Espacios de la resistencia
mesa para cinco ·
Reconozco que escribo estas palabras sumida en una especie de resaca mental. En pocos días he escuchado las imprescindibles reflexiones de Sami Naïr y Francisco ... Jarauta durante 'La noche de las ideas', el evento cultural internacional con el que Cartagena Piensa se ha incorporado a esta celebración del pensamiento. Durante aquella velada, bajo el título '¡Cosmopolitas, uníos!', escuchamos a dos grandes intelectuales hablar sobre los derechos humanos, la confraternidad y el reconocimiento mutuo, como armas con las que resistir los envites del vertiginoso, virtual y exacerbado tiempo que nos ha tocado vivir.
Y en menos de dos días, como si asistiera a una demostración práctica de lo extremadamente difícil que es hoy controlar donde ponemos nuestra atención, el huracán eurovisivo se coló en nuestras casas a través de todos los dispositivos. El ruido, que no la música, ha sido casi ensordecedor. Pero mientras intentaba no quedar atrapada por la red y el tsunami de valoraciones que se vertían en ella, hubo una de mi compañero de mesa y flamante finalista del Benidorm Fest, Aarón Saez, que de alguna forma me devolvió a esas horas previas en las que mis pensamientos se debatían entre mantenerme fiel al optimismo militante que intento practicar o sumarme definitivamente a la perplejidad y el escepticismo (apasionado) que confesó sentir Jarauta. Pero esa fracción de segundo en la que un tuit pasó por delante de mis ojos, inclinó la balanza y, por ahora, voy a seguir persiguiendo con ahínco las dosis de esperanza que se necesitan para no desfallecer.
Lo que nos decía Aarón en aquel tuit era que se sentía feliz de vivir la vuelta del discurso a la música y de que el feminismo y la igualdad se hubieran convertido en el bastión del arte. Yo no sé si han vuelto o simplemente es que estaban enterrados bajo el grueso manto de las tendencias. Pero desde luego que en medio de la radiante algarabía eurovisiva, del 'mainstream' por antonomasia, se hayan colado discursos como los de Rigoberta Bandini o Tanxugueiras son, sin duda, un nutritivo combustible para avivar los espíritus críticos. Los himnos son necesarios.
Vamos sabiendo que los héroes modernos compartieron ideas y vidas con hombres y mujeres de talento y valentía equiparables
Y aquí quería yo llegar, porque de alguna forma comparto esta buena sensación transmitida por Aarón, pero trasladada a mi disciplina. Y ahora es cuando me pongo en plan señora y digo aquello de... porque cuando yo empecé en esto de la arquitectura pasé muchos años pensando que el urbanismo era una rama menor, que los edificios que nos enseñaron a amar (y lo sigo haciendo) los habían construido hombres solitarios con un talento y un talante heróicos, o que estábamos todos condenados al fracaso porque el éxito solo lo conseguían media docena de arquitectos (y dos arquitectas muy singulares) que copaban los inaccesibles medios de comunicación especializados con fotos de edificios vacíos. Pero afortunadamente todo esto está cambiando. Hoy en día el urbanismo se perfila ya como lo que es, una poderosa herramienta para afrontar grandes retos del mundo como la desigualdad, el cambio climático o la soberanía alimentaria. Vamos sabiendo que aquellos héroes modernos compartieron ideas y vidas con otros hombres y mujeres de talento y valentía equiparables y la arquitectura ya no es solo una cuestión de objetos construidos y validados por un sistema cerrado, opaco y endogámico.
Así que podemos lamentarnos, por supuesto, desarrollar esta profesión dignamente es muy complicado, pero como decía antes, mi misión es lanzar rayos de esperanza y para mí, como en la música, los enfoques que empiezan a llegar el público en general y a los estudiantes en particular me parecen ilusionantes, pues afrontan la lucha por la (re)construcción de un mundo más amable, justo y sostenible.
Integración y memoria
Como muestra de este cambio de paradigma quería traer a esta página alguna de las líneas de investigación en las que se interesan nuestros alumnos cuando después de cinco cursos se enfrentan a su Trabajo Final de Grado. Sostenibilidad, accesibilidad, regeneración de los paisajes, revisiones de la historia rastreando la invisibilizada aportación de las arquitectas, propuestas espaciales para paliar la violencia de género y la sensación de inseguridad de la mujer en el espacio público, vida cotidiana y cuidados, el bienestar de las personas vulnerables en la ciudad, participación ciudadana, integración social, memoria...
Podría decir que cada año me ofrece una dosis de optimismo porque, sí, hay demasiado ruido, precariedad, crispación, velocidad, desinformación, pero también hay un palpable compromiso con la realidad de muchos de nuestros jóvenes que, además, ahora sí encuentran altavoz y foros en los que reconocerse, apoyarse y crecer construyendo los espacios de la resistencia.
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