«Al espectador de 'Constelaciones' le entran ganas de ser él y de ser ella»

–Rober: Tengo. Tengo pareja. Así que... bueno...

Así arranca 'Constelaciones', el gran éxito teatral del británico Nick Payne, nacido en 1984, que, con traducción, espacio escénico y dirección de Jorge Fullana, y la interpretación de Sandra Roma y David Terol, se estrena este jueves –a las 20.00 horas– en el Teatro Circo Murcia (TCM). 'Constelaciones', una obra que regala «una historia que contiene miles de historias y escenarios posibles», se centra en «una pareja que se encuentra en una barbacoa, intiman y se vuelven a ver tiempo después. Parece que se gustan, parece que hay algo entre ellos, su relación crece. O no, en realidad nunca salieron juntos de esa barbacoa porque él estaba casado o en realidad se rompió la relación porque ella le fue infiel, o se amaron eternamente después de aquella noche en la que borrachos se encontraron para siempre». 'Constelaciones', cuya lectura se devora, pudo verse en Broadway, en 2015, con Jake Gyllenhaal y Ruth Wilson en escena. Ahora, este estreno murciano promete.

–¿Por qué le atrapó esta obra de Nick Payne?

–Me vi muy reflejado en ella porque no se trata de una historia de amor romántica, sino de una historia que muestra toda la complejidad que encierra una relación de pareja, que también puede ser muy dura.

–¿Cómo llegó a sus manos?

–Nacho [Vilar, de Nacho Vilar Producciones] me dijo: 'Para la siguiente producción, elige tú la obra'. Y me puso la condición de que sólo podríamos contar con dos actores y un técnico. A partir de ahí, me puse a leer y a leer obras y tardé bastante, la verdad, en encontrar 'Constelaciones', de la que no había traducción al castellano. Empecé a leerla en inglés y me enganchó totalmente, a pesar de que estaba buscando algo que no fuese complejo [sonríe]. Terminé su lectura y me dije: '¡Esto es lo que vamos a montar!'.

–¿Qué destaca de los personajes?

–Ella es una mujer que se come el mundo, y por el hecho de querer comérselo, cuando de repente se le trunca esa forma de vida tan apasionada, decide que eso ya no es una forma de vivir. El hecho de estar enferma y de verse degenerando no lo soporta.

–¿Y él?

–Es un trozo de pan que la quiere con toda su alma, que está enamorado perdido desde la primera vez que la vio y verdaderamente quiere estar con ella hasta el final sea como sea, de la forma que sea y pase lo que pase. A mí me gusta mucho el amor que siente por ella, un amor incondicional que pasa por encima de las enfermedades y de todo. No los veo como a dos personas distintas, sino como los diversos estados de ánimo que podemos tener cada uno de nosotros; reaccionamos de una manera u otra dependiendo del momento y de las circunstancias.

–¿Eligió usted a los intérpretes?

–Sí, también tuve esa fortuna. Que el actor sería David Terol lo tenía clarísimo ya desde que empecé a leer textos para ver por cuál me decidía. Buscaba una obra que le cuadrase bien a él, la verdad. A la actriz que interpretaría a Marian no la teníamos desde el principio e hicimos un 'casting'. Sandra, a la que conocía porque había trabajado en montajes de la Escuela [de Arte Dramático de Murcia] se presentó e hizo una prueba magnífica que me dejó clavado en la silla. Tiene un ángel muy particular encima del escenario.

–¿Y el resultado final?

–Te hipnotiza, te enganchan de una manera brutal. Además, te entran ganas de ser él y de ser ella, deseas vivir esa historia, incluso querrías pelearte como ellos, poner los cuernos como ellos...; quieres vivir esa historia de amor que, aunque rocambolesca, termina siendo épica. Es un texto complejo para interpretar. Es un trabajo dificilísimo, por los saltos emocionales y temporales, por ejemplo. Pero estoy muy tranquilo, sé que harán un excelente trabajo.