Borrar
Anabel Alonso, durante una representación de 'La Celestina'. Pedro Gato
Crítica de teatro

Anabel Alonso la lía bien liada

La popular actriz se mete en un Romea abarrotado en la piel de una Celestina, causa de desgracias en cadena, resuelta y empática pero en exceso tendente a lo cómico

Martes, 13 de febrero 2024, 00:56

Comenta

Lo dice la 'vieja puta' o 'puta vieja' Celestina a la joven y todavía virgen Melibea la primera vez que se ven. Flota en el ... aire la esencia de la obra: amor, sexo, negocio, manipulación, ambición, traición, vejez y muerte. A la pregunta de Melibea (Claudia Taboada) de '¿Por qué hablas tan mal de la vejez si todo el mundo desea alcanzarla?, Celestina –una Anabel Alonso que sale airosa de tan imponente personaje, aunque sin hacerlo memorable–, le responde veloz: «Porque mientras que llegan a la vejez, viven. Y el vivir es dulce y viviendo envejecen. Pero si tú supieras lo que es el arrugarse la cara, el mudar el color de los cabellos, el poco oír, el debilitado ver, el hundimiento de la boca, el caer de dientes, el carecer de fuerzas, el despacioso andar y sus muchas contrariedades, no me preguntarías, muchacha». Alonso lo dice con naturalidad, algo de resignación e incluso un punto de cachondeo, mientras que la veterana y ya retirada Gemma Cuervo, hace unos años en este mismo escenario del Romea, en el que fue su último trabajo en el teatro y a las órdenes de Mariano de Paco, lo decía, incluso con rabia verdadera, desde el mismo centro de su alma en llamas, rebelde contra el paso traicionero del tiempo y los muchos dolores que conlleva. Cuervo, física y emocionalmente herida entonces, le prestó a Celestina, en ocasiones de un modo demoledor, su propia rabia, sus propios miedos, la carne de la nostalgia, el deseo impotente de liberarse del cuerpo ya desgastado, los fallos de memoria, la necesidad de continuar de pie y pisando fuerte, y el vértigo ante lo desconocido que traerán los días por venir, cuando ya los ánimos no están altos y la certeza de la muerte a tu alrededor se palpa con ambas manos. Ahora, lo que hace con gran soltura Anabel Alonso es aportarle al personaje su simpatía, su vis cómica y su don de gentes, pero el infierno que también vive la alcahueta queda oculto. No es extraño, todavía no se conoce en nuestro país un montaje que esté realmente a la altura prodigiosa del texto, en cuerpo y sangre, de Fernando de Rojas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Anabel Alonso la lía bien liada

Anabel Alonso la lía bien liada