El mejor año de su corta carrera
Qué barbaridad, qué números. Qué jugador. No es solo que haya ganado su segundo US Open, no es solo que ya tenga seis Grand Slam, ... no es solo que haya recuperado el número uno de la ATP... No, además de todo eso, es que Charly, desde abril, en todo lo que ha disputado, como mínimo ha llegado a la final. Una auténtica barbaridad que solo Carlos Alcaraz es capaz de hacer en el circuito.
Carlos tenía entre ceja y ceja mejorar el segundo semestre del año, algo que en temporadas anteriores le había costado mucho. Y vaya si lo ha hecho. Desde Wimbledon, lo que ha jugado lo ha ganado, y lo ha hecho arrasando, pasando por encima de Sinner y de Djokovic, sin apenas ceder juegos ni sets, desplegando un tenis brillante y con una madurez impropia de su edad.
El trabajo tiene recompensa, y la imagen de ese Carlos Alcaraz entrenando en pleno agosto, en su casa de El Palmar, bajo cuarenta grados, es el mejor reflejo de lo que ha conseguido. Le dijimos que tardara en volver de la gira por Estados Unidos, que eso sería buena señal. Y vaya que si ha tardado: ha vuelto el último, con el trofeo de campeón en la mano y con el número uno del mundo en el bolsillo.
Este año no es solo un triunfo deportivo, es la confirmación de que ha nacido un líder, un referente que une garra, talento y humildad dentro y fuera de una pista de tenis. Con apenas 22 años, ha conseguido lo que otros tardaron décadas en lograr. La sensación es que estamos presenciando el inicio de una era, una época marcada por un jugador diferente, capaz de hacer soñar a millones de aficionados.
El mejor año de su historia. El mejor de su todavía corta carrera. Y, lo más emocionante, es pensar que lo mejor todavía está por llegar.
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