Vacunar sin transparencia
Si en 2020 la irrupción de la pandemia dejó en evidencia las flaquezas del sistema sanitario, en 2021 este país y esta región han dado ... toda una lección de disciplina cívica, responsabilidad y solidaridad. España termina el año como líder en vacunación gracias a un sistema sanitario que demostró músculo pese a todos sus parches, a una plantilla de enfermeros entregados y a una ciudadanía que confía en sus médicos y en la ciencia. Mientras en otros países la campaña se estrellaba contra las suspicacias y los bulos, en la Región de Murcia la ciudadanía hacía cola para recibir el pinchazo.
El año comenzó con las emocionantes imágenes de los mayores vacunándose en sus residencias. La campaña, sin embargo, se vio pronto emborronada por el cuestionable comportamiento de los máximos responsables de la Consejería de Salud, que se colocaron los primeros de la fila y trataron luego de justificarse apelando a su cargo y su condición de médicos, como si la posesión de un título les diese 'per se' prioridad sobre los ancianos que esperaban en sus casas, los grandes dependientes, los pacientes de cáncer o las personas trasplantadas. La grosera lectura que hicieron del protocolo no se sostuvo ni 24 horas, y el consejero Villegas tuvo que dimitir. Después le seguirían el resto de altos directivos.
Pero el descontrol iba más allá, como fue revelando LA VERDAD. Salud vacunó a personas de empresas externas que no acudían habitualmente a los hospitales, a ejecutivos vinculados a la sanidad privada que prácticamente no pisaban los centros, a administrativos que estaban teletrabajando. No faltó ni el obispo. El escándalo fue enorme, pero la autocrítica brilló por su ausencia. La reacción de algunos jefes de servicio de los hospitales fue la de sacar al exconsejero y a sus directivos bajo palio, como víctimas de la incomprensión general. El factor humano es entendible; la falta de debate ético y el corporativismo miope, no tanto.
El asunto terminó enterrado en el caos de la batalla política, y las aclaraciones de lo que pasó siguen pendientes. Un año después, la transparencia ni está ni se la espera.
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