Carlos Alcaraz no tiene rival sobre arcilla

La final de Roma comenzó a jugarse cuatro horas antes de que saltaran al Campo Centrale Sinner y Alcaraz. Fue en las pistas anexas, concretamente. Las que suelen utilizar los tenistas para calentar y entrenar durante la semana. Allí, a la pista número 5, saltó a calentar el italiano a las 13.00 horas. El público, enfervorecido, se levantó para aplaudir la llegada de su ídolo. Una imagen que no tendría nada de especial de no ser porque en la pista 6, justo al lado, se encontraba Carlos Alcaraz, ejercitándose desde media hora antes. Pese a su condición de visitante, el de El Palmar también recibió el calor de gran parte del público italiano, que se deshizo en aplausos y vítores con cada una de sus dejadas y derechas. Curiosa la imagen de los dos mejores tenistas del mundo calentando en pistas anexas. Hubo juego de miradas entre ellos para comprobar cómo el otro afinaba la raqueta.

Al concluir la sesión, como es habitual siempre en el caso de Alcaraz, hubo lanzamiento de pelotas dedicadas, firmas y fotos a los cientos de aficionados que se agolpaban contra la valla. La muñequera firmada por el murciano fue a parar a un chaval que, roto entre lágrimas, también inmortalizó el momento con una foto junto a su ídolo. Carlitos, consciente de que hoy jugaría con miles de personas en su contra, quiso ganarse el corazón de parte de los tifosi italianos antes del duelo final con Sinner.

Con el sol escondiéndose por detrás de las colinas de Roma, el color predominante en la pista principal del Foro Itálico fue el naranja. Las gorras con ese color poblaron las gradas del Campo Centrale en apoyo al tenista local. Contra Sinner y contra una grada enloquecida con su tenista. Así se presentaba la octava final de Masters 1000 para Alcaraz. Tras los acordes del himno italiano, la tensión inicial propia de un partido de este calibre entre dos tenistas generacionales. De ahí se pasó a un tenis de máxima precisión mediado el primer set. Nadie regalaba nada y obligaba al otro a ajustar cada raquetazo. Pintaba las líneas Sinner con la derecha al tiempo que Alcaraz exigía a su rival con bolas altas.

Mucho más firme en el saque el de El Palmar en la primera manga, sin sufrir apenas hasta que llegó el 5-6. Ahí se lio un poco el número tres del mundo con su servicio, concediendo dos opciones de set para Sinner. Lo solventó a tiempo para forzar el desempate. Ahí no hubo color. Dominó de principio a fin el tie-break el murciano para, con un punto sensacional en la red, anotarse la primera manga de una final espectacular.

Pese a que no hubo roturas durante la primera manga, la sensación era de control absoluto por parte de Alcaraz. Mucho más suelto con el servicio que Sinner. Mucho más firme en los peloteos desde el fondo de pista. Rubricó esas sensaciones en el desempate, pero pudo hacerlo mucho antes.

Alcaraz borró de la pista a Sinner tras robarle el primer set. Estratosférico, subido a la ola de confianza de saberse con una manga en el bolsillo. Estaba en trance el murciano, bordándolo en todos los sentidos del juego. Intocable al saque, encontrando las direcciones correctas. No sabía Sinner por dónde le venía el viento. No tuvo más historia ese segundo parcial, devorado el italiano desde que arrancó el juego. Con su servicio, el murciano pondría el broche a una tarde soberbia de tenis en la que los aficionados italianos se sacaron sus gorras naranjas para reconocer el partidazo del crío de El Palmar.