el de pecho que llegaron con muchísima fuerza a los tendidos que pidieron el indulto de forma unánime. Cumbre de Román que paseó dos orejas simbólicas del animal a los sones del himno a Valencia, interpretado por la banda.

En el sexto, Román invitó a realizar un quite al sobresaliente Díaz Gomes, y el portugués lució por delantales. En la muleta, el colorado tuvo movilidad, aunque embistió por adentro, falto de clase. Román puso entrega para sacar lo poco que tuvo el astado y pinchó.

El torero de Totana, Jorge Martínez, salió a hombros en la segunda y última corrida de toros de la Feria de Santa Ana de Roquetas de Mar, acompañado por Emilio de Justo y Roca Rey.

Con más de tres cuartos del aforo cubierto se lidiaron toros de Jandilla. Jorge Martínez fue el gran triunfador del festejo al pasear tres orejas, dos del último toro del festejo y otra del tercero de la tarde. Martínez realizó dos faenas de mucha torería, en la que mostró sus condiciones y su calidad. Emilio de Justo paseó dos orejas del cuarto de la tarde, y Roca Rey, igualó en trofeos al de Totana, cortando dos orejas de su primero y otra del quinto, en un festejo triunfal.