Javier Gutiérrez: «Nunca soñé con convertirme en un actor de cine, y menos con lograr premios»
Recibirá este sábado, en una gala de clausura en la que se verá en primicia su película 'Honeymoon', el reconocimiento del Festival Internacional de Cartagena (FICC)
Le gusta la vida de barrio, «comprar en los pequeños mercados, charlar con los vendedores de los puestos, curiosear novedades editoriales en librerías en las ... que te sientes como en familia, leer a Philip Roth, tomar unas cervecitas en las terrazas de verano, comer y beber bien», y, también, «ir al teatro y al cine como espectador». Y es muy raro que, haciendo todo eso que cita, pueda pasar desapercibido Javier Gutiérrez (Luanco, 1971), porque es uno de los actores -de teatro, cine y televisión- más elogiados, respetados y populares de este país. Gutiérrez, quien se define como «una hormiguita, un trabajador incansable que ama mucho este oficio y que trata en la medida de lo posible de dignificarlo», recibirá este sábado, en el Auditorio El Batel, el Premio FICC en su 52 edición, que le otorga el Festival Internacional de Cine de Cartagena, que dirige Nacho Ros. Una oportunidad para agradecerle la brillantez de sus creaciones cinematográficas. La gala de clausura, a las 20.00 horas, incluirá la proyección de su nueva película, que llegará a los cines el próximo 12 de enero: 'Honeymoon'. Dirigida por el gallego Enrique Otero, en ella comparte cartel con Nathalie Poza para contar una historia que promete y mucho. Es, Javier Gutiérrez, un lujo de persona, un lujo de artista.
-Un espectador hizo este comentario sobre usted: «Me cae superbien este actor, le miro a los ojos y veo una persona limpia». ¿Tiene razón?
-[Ríe] Yo me tengo por una persona a la que se le puede mirar de frente sin encontrar hostilidad, y a la que le gusta mirar a los ojos a la gente procurando no andarme con prejuicios. Pero no crea que todo lo que recibo son buenos comentarios [se refiere a las redes sociales, sobre todo]. Por ejemplo, hablar de política en este país, un país fantástico en el que nos queda a todos trabajo por hacer, se está volviendo complicado porque, por desgracia, hemos vuelto al enfrentamiento entre los dos bandos, un poco a esa España a garrotazos de Goya; y si te decantas por un bando, ya sabes que te van a llover los palos del otro.
-¿Y eso le cohibe a la hora de expresar sus opiniones?
-No quiero autocensurarme por nada, faltaba eso viviendo en un país democrático como el nuestro; digo lo que pienso, sí, pero sin hacer sangre y siendo consciente de que las palabras pueden, a veces, acarrear grandes y graves problemas. Y otra cosa: los actores vivimos del público, y hoy sabes que determinadas opiniones o determinados titulares van a restar espectadores a tu próxima película, obra de teatro o serie de televisión.
-Vuelve este sábado a Cartagena para recoger el Premio FICC52.
-Recibo el premio con alegría; siempre te gusta que se acuerden de ti, sobre todo si es para premiar tu trabajo, tu trayectoria. Los premios dan visibilidad a los proyectos en los que participas y eso se agradece, pero también le diré que, de verdad, pienso que no porque uno tenga más premios es mejor actor que otros compañeros que no son premiados. No eres mejor actor por tener la repisa llena de trofeos. Reconozco que alimentan un poco el ego, y eso tampoco está mal siempre y cuando no te creas que te los mereces más que nadie.
«Me tengo por una persona a la que se le puede mirar de frente sin encontrar hostilidad, y a la que le gusta mirar a la gente sin prejuicios»
-¿Mira su trayectoria en el cine con satisfacción?
-Claro que sí, cuando llegué a Madrid con 18 años no imaginé una carrera así ni en sueños [ríe]. Tenía el sueño de ser actor, pero nunca pensé en colocarme delante de una cámara, ni en estrenar en la Gran Vía, ni en protagonizar una película, ni una serie de televisión; todo eso no entraba en mi hoja de ruta, mis planes eran muy distintos.
-¿Qué anhelaba?
-Mi libro de cabecera es 'El viaje a ninguna parte' [novela de Fernando Fernán Gómez publicada en 1985]. Quería formar parte de esa familia de cómicos, aunque obviamente viviendo dignamente y sin las privaciones de aquellas compañías que lampaban y pasaban mucha hambre. Lo que yo quería era hacer teatro, subirme a un escenario y pasar a ser uno más de la familia de los cómicos. Nunca soñé con convertirme en un actor de cine, y menos en recibir premios. Por eso vivo mi relación con el cine con mucha gratitud, y a veces hasta de forma sorpresiva [ríe].
-¿Qué películas suyas son las más especiales para usted?
-La primera que le diría es 'La isla mínima' (2014), porque significó a nivel profesional [logró un Goya y la Concha de Plata] un salto cualitativo en mi carrera, gracias a Alberto Rodríguez. Esta película hizo que la industria, que la gente que forma parte de ella, me mirase con otros ojos. Pasé de ser un actor de teatro, y de comedia en series de televisión, a convertirme, de repente, en un actor que lidera proyectos que tienen que ver no sólo también con dramas, sino con películas con directores importantes y con personajes que agradezco.
Directoras
-¿Y a nivel personal?
-Sin duda, 'Campeones' [dirigida por Javier Fesser en 2018], porque ya sabe que mi hijo mayor, Mateo, tiene una discapacidad importante. 'Campeones' ha dotado de una gran visibilidad al mundo de la discapacidad, que nuestra sociedad, hasta entonces, no había contemplado, no sé si por falta de educación, si por mirar hacia otro lado, si por ponerse de perfil, o simplemente porque necesitábamos un puñetazo en la mesa como supuso la película de Javier. Ha sido necesaria esta película para que nos diésemos cuenta, primero, de lo que nos estamos perdiendo; y, segundo, para abrir los ojos y ser, en ese sentido, mucho más permeables a lo que tiene que ver con el mundo de la discapacidad y, por ende, con el mundo de la inclusión de estas personas en nuestro mercado laboral.
-Sólo ha rodado una película dirigida por una mujer, 'El olivo' (2016), de Icíar Bollaín.
-Es verdad, y me apetece mucho volver a ser dirigido por una directora, me interesan mucho las miradas femeninas sobre nuestra realidad, nuestro mundo, sobre todo lo que nos pasa. Aprovecho para decir que estoy esperando que me llamen [sonríe].
-Almodóvar.
-Me encantaría poder explorar el universo almodovariano, es un director importantísimo en nuestro cine y siempre me interesan sus historias. Este 'western' ['Extraña forma de vida'] que ha rodado con Pedro Pascal y Ethan Hawke me parece que demuestra, una vez más, lo bien que sabe reinventarse; pero no sólo Almodóvar, hay muchos directores y directoras con los que me encantaría trabajar.
-¿Y volver a coincidir con Pepa Aniorte?
-¡Me encantaría! Nosotros, en este oficio, tejemos relaciones que son cortas, pero a veces también muy intensas y que llegan a durar toda la vida. Pepa, que es una gran actriz, y yo coincidimos en 'Los serrano', en 'Águila Roja', y llegamos a interpretar juntos, ¡ella a Carmen Polo y yo a Franco!; los dos venimos de la misma escuela, la de trabajar muy duro para llegar a mantener una estabilidad en nuestra profesión. Y el éxito y la popularidad no se nos ha subido a la cabeza a ninguno de los dos.
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