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'NUCLEAR FAMILY' JOSEP TORNERO

Diario de escritura (LXI)

TIEMPO POR VENIR ·

Domingo, 13 de septiembre 2020, 09:20

Lunes 31 de agosto

Retomas el diario. Es curioso, lo titulaste 'Diario de escritura' y el primer borrador de la novela lo has escrito fuera de campo. Eso es lo que has hecho este verano. Tres meses de confinamiento voluntario. Salvo alguna pequeña salida. Encierro de escritura.

Anoche imprimiste la primera versión. Doscientas treinta páginas. No sabes si salvarás algo –alguna frase, algún diálogo–, pero ya está el magma terminado. Es así como trabajas. Es la parte fundamental. El momento de creación desde la nada. El primer borrador: escribir para saber lo que quieres escribir. Llegar hasta el final para hacer avanzar la historia. La historia en bruto, los personajes esbozados, sin estilo, sin tono, sin apenas rasgos característicos. Solo la historia pura, raquítica, fuera de tu cabeza, pero aún incomprensible para los demás.

Imaginas que alguien pudiera leer eso que has escrito. Te perdería el respeto inmediatamente. Lleno de erratas, de esbozos, de escenas inconexas... Y sin embargo ahí está todo. Para ti es la parte más difícil, la que menos te gusta, la que te produce más vértigo. Porque surge desde cero. Es como dibujar en el aire, crear en el vacío.

Lo que viene después lo disfrutas más. Profundizar, ampliar, cortar, pulir, reescribir. Ya hay suelo bajo tus pies.

Aunque nadie debería leer eso, se lo pasas a Raquel. Necesitas que ella lo pueda comprender, para consultarle decisiones, para charlar sobre los personajes, sobre la historia. En realidad, escribes este primer manuscrito también para ella, para mostrar eso que durante meses has tenido en la cabeza, para que vea o intuya la historia en la que trabajas cuando cierras la puerta del despacho. Para que 'voy a escribir' no sea solo 'voy a teclear', sino voy a estar con Leonor, con Gregorio, con Marko, con Ramón, con Émile, voy a habitar ese mundo de fotografías postmortem, daguerrotipos y mundos que se vienen abajo.

Martes 1 de septiembre

Amaneces temprano en Jávea. A las ocho y media comienzas un taller práctico de daguerrotipo. La protagonista de tu novela se inicia en esta práctica fotográfica y quieres ser fiel a la realidad.

Pasas el día entero en el estudio de Nina y Hélène. Te enseñan a pulir las placas de cobre plateado, a impregnarlas de vapores de yodo y de bromo, a hacer la fotografía y a revelar con vapor de mercurio, a virarlas al oro y a encapsularlas para que no se destruyan. Tienes la sensación de viajar en el tiempo, a los orígenes de la fotografía. Ver aparecer la imagen en la placa es algo parecido a la magia. Casi en el límite de la alquimia.

Al final te vuelves a casa con tres daguerrotipos. En ellos pareces un espectro. Son espejos con memoria. Eso es exactamente lo que te interesa de esas imágenes, el sentido de presencia y ausencia. Y la relación con el tiempo pasado, con ese mundo que desapareció y ahora regresa para revelar el presente.

Llegas a casa a medianoche, con la sensación y el privilegio de haber aprendido algo así como un conocimiento secreto. Una práctica en el borde de la extinción.

Miércoles 2 de septiembre

Vuelves a las redes sociales. Durante este verano no has compartido pensamientos, bromas, opiniones... Llegaste a pensar que se iban a perder. Pero en realidad se pierden igualmente en la red, aunque de otro modo.

Lo que más has disfrutado del periodo sin redes ha sido el hecho de poder madurar las opiniones. Dar tiempo. A lo que ves y a la necesidad de posicionarse en cualquier momento, aquí y ahora. Eso ha sido una liberación. Y vas a intentar mantenerlo así. No meterte en eso que Bauman llama «tormentas de mierda», esas corrientes que lo ensucian todo y no llevan a nada... Tratar de escapar a la presión de opinar de cualquier cosa, de posicionarte constantemente ante la actualidad... Continuar en el 'no sé' cuando no sepas algo. No vivir obsesionado por tener que comentarlo todo y apostillar la realidad.

Jueves 3 de septiembre

Durante el verano has escrito. Constantemente. Con disciplina. Prácticamente todos los días. Por la mañana y por la tarde. Primero esbozando en el cuaderno y luego llevándolo al ordenador. Has tenido momentos de bloqueo. De creer en lo que estabas escribiendo y también de desconfiar. De pensar que es algo bueno y que merece la pena, y de querer desistir y comenzar algo diferente. Porque mientras que el magma no está ahí, todo se puede ir al traste en cualquier momento.

Has escrito, pero también has leído sin parar. Por puro placer, pero también para observar modos de hacer. Para fijarte en tonos, estructuras, narradores, personajes.

Te ha decepcionado 'Encuéntrame', la última novela de André Aciman. Es querer estirar una historia que ya tenía final en 'Llámame por tu nombre'. Aun así, te ha gustado retomar esas voces y esos personajes, revivir sensaciones. Te han gustado mucho 'La carne', de Rosa Montero, y 'Amor intempestivo', de Rafael Reig. No habías leído aún 'Mira si yo te querré', de Luis Leante, y te ha parecido una obra magistral. Igual que 'Hombre lento', de Coetzee. El mejor ensayo que has leído ha sido el de Jorge Carrión, 'Lo viral', quizá su mejor libro. Y la mejor novela, 'Un amor', de Sara Mesa, una autora que desconcierta y te perturba a partes iguales.

También te has tragado algunas bazofias importantes. La última novela de Jöel Dicker es probablemente de las peores cosas que hayas leído jamás. Después de eso, 'El guardián invisible', que también leíste para examinar cómo trataba Dolores Redondo la narración, te pareció hasta digerible.

Viernes 4 de septiembre

Escribes a Josep Tornero para proponerle que colabore con sus pinturas en este regreso del diario. Son desasosegantes y siniestras. Como este tiempo extraño que, también extrañamente, uno acaba integrando en su rutina. Las noticias sobre la pandemia, la situación excepcional, las restricciones, el miedo, la mascarilla, la distancia, la incertidumbre...

La escritura y la reclusión te ha salvado del miedo. Ahora, cuando vuelves a mirar, regresan los temores. Y sientes que es necesario cerrar los ojos, aunque sea unos instantes. Para que la realidad no queme demasiado. Aislarse, tomar fuerzas y regresar. Estar y no estar. Pensar en lo que está sucediendo, pero también tratar de no hacerlo durante unos momentos. Tratar de seguir viviendo. Siempre y a pesar de todo.

Domingo 5 de septiembre

Piscina por la mañana. Por fin. En este verano apenas has hecho ejercicio. Te propusiste ir a nadar todos los días, pero solo lo has conseguido algunas semanas. Has pasado el verano pegado a la silla del escritorio. Los kilos del confinamiento se han quedado contigo.

Por la tarde, os dan los resultados del nuevo test de anticuerpos que os habéis hecho por curiosidad, para ver si os quedaba algo de inmunidad. En efecto, los anticuerpos han comenzado a desaparecer. En cinco meses se os han terminado. Parece que ya no sois inmunes. Este virus no puede ser más extraño.

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