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Las investigadoras María Jiménez Movilla y Julieta Hamze Araujo. Ana Martín/ UMU
Atalaya UMU

Científicas de la UMU lideran el avance hacia el primer anticonceptivo sin hormonas del mundo

Un equipo encabezado por mujeres busca crear un método no hormonal, seguro, reversible y que impida el encuentro entre óvulo y espermatozoide

Pascual Vera

Murcia

Jueves, 4 de diciembre 2025, 21:28

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La revolución de los anticonceptivos del futuro podría estar gestándose en un laboratorio del Campus de Ciencias de la Salud de la Universidad de Murcia. Allí trabajan María Jiménez Movilla, profesora titular de Biología Celular e Histología e investigadora principal del grupo Gametogénesis, Fecundación y Desarrollo Embrionario, y Julieta Hamze Araujo, investigadora postdoctoral del mismo equipo, que completan Paula Cots Rodríguez, investigadora postdoctoral, y Mirian Sánchez Tudela, investigadora predoctoral.

El equipo forma parte de un consorcio internacional financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates, dedicado a transformar la anticoncepción tal y como la entendemos. Su misión: crear los primeros anticonceptivos no hormonales, seguros, reversibles y capaces de impedir directamente el encuentro entre óvulo y espermatozoide.

«Nuestro objetivo es conocer los procesos celulares y moleculares necesarios para que ocurra la fecundación», explica Jiménez Movilla. «Sabemos que el óvulo y el espermatozoide deben reconocerse y fusionarse, pero sorprendentemente, a nivel molecular se conoce muy poco de cómo sucede esto exactamente». Esa falta de conocimiento contrasta con la precisión con la que se describen otras cascadas biológicas, como las inmunológicas o las de coagulación, donde las rutas y moléculas implicadas están identificadas al detalle.

En fecundación, en cambio, la ciencia solo ha podido confirmar, hasta la fecha, la intervención esencial de un receptor en cada célula: Izumo, en el espermatozoide, y Juno, en el óvulo. «Es imposible que algo tan específico dependa únicamente de dos moléculas», afirma la investigadora. «Tiene que existir una red mucho más amplia de proteínas trabajando de forma coordinada. Nuestro trabajo es identificar esas moléculas clave y entender qué ocurre en ese instante único responsable de formar una célula genéticamente única que da inicio al desarrollo de un nuevo organismo».

Descifrando una de las grandes cajas negras de la biología

El grupo de la UMU combina investigación básica con el desarrollo de modelos experimentales pioneros que han despertado interés internacional. Uno de los más singulares es un 'óvulo falso', un modelo tridimensional que imita la superficie del óvulo real. Se trata de una esfera con un núcleo metálico recubierto por un gel especial al que se adhieren proteínas recombinantes propias del óvulo.

«Es un óvulo fake, pero funcional que nos sirve para estudiar cómo interactúan los espermatozoides», detalla Jiménez Movilla. Este sistema nació en porcino durante la tesis doctoral de Hamze Araujo, se adaptó después al bovino en Dublín y demostró una capacidad sorprendente: distinguir entre espermatozoides de toros de alta y baja fertilidad. Esa robustez técnica llamó la atención de la Fundación Gates, interesada en trasladar el modelo a la especie humana para un fin revolucionario: ensayar candidato a anticonceptivo sin depender de óvulos humanos reales, cuya obtención es limitada y costosa.

Hoy, el laboratorio de la UMU recibe moléculas diseñadas en centros punteros como la Universidad de Toronto o el laboratorio de David Baker, premio Nobel y referente mundial en diseño de proteínas. Su función es analizarlas con este sistema que simula la fecundación 'in vitro', para identificar cuáles bloquean eficazmente el reconocimiento entre óvulo y espermatozoide.

«Nuestro modelo permite hacer un 'screening' de decenas de moléculas sin necesidad de usar óvulos humanos, algo que sería inviable a gran escala», explica la investigadora. «Es un filtro intermedio antes de pasar a fases avanzadas en primates o en fecundación 'in vitro'».

El futuro de la anticoncepción será no hormonal

La Fundación Gates incluye entre sus prioridades globales el desarrollo de anticonceptivos no hormonales especialmente pensados para países en desarrollo. Los métodos hormonales actuales –píldora, parches, inyecciones, implantes...– requieren una cadena de distribución estable, conservación adecuada y un uso regular que no siempre es posible. Además, mantienen una problemática bien conocida: los efectos secundarios.

«La anticoncepción ha estado históricamente centrada anular la ovulación mediante el suministro de hormonas, y ese sistema regula muchísimo más que el ciclo menstrual», recuerda Julieta Hamze. «Por eso los efectos son tan variables entre mujeres: influyen la genética, la corpulencia, la sensibilidad hormonal... y muchas mujeres conviven con molestias significativas».

El proyecto internacional del que UMU forma parte plantea una alternativa radicalmente distinta: un fármaco que actúa solo en la superficie del óvulo o del espermatozoide, bloqueando la interacción pero sin modificar el sistema endocrino. Un inhibidor puntual y reversible, sin impacto en el resto del cuerpo.

La financiación de la Fundación Gates ha sido un impulso determinante para este salto científico. Ha permitido incorporar personal, renovar laboratorios, adquirir tecnología avanzada y, sobre todo, situar al grupo murciano en el centro de un proyecto global con plazos y objetivos claros.

«Es como jugar en primera división científica», reconoce Jiménez Movilla. «Nos evalúan continuamente, se exige eficacia y precisión, pero al mismo tiempo estamos aprendiendo una barbaridad». Cada dos meses, todos los equipos implicados se reúnen telemáticamente para evaluar avances; una vez al año lo hacen presencialmente. El año pasado fue en Seattle; este, en Toronto. Y, según cuenta la investigadora, cada encuentro reafirma que están construyendo algo que llegará a la sociedad. «En ciencia básica puedes pasarte décadas investigando algo que quizá nunca se traduzca en un avance real», reflexiona Hamze. «Aquí, sin embargo, sabemos que esto va a desembocar en un producto tangible. Y formar parte de ese camino es emocionante».

Mirar atrás: la cara oculta de la píldora

Para entender por qué es urgente avanzar hacia anticonceptivos no hormonales, Hamze suele contar una historia tan fascinante como inquietante: la de cómo nació la píldora anticonceptiva.

Comienza en 1914, con Margaret Sanger, una enfermera estadounidense que repartía información sobre anticoncepción entre mujeres de clase trabajadora. Fue detenida varias veces por ello. Décadas después, los avances en química permitieron sintetizar una versión artificial de la progesterona a partir de una planta. Ese descubrimiento abrió la puerta al desarrollo de la píldora tal y como la conocemos.

Pero la sociedad del momento no permitía realizar ensayos clínicos formales. «Se hicieron pruebas sin consentimiento en mujeres con enfermedades mentales en Estados Unidos, y después en Puerto Rico en mujeres de bajos recursos», siempre sin su consentimiento, algo que sería impensable hoy día, relata Hamze. En esos ensayos se observaron efectos anticonceptivos claros, pero también numerosos efectos secundarios severos: náuseas, trombos, mareos, alteraciones vasculares.

En 1960, la FDA aprobó la píldora en Estados Unidos, y en 1964 llegó a España, donde no se comercializó inicialmente como anticonceptivo debido a la dictadura. Aun con su historia controvertida, su impacto social fue enorme: dio a las mujeres una autonomía sin precedentes sobre su propio cuerpo. Pero, como recuerda Hamze, el coste físico no desapareció: «Si lees hoy el prospecto de un anticonceptivo hormonal, los efectos secundarios siguen siendo numerosos».

Por eso el trabajo de este consorcio científico apunta hacia un cambio de paradigma: control de la fecundación sin interferir en la regulación hormonal global. Una estrategia más precisa, más segura y más justa.

  1. De la Región de Murcia al mundo

Las dos investigadoras continúan su trabajo con la misma mezcla de rigor, entusiasmo y responsabilidad. Saben que están aportando a un proyecto que puede transformar la vida de millones de personas. Y lo hacen desde un laboratorio de la Universidad de Murcia, con una tecnología única en el mundo y en colaboración con algunos de los mejores centros de investigación del planeta.

«Estamos formando parte de algo que va a acabar materializándose. Algo real», afirma Jiménez Movilla. Lo que están construyendo es una nueva forma de entender la salud reproductiva, con más conocimiento, más igualdad y más futuro.

  1. La revolución que viene: un fármaco preciso, reversible y sin efectos hormonales

Si el proyecto cumple los plazos que maneja la Fundación Gates, en unos veinte años el mundo podría contar con un anticonceptivo completamente nuevo: un fármaco que evita la unión entre óvulo y espermatozoide sin tocar el sistema endocrino.

Las implicaciones, afirman, serían enormes:

•Para mujeres de países en desarrollo, donde los métodos actuales son difíciles de conservar, administrar y mantener.

•Para cualquier mujer, incluso en países desarrollados, que desee un método sin los efectos secundarios ligados a las hormonas.

•Para la investigación en salud femenina, históricamente desatendida, pues impulsará el estudio profundo de procesos como el ciclo menstrual.

«Poder disponer de un anticonceptivo que no altere la regulación hormonal sería un avance enorme», afirma Jiménez Movilla. «No solo para la autonomía de las mujeres, sino para su salud en general».

Hamze añade un deseo personal: «Ojalá este avance motive a estudiar a fondo el ciclo menstrual, algo que durante décadas se ha dado por sentado y se ha investigado muy poco».

  1. Romper el tabú de la menstruación entre los estudiantes

María Pelluz.

La investigación no es la única vía por la que estas científicas aportan información importante a la sociedad. Para Julieta Hamze, la divulgación es un compromiso personal. «La financiación que recibimos es pública. Si el conocimiento no llega a la gente, ¿qué sentido tiene todo esto?», afirma.

Con esta intención participa en un proyecto de divulgación llamado 'Hablemos de Menstruación', financiado por la FECYT e impulsado por el CSIC y varias universidades, centrado en explicar la menstruación a estudiantes de quinto de Primaria y cuarto de ESO. El objetivo es normalizar un proceso fisiológico del que aún se habla poco y mal.

«Es fascinante y decepcionante ver que, en Secundaria, apenas se explica qué es realmente la menstruación», lamenta Jiménez Movilla. «Se estudia el ciclo del agua con detalle, el aparato digestivo, pero un proceso que experimenta la mitad de la población apenas aparece en los libros». Esta falta de conocimiento tiene consecuencias: diagnósticos tardíos de enfermedades como la endometriosis, mitos persistentes, vergüenza y desconocimiento generalizado.

El equipo también participa en la Semana de la Ciencia y en la Noche de los Investigadores en Murcia, donde organizaron un trivial sobre reproducción que dejó claro, según cuentan, «lo muchísimo que aún se desconoce sobre algo tan fundamental como cuántos días dura el ciclo menstrual».

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