Pilar Fraile: «Para mis personajes es como si la felicidad fuera algo del pasado»
'Días de euforia' nos lleva a un mundo no tan lejano donde se llama amor a cualquier cosa
En estos tiempos raros, los lectores que huyen de una literaratura obvia disfrutarán, siempre al borde de un apremiante sibaritismo, la última novela de Pilar ... Fraile, 'Días de euforia' (Alianza, 2020). Los protagonistas se esfuerzan en que las cosas funcionen correctamente, «no a la mitad», pero de nada les sirve. Tienen sonrisas «dispuestas a sobrellevarlo todo». Llaman «amor» a cualquier cosa. Compran para otros porque, eso parece, aumenta mucho la felicidad. Quieren tener «experiencias satisfactorias» pero no siempre tienen con quién compartirlas. Son tiempos de competiciones laborales, de relaciones fugaces, de hijos de diseño, de parejas abiertas. Parece que todo va sobre ruedas cuando tienes dinero, éxito, buenos compañeros y una gran jefa. Pero, ¿eso es todo lo que hay? ¿Cómo nos acomodamos con lo demás? Fraile, buena conocedora de la idiosincrasia regional –su familia política es de Cartagena, y pasa los veranos entre Cartagena y el Mar Menor–, demuestra en esta obra –fácil de leer pese a abordar realidades y asuntos tan complejos, desde la reproducción asistida al grado de satisfacción laboral de los empleados, o el manejo de las emociones más rutinarias– que, además de su espíritu de exploradora del alma humana, es una de las voces más impetuosas y competitivas del panorama narrativo.
–Estos personajes son completamente identificables con amigos, primos, compañeros de trabajo. No son prototipos futuristas, nos rodean por todos lados.
–Creo que en los últimos dos años se ha producido una especie de aceleración de los acontecimientos históricos. La factura de la novela es de hace dos años, cuando se empieza a escribir, y lo que estaba planteando parecía un futuro muy cercano, pero futuro, y a medida que han ido pasando los meses el futuro se ha comido al presente. Es un bucle muy interesante. La novela ha pasado a ser de un futuro cercano a una novela del presente.
«Hay resistencia, ya que vivir volcado en el mundo digital acarrea a las personas unos problemas enormes»
–Las nuevas formas de relacionarnos, a través de aplicaciones, hace que a veces consideremos a los que no están familiarizados con ellas como seres de planetas diferentes. «A veces me exaspera la gente de más de cincuenta, hay que explicarles las cosas más simples», dice uno de ellos, cuando el interlocutor no sabe qué significa ser «un match».
–Es que a mí me da la impresión de que se ha producido un cambio brutal en el desarrollo tecnológico de la última década, y eso, unido a la aceleración de la estructura capitalista, de las relaciones laborales, está modificando nuestra manera de ser. Es muy difícil de entender por las generaciones anteriores, porque, de repente, hay un montón de cosas nuevas, que se les escapan, porque no las han vivido. La gente que hoy tiene 55 años, y 60, y de ahí para arriba, no están sujetos a esas condiciones de vida, y lo ven desde fuera. Muchos tienen una consideración de las redes sociales como que son todo mentira, pero no se dan cuenta de cosas que suceden ahí y que para la gente joven es tan evidente. A veces, eso es más real que la propia realidad.
–Ese 'gap' es visible entre generaciones, entre los que están o no en estas aplicaciones, por ejemplo, para ligar. Muchos de estos personajes dan por hecho que la felicidad tal y como se ha entendido tradicionalmente, no va a ser ya posible. «Todos tenemos nuestros fallos», señala.
–Ellos, los protagonistas de la novela, viven de una forma que quizás es muy parecida a la nuestra. Directamente han cambiado las preguntas. No se plantean si son felices porque posiblemente eso está fuera de la esfera de lo que creen que pueden plantear. Se plantean otras cosas, sobre todo tienen algo obsesivo acerca del triunfo profesional y personal, las metas que hay que alcanzar, la eficiencia en el trabajo y fuera del trabajo... es como si la felicidad fuera algo del pasado. Claro que todo eso les lleva a situaciones muy complejas, y a plantearse ciertas cuestiones con sus vidas.
Arquitectura narrativa
–Esta novela transmite al lector desde el primer momento una sensación: la calidad de los materiales de construcción empleados, la solidez de su estructura, como la mejor arquitectura, la alta definición de cada personaje. Es una obra de madurez total. Todo lo bueno que tiene este arte de contar historias aparece aquí.
–Es una alegría estar en esta colección de Alianza Lit, están publicando obras muy relevantes, y con mucha exigencia literaria. Yo empecé a publicar poesía en 2002, y ya hay un recorrido detrás. He escrito poesía, ensayo, relato, columnas –en 'El País'– y novela. Eso hace que vayas afinando el instrumento, trabajando todos los recursos, y siendo muy consciente de muchas cosas a la vez, no solo de la trama, sino del lenguaje, de la estructura de la trama, del planteamiento hacia el lector... Y, por supuesto, hay un trabajo de edición post-escritura muy intenso, en el que también, además, tuve la ayuda de la editora de mesa de Alianza, Marta Barrio, y todo eso está ahí detrás de esa factura que, según los lectores, se lee bien.
–Hay tantas cosas que ya no nos llaman la atención, porque las incorporamos como naturales, aunque su oído no descansa.
–Cada escritor tiene cosas que se le dan mejor o peor. Yo tengo mucho oído para lo que está sucediendo o puede suceder, y tengo bastante intuición a la hora de plantear el asunto narrativo.
–En 'Días de euforia' queda claro que todos dejamos en este mundo nuestra huella digital. En un momento dado se refiere a alguien que no tiene web como «un fantasma». ¿Hay alguna forma de compaginar ese mundo digital con lo bueno del analógico sin que nos pase factura mental?
–Estamos en un momento de total transición, pero acelerado por la llegada de una nueva manera de entender las cosas, dominado por la tecnología y el entorno virtual, pero está habiendo resistencia, porque vivir volcado en eso acarrea a las personas unos problemas enormes. Esa convivencia la veo compleja, sí creo que va a haber, como decía Eco, apocalípticos integrados, centrados en eso, y gente que lo va a rechazar y se va a desenganchar, y eso generará muchos 'outsiders' reales. A veces, yo tengo la impresión de que voy a decir basta.
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