David Verdaguer: «La mejor manera de combatir las crisis existenciales es el humor»
El ganador de dos Goya actúa viernes y sábado en La Puerta Falsa de Murcia con su piano cabaret 'Dos señoros', junto a Oscar Machancoses; antes, esta tarde, charlará con los alumnos de la ESAD
Es un lujo disfrutar de David Verdaguer (Malgrat de Mar, Barcelona, 1983) dando vida a personajes como Sergi, en '10.000 km' (Carlos Marques-Marcet), ... por el que fue nominado al Goya a Mejor actor revelación en 2015; como Esteve, en 'Verano 1993' (Carla Simón), por el que se llevó su primer 'cabezón' en 2017 a Mejor interpretación masculina de reparto; como Lluís en 'Los días que vendrán', de nuevo con Carlos Marques-Marcet para narrar la crónica de un embarazo que coincidió, en parte, con el proceso que él también estaba viviendo fuera de la ficción; o al humorista Eugenio en 'Saben aquell' (David Trueba), papel por el que se llevó su segundo Goya, esta vez como Mejor actor protagonista en 2024.
Y un lujo debe de ser disfrutar de David Verdaguer encima de un escenario en otro registro, en directo, cantando, bromeando e improvisando junto al pianista y compositor Oscar Machancoses en el 'show' piano cabaret 'Dos señoros'. La cita doble será el viernes a las 22.00 horas y el sábado a las 22.30 horas en la sala murciana La Puerta Falsa –entradas: 12 euros en lapuertafalsamurcia.com–.
Antes, esta tarde, el actor visitará la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) de Murcia, para mantener un encuentro con los alumnos a las 19.00 horas.
–¿Qué les dirá a los alumnos de la ESAD?
–Sobre todo quiero que ellos me pregunten cosas. Estoy muy contento de que me hayan invitado, me gusta mucho la gente que está estudiando esto y que tiene toda la ilusión del mundo. Me gusta ver gente joven a la que no se le ha olvidado que esto es solo un juego, que no operamos a corazón abierto, es una mentira que tiene que colar. Me apetece mucho estar allí y, más que hablar, escucharles, saber qué piensan sobre el teatro.
–Uno de sus miedos es no poder vivir de la profesión. Usted dijo en una entrevista que sí se puede sobrevivir del oficio dedicándose, por ejemplo, a realizar cuentacuentos en las bibliotecas.
–Sobre todo la gente joven, creo que a veces confunde el poder trabajar de esto con la fama. Es verdad que este es un oficio con mucha precariedad laboral en el que muy poca gente puede dedicarse a esto y vivir bien, pero son muchos los valientes que más o menos viven de esto contando cuentos en bibliotecas, haciendo de payaso en comuniones, animación en bodas... se puede hacer, pero es algo muy duro y hay un momento en el que uno se cansa de trabajar con tanta precariedad. Yo conozco a actores buenísimos que se ganan la vida en esta profesión y no los para nadie por la calle. Por eso la fama no tiene nada que ver.
«La gente joven creo que a veces confunde el poder trabajar de esto con la fama»
–¿Cómo nace 'Dos señoros'?
–Oscar, el pianista, y yo, nos conocemos desde hace algo más de 10 años. En el momento en el que nos conocimos los dos veníamos de una separación sentimental. Ahí ahogamos las penas cantando boleros y nos creamos un espectáculo, 'Dos machos verdes fritos'. Eso funciona muy bien y lo hacemos en bares y teatros pequeños de Barcelona y de la zona. Ahora, nos hemos dado cuenta de que ya no somos machos, somos 'Dos señoros'. Es un concierto cabaret donde la gente verá canciones originales nuestras, donde hablamos de la crisis de la mediana edad, de todos los temas de los que los señoros entienden o no entienden. Hablamos de política y de fútbol, pero también hablamos del poliamor, que es algo que no entendemos. Tengo muchas ganas de ir a Murcia y de comer bien. Va a ser la primera vez que actúe allí. Tengo grandes amigos en Jumilla.
–Aunque ha hecho mucho teatro, quizá el público murciano le asocie más con el cine y la televisión.
–Es verdad que en el resto del territorio, fuera de Cataluña, me conocieron más como catalán triste, señor triste y sensible, pero el teatro es lo que me llena el alma, lo que me gusta, lo que me pone cachondo. Aquí hay mucha improvisación y me lo me lo paso teta. Y si estamos inspirados Oscar y yo, el espectáculo es bastante divertido.
–¿Cómo es el momento en el que se dan cuenta de que ya no son tan jóvenes y son más...?
–Di que sí, di que sí, ¡qué depresión pura! (ríe). Yo tengo 42 años, es difícil que viva otros 42 años en condiciones físicas y mentales buenas, entonces, estamos a un poquito más de mitad de camino. Si fuéramos un móvil, nos quedaría un 47% de batería. Te das cuenta de que la vida pasa y sí que hay un poco de crisis. Para mí, ya le hemos dado la vuelta al jamón. La parte que viene ahora es la más sabrosa, pero estamos más cerca del hueso. Y la mejor manera de combatir las crisis existenciales es y será siempre con el humor.
«La paternidad te coloca en el sitio en el que debes estar. Es lo mejor que me ha pasado en la vida»
–¿De qué manera le cambió su paternidad?
–Mucho. La paternidad es maravillosa, porque ya te dejas en paz un poquito a ti y te centras en una persona que ha venido al mundo. La paternidad te coloca en el sitio en el que debes estar. Yo creo que es lo mejor que me ha pasado en la vida. Tengo una hija preciosa de 8 años, me cae bien y creo que yo a ella también le caigo bien de momento, hasta que llegue la adolescencia, luego volvemos a hablar. Yo aprendo mucho con Lupe.
Una obra al año
–Ahora, en este lado del jamón, como dice, ¿qué proyectos profesionales le gustaría abordar?
–Yo soy un afortunado de la vida. Me gustaría seguir contando historias interesantes y combinar bien el cine y el teatro. Me encantaría hacer una obra de teatro al año. Y, en cine, me gusta mucho cuando me llaman los directores que van a rodar óperas primas, porque es gente que tiene mucha ilusión. Tuve la suerte de hacer la ópera prima de Carla Simón, 'Verano 1993'. Y me encantaría probar el doblaje de animación. Sí, hacer voces. Me encantan los dibujos.
–Hablando de voz, ¿cómo se preparó el personaje de Eugenio?
–Me descargué Youtube Premium y me puse a ver muchas, muchas cosas, desde documentales a actuaciones suyas. Luego, una vez me empapé de él, David [Trueba] me dijo: 'pues ya está, ahora olvídate'. David siempre decía que una buena imitación se aguanta dos minutos, pero que la película no se basaba en imitarlo, sino en pillarle la energía, el rollo. Claro, yo sé cómo Eugenio contaba los chistes, pero no sé cómo estaba en su casa, ni cómo desayunaba, ni cómo hablaba con sus hijos, ni cómo se ponía triste. Hay un momento en el que tú tienes una jaula, que es el personaje y, a partir de ahí, tienes que intentar encontrar la libertad en esa jaula.
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