Un espacio común femenino basado en la complicidad
ISAAC DAVID CREMADES CANO
Lunes, 14 de marzo 2022, 21:24
Cautivadora desde las primeras líneas de sus relatos, cualquier lector puede percibir el aspecto provocador y contestatario que caracteriza la personalidad de Maryse Condé. Su ... elección de los temas, que percibimos a través de las preocupaciones y vivencias de sus personajes, así como las épocas y lugares en los que se desarrolla la acción, determinan las peculiaridades de su fructuoso imaginario. Asimismo, temática, personajes, espacio y tiempo pueden desvelarnos algunas de las convicciones más profundas de la autora. Su dinámica personalidad esboza un recorrido propio y original, desprovisto de toda trayectoria preconcebida y acentuado por un inconformismo inherente a la actividad creadora. No es de extrañar que, en consecuencia, se le hayan ido atribuyendo, a lo largo de su carrera literaria, apelativos tales como «escritora políticamente incorrecta», «nómada inoportuna» o los calificativos «testaruda», «rebelde», «transgresora», etc., asociados a ese rechazo de lo convencional. Se la reconoce igualmente como «gran dama» de la literatura o «un faro aparte», por ser ciertamente capaz de trazar su propio camino, convirtiéndose además en un referente por su forma de lidiar, como «mujer-torero», con un complejo mundo en manos del todopoderoso hombre blanco.
Por una parte, la mujer es uno de los recursos temáticos y principal fuente de inspiración que vertebran su obra, dando voz a una diversidad de existencias marcadas por una peculiar búsqueda de identidad en femenino. Por medio de una «multivoz» procedente de un pasado y un presente más o menos lejanos, son numerosos los personajes que nos revelan esa cara oculta de la Historia, una oscuridad que condena al olvido las especificidades de la silenciada mujer antillana de origen africano. Los valores generacionales y tradicionales se entrecruzan, se oponen y trascienden a cuestiones de alcance universal. Mujeres libres, esclavas, negras, mulatas, indias, mestizas y blancas comparten un mismo escenario social y un pasado regido por las diferencias de color, de clase y de género.
Una esperanza innata
Sin embargo, la relevancia de estos personajes no solo radica en la labor de divulgación de las injusticias de las que han sido víctimas, sino también en el cultivo de un espacio común femenino basado en la complicidad. Entre ficción y realidad, la verosimilitud de estos testimonios de mujeres anónimas, cimarronas, mártires de la insurrección, se traduce en vivencias de abuelas, madres e hijas, convencidas todas ellas de que sus memorias y sus sueños no podrán ser exterminados, a pesar de las humillaciones, la marginación y la miseria. Transmiten, en concreto, una esperanza innata que les impide rendirse, que les impulsa a luchar por la libertad y, de manera más o menos implícita, por la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres. Se trata de reivindicaciones concretas que parecen, finalmente, adquirir una dimensión femenina integral: la visión de un mundo ideal regido por un amor universal, multiétnico e intercultural, en una sociedad en vías de globalización que conjuga mestizaje, sincretismo y criollización.
Mujeres libres, esclavas, negras, mulatas, indias, mestizas y blancas comparten un mismo escenario social y un pasado regido por las diferencias de color, de clase y de género
Por otra parte, la variedad de épocas y la pluralidad de escenarios evocan experiencias de un pueblo íntimamente ligado a la naturaleza y a la tierra que le rodea. De hecho, alejándose paulatinamente de una simple descripción del momento y de una mera mímesis del entorno, en ciertas ocasiones, historia y paisaje se fusionan de forma magistral, persiguiendo completar todo aquello no recogido en los anales oficiales. Esta original asociación del espacio narrativo a la memoria, a los sentimientos y a la identidad contribuye, sin duda, a transmitir la idea de una irrefutable obligación moral de reescribir la Historia, así como la transcendente necesidad de redefinir unas relaciones humanas socialmente más justas e igualitarias.
Perspectiva caleidoscópica
Heredera de los hábiles narradores antillanos antepasados del griot africano, Maryse Condé nos deleita con su amor por la palabra y el cultivo de lo que podríamos denominar su «literatura-mundo». Con un admirable espíritu creativo y su genuina forma de discurso, logra introducirnos en un universo cuyas fronteras entre lo oral y lo escrito, entre lo real y lo maravilloso, entre lo pasado y lo presente, se desvanecen. Sus textos se asemejan a un mosaico compuesto, en definitiva, por variedad de teselas originales y multiformes que, al integrarse, procuran al lector interesado una perspectiva caleidoscópica, con la que poder observar, de manera privilegiada, el mundo actual y su inherente complejidad.
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