Ramón Barea: «A ver quién demonios, y en nombre de qué, saca partido de esta gran tragedia»
Junto a intérpretes como Ernesto Alterio, hoy representa en el Teatro Circo Murcia la aclamada 'Shock (El Cóndor y El Puma)'
«Al principio, tenía la sensación de que no iba a pasar nada, de que esas cosas no pasan aquí, pasan allá lejos...», cuenta Ramón ... Barea (Bilbao, 1949). Se refiere a la Covid-19, se refiere a al desconcierto atroz que se apoderó del mundo este inmenso actor que hoy –a las 19.00 horas– se subirá al imponente escenario del Teatro Circo Murcia (TCM) para representar, formando parte de un reparto que también cuenta con Ernesto Alterio, 'Shock (El Cóndor y El Puma)', el montaje dirigido por Andrés Lima, e iluminado por el jumillano Pedro Yagüe, que está dejando impactados a los espectadores: capitalismo salvaje, golpes de estado, torturas, engaños masivos, manipulación del poder...
«Cuando empezó a pasar», prosigue Barea, «pensaba: 'Bueno, esto se va a acabar enseguida, esto no puede durar; no nos cabía en la cabeza una catástrofe como esta». Pero ha sido posible. «La primera cosa que me afectó profundamente», indica, «una vez que se paró todo, que se detuvo en seco el carro y pudimos todos reflexionar, mientras el fantasma de las muertes campeaba a sus anchas y daba miedo, fue el tema de la edad, de la vejez».
–¿Por qué lo dice?
–Porque de pronto, con mucha soltura, se hablaba de que hay edades de riesgo, a partir de los 65 años, y de que casi es normal que esta gente vaya cayendo. De hecho, me dolió que, una vez que se intentó empezar a remontar la situación, productoras de cine y de televisión, que querían retomar su actividad lo antes posible, decían en sus propuestas de protocolo a la Administración: 'Vamos a continuar los rodajes de la siguiente manera: suprimiendo a los personajes mayores, los vamos a quitar de los guiones...'. De repente, esa terrible idea de que sobra alguien, de que sobran otros, en este caso los mayores, me provocó una terrible sensación de que la sociedad estaba despreciando a un sector muy importante de la gente que la habita».
«Esa terrible idea de que sobra alguien, de que sobran otros, en este caso los mayores, me provocó una terrible sensación de que la sociedad estaba despreciando a un sector muy importante de la gente que la habita»
–¿Y entonces?
–Empecé a sentirme viejo, débil, como de poco valor; fue un sentimiento íntimo que, evidentemente, he remontado y del que he salido no solo más fuerte, sino más rabioso y más reivindicativo que antes. Hubo un momento en el que casi se culpabilizó a las residencias de ancianos, como si de ellas brotase el mal; se hizo una lectura muy extraña que rápidamente se aceptó.
«Nos hemos dado cuenta de la cantidad de agujeros que se van produciendo en la sociedad que estamos creando», dice el intérprete, para quien «este parón ha permitido fijarse en el mal camino que llevamos y en lo frágiles que somos en el fondo. Nos creíamos invulnerables y con salidas y con seguros para todo, pero ha quedado en evidencia nuestra fragilidad suprema y, también, la facilidad con la que vivimos engañados».
–¿Qué propone?
–Hay que tomar partido públicamente, hay que comprometerse con el momento que vivimos, hay que estar alerta. Al final, siempre hay alguien que intenta hacer, y que hace, negocio con todo, incluso con la mayor de las tragedias. Precisamente, 'Shock (El Cóndor y El Puma)' tiene que ver mucho con esto que le digo, con la economía, con el capitalismo salvaje, con el aprovechamiento sin escrúpulos de cualquier situación. La obra es dura, pero ayuda a entender qué mecanismos funcionan en torno a los grandes males. Da la impresión de que está recién escrita, y de que guarda relación con este 'shock' que nos ha provocado el coronavirus. Cuando toda la sociedad sufre un desconcierto, una gran debilidad, se produce un caldo de cultivo que puede ser utilizado por la economía salvaje. Y, siempre, para bien de unos pocos.
En este montaje teatral «no se habla del coronavirus, se habla de Chile, de Salvador Allende, de Pinochet, del golpe de estado...; todo ello, a partir de los papeles desclasificados de la CIA que dejan claro que el de Pinochet fue un golpe de estado perfectamente organizado por los Estados Unidos con la clarísima intención de privatizar determinados elementos de la economía chilena para que pasaran a manos privadas. Se trataba de que las multinacionales se apoderasen de la riqueza del país».
Democracia
Afirma Barea: «Ya verás cómo alguien va a hacer un gran negocio con este asunto de la pandemia, aprovechando este 'shock' que nos tiene a todos afectados». «Alguien», asegura, «está ya planteándose cómo sacar beneficio de esto. A ver quién demonios, y en nombre de qué, saca partido de esta gran tragedia. Recordemos que, por ejemplo, Estados Unidos invadió Irak en nombre de la democracia y de los derechos humanos. Los ciudadanos tenemos que estar alerta, porque siempre quieren pillarnos desprevenidos».
Ramón Barea, a quien el público de Murcia ovacionó por última vez en 2016, para premiar su excelente interpretación, junto a Nuria Espert, en 'Incendios', el texto de Wajdi Mouawad que llevó a escena Mario Gas, ha dejado de fumar: «Era un fumador compulsivo, y de repente, sin ni siquiera proponérmelo pensando en mi salud o algo así, se acabó el tabaco». Lo que no se extingue es su pasión por el teatro, por la actuación: «No tengo la menor intención de jubilarme. Mi yoga es actuar, estaría haciendo teatro todos los días. En el escenario, dominas el tiempo, el espacio y la relación de comunicación con los otros. El mundo parece detenerse para que tú hagas esa función. Me siento muy vivo actuando».
Barea explica que «como resultado de la investigación teatral sobre un hecho histórico, el del golpe de estado del general Pinochet sobre el Gobierno de Salvador Allende, nace 'Shock (El Cóndor y el Puma)'». Un montaje, que bebe de 'La doctrina del shock', de Naomi Klein, y que genera en el público un estado próximo a la catarsis.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión