Entre lo uno y lo diverso
Una nueva manera poética de entender el mundo
ANTONIO ORTEGA
Lunes, 15 de febrero 2021, 21:51
La interesante poesía de Inmaculada Pelegrín (Lorca, 1969) es el resultado genuino de su esfuerzo por encontrar la palabra y el verso exactos, esa juanramoniana obsesión por saber qué es de nuestra existencia. En 'Todas direcciones', libro que ha obtenido el XXIV Premio Internacional de Poesía Antonio Machado en Baeza, bucea en las pequeñas cosas que la rodean, aquellos detalles o instantes en que la naturaleza, los objetos o algún pensamiento sigiloso asoman su rostro verdadero.
La mirada triste de un niño al ver cómo su globo se eleva entre las nubes nos muestra en su inocencia el espacio eterno de la desolación, la contumaz presencia de una cucaracha en el baño nos lleva a recrear la insistencia ciega del amor y puede que las esquirlas ocultas de un vaso roto, la curva asintomática de un electro o el silencio de una casa deshabitada nos acompañe en una pesadilla.
En otros poemas Inmaculada Pelegrín reflexiona, recuerda o sueña con aquellos paisajes personales, al bosque impenetrable allá en Uganda como un paraíso en el que abastecerse de las más bellas palabras, al agua tranquila del Nilo, siempre fluyente y siempre la misma, como la vida, o la foto familiar en el Patio de los Leones y el verso del poeta nazarí en una imposible comunión con el tiempo.
El resto de poemas revisan páginas aleatorias de la historia y descubren la falsa complicidad de las generaciones. Como en el mítico hotel Lutetia, que esconde entre sus oropeles páginas de la tragedia bélica europea, el inquietante rosario de restos depositados en la luna, para afrenta de sus héroes conquistadores, la foto del año que silencia el resto de millones de fotos que muestran el mundo y sus contradicciones, o los cien hombres subidos a una valla y esperando el momento de que se abran las puertas de la tierra prometida.
Hay en estos poemas ecos de 'Óxido' (2008) y de 'Trapos sucios' (2008), del sentimiento de pertenencia a sus objetos cotidianos, el realismo de la casa, la calle y los vecinos, el discurso a veces íntimo o dialógico de sus pesares sentimentales, la añoranza, el pasado, la juventud; no cierra los ojos a lo feo, lo frío, lo metálico, como el óxido, permanentes compañeros de viaje. Se advierten resonancias de su poemario 'Cuestión de horas' (2012) en la línea poética del sentimiento elegiaco, tan levantino y murciano, intimista y cargado de reflexión, en algunos poemas personales.