Cristóbal Gabarrón: «Me agarraba a que a mí eso de la muerte no podía ocurrirme todavía»
«He luchado con desesperación para salir adelante», dice el pintor muleño
Llegado 2021, Cristóbal Gabarrón (Mula, 1945) se sumó al temible peregrinaje de dolor, incertidumbre y soledad de quienes viven el latigazo de la Covid-19. ... Semanas de hospital, una experiencia que hiela la sangre, y por delante meses de recuperación. Hoy cumple 76 años. Si mira hacia atrás, queda en el aire su ansiado proyecto de instalarse a vivir en Mula, en el espacio Centro Gabarrón de Creación Artística, que ha diseñado para él Álvaro Siza, paralizado a consecuencia de las pésimas y judicializadas relaciones entre el Ayuntamiento muleño y su Fundación Casa Pintada (FCP), creada en Mula en 2004. Si mira al futuro, en 2022, con motivo del 30 aniversario de la Fundación Gabarrón, en Nueva York, le espera un largo viaje, «por los cinco continentes y por la Antártida», para pintar en vivo, en lugares muy especiales, entrando en diálogo con la música, la danza y la palabra. Dice Miguel Ángel Zalama, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid: Gabarrón es «un artista importante, con gran relación con la ONU, reconocido internacionalmente aunque haya a quien no le gusta, como es normal». No deja indiferente, asombra su fortaleza (mental, física, de espíritu que no envejece).
–¿Qué ha logrado entender?
–Por ejemplo, que siempre hay que estar dispuesto a poner en cuestión aquello que hemos aceptado como verdad. Otro ejemplo: siempre deberíamos estar dispuestos a empezar de nuevo a relacionarnos con el mundo con la mente más abierta.
–[Hoy] cumple 76 años, ¿a qué dice claramente 'no'?
–A la intolerancia, al no diálogo, a las posturas extremas, a todo lo que impide la buena convivencia entre las personas. No me gustan las actitudes que conducen a la irritación, no me gusto tampoco a mí mismo cuando me irrito.
–¿Fundamental qué es?
–Para mí, la humildad; humildad a la hora de ver la vida, de enfrentarse a ella y a uno mismo. Incluso para crear hay que ser humilde. Uno no es el centro del universo; además, si estás solo no puedes hacer nada, no se lleva a cabo ninguna conquista si no es con ayuda. Y otra cosa: nadie tiene la razón absoluta. Si no queremos vivir de espaldas a los demás, no nos queda otra que acudir al diálogo. Un diálogo que también hay que afrontar con humildad, porque de lo contrario no servirá para nada.
–¿Qué rechaza?
–Cualquier tipo de violencia. También le diría que a los imbéciles.
–¿De qué está convencido?
–Cada ser humano es único e irrepetible. Y eso es extraordinario.
–¿Qué ha procurado?
–Para empezar, precisamente, ser humilde [ríe]. No es fácil serlo, tienes que luchar contra la cabezonería, contra la tentación de faltar al respeto al otro cuando te saca de quicio...; cuando se trata del otro, de relacionarnos con el otro, conviene pensarse dos veces lo que vas a decir, afinar al máximo. Lo que yo procuro es ser honesto; ser yo, no otro; no busco dar una imagen, no busco agradar por agradar, no suelo decir lo que no siento. Y con respecto a mi obra, que no sé si le gusta o no a la gente, si es buena o mala o si tiene garra o no, lo que sí sé es que la hago con total honestidad, como también defiendo mis ideas con honestidad y me relaciono con la gente siendo honesto. Quiero decir: pongo el alma en lo que hago, aunque está claro que me puedo equivocar. Voy por la vida a corazón abierto.
Lo que dice
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¿Se irá a vivir a Mula? «Es fácil entender que no te apetezca estar en un sitio donde no te quieren, y lo digo por el Ayuntamiento»
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Su relación con la Región: «Algunos pueblos de Murcia me han ofrecido vivir allí y ponerme un estudio»
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Sobre su obra: «No sé si es buena o mala, lo que sí sé es que la hago con total honestidad»
–¿Qué le sirve de ayuda?
–Intento sacar lo positivo de toda experiencia que vivo, por muy negativa que esta sea. Soy muy optimista, y lo he podido comprobar, de nuevo, con la experiencia tan dura que he tenido [con la Covid-19]. Fíjese, un virus ha sido capaz de descentrar al mundo entero y ponerlo del revés. Creo que a muchos nos está sirviendo para pensar en lo que es importante y en lo que lo es menos. Y ahí, al menos en mi caso, después de haber recorrido tanto camino y de haber tenido una vida muy intensa, me doy cuenta de que las cosas verdaderamente importantes son, al menos en apariencia, cosas muy sencillas, a nuestro alcance si no nos perdemos en tonterías: necesitamos un amigo con el que podamos hablar a calzón quitado, necesitamos tener una familia a la que cuidar y en la que sentirte querido, necesitamos abrazar, estar tranquilos, disfrutar de la belleza del campo, conversar... y no perder la ilusión. Y ojalá tuviésemos todos claro lo importante que es cuidar muy especialmente a los niños, porque ellos son el futuro.
–Se le escucha muy animado, enérgico...
–... y todavía me quedan unos meses de recuperación. Lo he pasado realmente mal, esto [de la Covid-19] no es ninguna broma. Si yo o cualquiera que haya estado ingresado en un hospital por este virus, enchufado a un respirador veinticuatro horas tras veinticuatro horas, pudiésemos saber transmitir a los demás cómo te sientes, creo que hay mucha gente que no se comportaría de un modo tan irresponsable, tan frívolo. He estado muchos días hospitalizado, a punto de ingresar en la UCI, compartiendo el espacio con dos enfermos más, con tanto miedo como tú y tan solos como tú, porque allí no entra nadie salvo el personal sanitario, que parecen extraterrestres. En todo el tiempo que estás ingresado, no conoces a nadie. Solo ves los ojos de algunas personas, los sanitarios, que se portan con una humanidad extraordinaria.
Azahar
–¿Pensó que todo llegaba a su fin?
–Por el miedo que tenía, evidentemente, y porque soy una persona positiva, como le decía, me agarraba a que yo no me iba a morir, a que a mí eso de la muerte no podía ocurrirme todavía porque me quedaban muchas cosas por hacer. No he pensado en Dios, ni en la muerte, sino en vencer al virus, en ponerme bien para seguir con mi vida. Me decía: 'No puedo dejar sola a mi familia'. He luchado con desesperación por salir de allí. Soy una persona muy volcada desde siempre en mi familia, que es el primer núcleo en el que se tiene que dar la solidaridad, la unión, el consuelo. Te agarras a un clavo ardiendo, a esa palabra amable de una enfermera que te dice que todo va a salir bien. Y, es curioso, allí metido solo te acuerdas de lo bueno que te ha pasado en la vida desde que eras un niño. Yo no he perdido el olfato, ni el gusto, y ni se imagina lo que yo hubiese dado por haber podido oler a azahar en la soledad de aquella habitación.
–¿Ha descartado su plan de vivir en Mula, en el espacio Centro Gabarrón de Creación Artística, que el arquitecto Álvaro Siza (Premio Pritzker en 1992), diseñó para usted en 2017?
–Álvaro ha puesto toda su pasión y su conocimiento en este proyecto [que se ubicaría en la finca Paraje de los Llanos, de 87.382 metros cuadrados], que yo creo que era bueno para Mula y para toda la Región. Una vivienda-estudio y otras construcciones en la que pasarían temporadas artistas de importancia internacional; un lugar de debate, de reflexión, de creación a nivel mundial. Yo estaba muy ilusionado; había decidido, de acuerdo con mi familia, que viviría dos meses en Nueva York y el resto del año en Mula. También tengo en mi pueblo un gran estudio que ni siquiera he llegado a estrenar. Hubo problemas con la actual Corporación [que preside el alcalde socialista Juan José Moreno], y cuando tienes problemas con un Ayuntamiento, que no apoya el proyecto general de tu fundación [la Fundación Casa Pintada-Museo Cristóbal Gabarrón (FCP), creada en 2004 y cuyas pésimas relaciones con el Ayuntamiento están judicializadas] te enfrentas a la incomprensión. Creo que es fácil entender que no te apetezca estar en un sitio donde no te quieren, y no lo digo por la gente de Mula, sino por el Ayuntamiento, que intenta minar la FCP todo lo que puede. Una Fundación que ha hecho que se hable de Mula y de la Región de Murcia por todo el mundo. El Ayuntamiento actual, por las razones que sea –que no las conozco aunque las sospecho–, optó por una especie de lucha frontal contra la FCP. Yo no pedí llevarla a Mula. A mí me sacaron de mi pueblo con 6 años, y nunca volví a pedir nada; fue mi pueblo el que vino a pedirme que me mojase, que ayudase, que pusiera allí mi conocimiento, mi experiencia, mis relaciones. Y lo hice muy ilusionado...; pese a todo, yo no he renunciado totalmente al proyecto de vivir allí. La vida me ha enseñado que siempre hay un momento en el que deja de llover, es una cuestión de tiempo. De hecho, la FCP sigue funcionando, sigue abierta, porque mi familia y yo creemos en ese proyecto y pensamos que tenemos mucho todavía que aportar a Mula. Pero está claro que no puedes ir en contra de un Ayuntamiento que se dedica a ponerte zancadillas. Yo quiero a mi alrededor pulsiones positivas, no negativas. A mí, algunos pueblos de Murcia me han ofrecido vivir allí y ponerme un estudio.
–En 2022, la sede central de la Fundación Gabarrón, en Nueva York, celebrará su 30 aniversario. Y tiene usted previsto realizar con este motivo una serie de intervenciones, pintando en vivo, en varios países...
–... en los cinco continentes y en la Antártida, sí. Una experiencia creativa en la que se unirán varias disciplinas artísticas, en función del escenario elegido en cada lugar del mundo. Mi pintura en vivo dialogará con la música, con la danza, con la palabra...; estoy muy ilusionado, y me siento fuerte y con muchas ganas para llevar a cabo esta iniciativa.
«Hace ya mucho que procuro que no me afecten las críticas»
–Si me hubiera pasado cuando eran joven, a lo mejor me habría afectado, pero hace ya mucho tiempo que procuro, además de aceptar que la opinión es libre, que no me afecten las críticas, sobre todo cuando no están bien fundamentadas y, además, suelen responder a no sé qué intereses que vaya usted a saber. No fue agradable, entre otras cosas porque me preocupa enormemente la cantidad de manipulación y de desinformación que se da en la sociedad actual, lamentablemente en todo el mundo, no solo en España, pero no hicimos nada incorrecto; la exposición [colaboró el Ministerio de Asuntos Exteriores] estaba acordada y se llevó a cabo.
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