Anita Hill, pionera del Me Too

Hill fue pionera en verbalizar el acoso ante la Corte Suprema de los Estados Unidos en una sesión que, de forma excepcional, se retransmitió por las televisiones del país. En aquel entonces, la corte estaba compuesta por 30 hombres blancos y presidida por un tal Joe Biden.

Anita nace en Oklahoma, es la menor de 13 hermanos. Su familia tiene una granja. Sus abuelos y bisabuelos escaparon de la esclavitud en Arkansas. La joven se gradúa en la Universidad de Oklahoma con honores y recibe una beca de la Universidad de Yale. Comienza a trabajar para un bufete de tres apellidos: Ward, Harkrader, and Ross en Washington DC. Es en esa época cuando alguien le presenta a Clarence Thomas. Compartirán una minúscula oficina del Departamento de Educación. Los miembros del equipo son tres: él, ella y una secretaria. El tipo comienza a pedirle citas. Anita lo rechaza. No quiere mezclar trabajo con relaciones.

Clarence prueba otra táctica: queda con ella fuera de la oficina. Recordemos que el tipo era su jefe y si le ordena «nos vemos a las ocho para cenar y repasar unos temas», ella no se podía negar. Thomas alardea del tamaño de su pene, al que denomina Long, long silver; le describe escenas pornográficas de sexo grupal o de mujeres fornicando con animales. Todo muy agradable. Anita hace de tripas corazón y limita sus interacciones con su acosador. Durante un tiempo la dejará en paz. A Clarence lo nombran presidente de la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo. La otra oficina cerraría, Anita se quedaría sin trabajo y cuando él le ofrece la posibilidad de acompañarle en este nuevo puesto, acepta.

El nuevo lugar de trabajo es mucho más concurrido. Anita respira tranquila. De pronto, Clarence empieza con sus bromitas estúpidas ¿qué hace este vello púbico en mi Coca-Cola? Retoma su acoso. Ella elude sus envites y sucede lo de siempre: peores trabajos, degradación y amenazas: «como se te ocurra contar esto a alguien, destruiré tu carrera».

Clarence convence al decano de la Universidad de Oklahoma para que se lleve Anita. Ella se marcha con la esperanza de librarse para siempre de su acosador. Se equivocaba. Él la llamará para recordarle que ya pueden tener sexo, ahora que no son compañeros de trabajo.

En 1991 Bush padre le ofrece a Clarence ser parte de la Corte Suprema, compuesta por diez varones con cargos vitalicios. Cuando el presidente propone a alguien para entrar en tan magna institución, el candidato pasa una revisión por parte de 20 senadores: 10 del Partido Demócrata y 10 del Partido republicano.

Clarence ya tenía cierta fama de propasarse y alguien le pide a Anita que si puede testificar contra él. Ella contará su experiencia con la promesa de hacerlo desde el anonimato. Sin embargo, filtrarán estas acusaciones a la prensa y Hill se despertará un día con una nube de periodistas y fotógrafos que la seguirán a todas partes. Ante esta perspectiva, ofrece una rueda de prensa y es llamada a testificar. Por supuesto, le harán las típicas preguntas «Si estabas a disgusto, ¿por qué no te marchaste de allí?, ¿Estás segura de que no querías nada con Clarence?, ¿Por qué te ibas a comer con él si no querías sexo?».

Otra chica que también había sufrido los embates de Thomas decide testificar, pero, en el último momento la dejan a las puertas de la Corte sin abrir la boca. Anita pasa la prueba del polígrafo. No servirá de nada y Thomas se convirtió en un nuevo miembro de la Corte Suprema.

Anita pagó las consecuencias de su denuncia. Recibió amenazas e insultos. Intentaron echarla por todos los medios de la Universidad de Oklahoma. Finalmente se marchó. Hoy es profesora en la Universidad de Brandels, antes pasó por Berkley y es todo un referente del feminismo americano.

Clarence Thomas continúa como miembro de la Corte Suprema.