«Con 'El año del descubrimiento' éramos conscientes de que teníamos oro en las manos»
El editor y montador de cine catalán Sergio Jiménez opta al Goya a mejor montaje por su trabajo en 'El año del descubrimiento', cinta dirigida por el murciano Luis López Carrasco
Acercarse a los Goya era hasta hace poco más de un mes un deseo «muy naíf» para Sergio Jiménez (L'Hospitalet de Llobregat, 1978). Editor ... y montador de cine, «jamás había pensado que llegaría a la nominación». Ni siquiera con 'El año del descubrimiento', la multipremiada película del murciano Luis López Carrasco cuyo ensamblaje ha sido seleccionado por la Academia de Cine como uno de los trabajos candidatos a luchar por el galardón. Y quizá, porque el género documental solo ha logrado colarse en esta categoría en contadas ocasiones.
Todavía está «boquiabierto», dice, y, también, «muy agradecido por lo que significa esta nominación» tanto para él como para la cinta de López Carrasco, que, el próximo 6 de marzo, competirá igualmente por el galardón a mejor película documental. Para Jiménez –acumula doce largometrajes y varios trabajos en publicidad y televisión– es su primera nominación a los Goya.
«Hemos logrado solo dos nominaciones, pero ha sido muy simbólico»
–¿Fue un reto dividir la pantalla en dos?
–Era algo que siempre quise hacer, y fue increíble poder ejecutarlo en la película de Luis, a pesar de que no estaba planificado. En todas las ocasiones en las que hemos trabajado juntos, hemos apostado por que la forma y el fondo elevaran el contenido del proyecto sin ningún tipo de arancel creativo, y aquí también.
–¿Cómo fue?
–Algunas secuencias estaban grabadas a dos cámaras y me puse a verlas enfrentadas para ahorrar tiempo. Fue entonces cuando me di cuenta de que ahí había algo muy bonito y se lo enseñé a Luis. La primera hora de trabajo fue fácil, nos divertimos; después fue más costoso. No estaba planificado y tuvimos que rascar y rascar el material, pero ha sido un trabajo precioso que, además, y esto siempre lo remarco, hemos realizado a cuatro manos y dos latidos.
–¿A usted qué le parece el resultado?
–Creo que hicimos magia, y que la película se acerca mucho al espíritu que teníamos Luis y yo cuando hablábamos de lo que él quería hacer. Cuando montábamos ya éramos conscientes de que teníamos una gran película, una película «mamut», como nos dijeron en Róterdam [ciudad en la que se estrenó en enero de 2020] por su ambición; sabíamos que teníamos oro en las manos, pero el recorrido que ha tenido después nos ha dejado con la boca abierta.
«Quizá la gente se esté acostumbrando a ver en casa un tipo de cine e ir a las salas para disfrutar de otras propuestas»
–¿Por qué?
–Cuando la cinta se estrena ya no es nuestra, sino del público. Y ahí hemos visto cómo las apuestas que nosotros hicimos en el montaje se han multiplicado. La pantalla partida, por ejemplo, la planteamos con muchas intenciones a nivel narrativo, pero cada uno la ha leído de una manera distinta, y eso ha sido bonito.
«Precioso» y «simbólico»
Rodada en Cartagena y articulada por decenas de testimonios anónimos en torno a una mesa o barra de bar –la cinta transcurre en el interior de la cafetería Tana, en la ciudad portuaria–, tras Róterdam, 'El año del descubrimiento' –una revisión del contexto social y económico de 1992 a partir de sus protagonistas– viajó a París, Tesalónica, Jenjou (en Corea del Sur), Brasil, Toulouse y Mar del Plata, entre otras ciudades donde obtuvo premio.
–¿Cómo ha sido este último año?
–Róterdam ya nos dio una mini clave de lo que podría venir. Confiábamos en que en Europa la película podría gustar y también en Latinoamérica, pero no imaginábamos que lo iba a hacer tanto en los países nórdicos, y menos que empezara a recoger tantos premios. Ahí llegó la sorpresa, porque una cosa es que tú sepas que tienes una gran película en tus manos, y otra, la acogida que ha logrado en los festivales, y luego en la prensa, que la ha abrazado de una forma extraordinaria.
–¿Imaginaba la nominación?
–No. Después pensé que si no llegaba por un proyecto como este no sabía por cuál podría ser...
–¿El documental compite de tú a tú con la ficción o hay demasiadas diferencias entre ambos géneros?
–Hace unos días comentaba con Luis que, quizá, hace veinte años era imposible pensar que el cine de terror o incluso las comedias más ligeras pudieran llegar a tener un hueco en estos premios, y sin embargo, desde hace diez o quince años no solo se les ha dado valor, sino que se premian. Nosotros confiamos en que pase algo parecido con el documental. Hemos logrado solo dos nominaciones [la cinta de López Carrasco figuraba en once categorías en la fase previa] pero ha sido precioso y muy simbólico haber tenido opciones a la nominación a la mejor película dramática o a mejor director para Luis... Los documentales nunca han dejado de estar ahí, lo que ocurre es que está empezando a cambiar la mirada. Se están haciendo trabajos excelentes y quizá las futuras generaciones se sumen a este carro, y podamos ver una gran cinematografía de no ficción compitiendo en otras categorías.
–Apunta a un cambio de mirada entre los académicos; ¿también lo percibe en el público?
–Eso sería superbonito. Leía el otro día que este año, con la Covid-19, se han estrenado muchos documentales en cines en los que antes solo se proyectaban películas de Marvel o propuestas muy 'mainstream'. Y de repente, caminabas por el centro de Madrid y veías cines en los que te podías encontrar nuestra película, o un concierto-documental sobre Leiva, o la película de Jordi Évole sobre Pau Donés ['Eso que tú me das']. Decía el artículo que nunca antes el documental había conseguido tantos números uno en España como este año. ¿Qué ha pasado?, pues que se nos ha dejado un hueco, y, quizá, la gente se esté acostumbrando a ver en casa un determinado tipo de cine e ir a las salas para disfrutar de otro. Esta es una ventana que se acaba de abrir y tenemos que ver si se mantiene, aunque va a ser difícil porque hay un batallón de estrenos atrasados que están esperando.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión