José Lucas: «Nadie debería acostarse sin leer a Juan Ramón»
El artista ciezano dice que hay versos del Nobel de Moguer que son «como el oráculo» porque con ellos alcanza la categoría de poeta sublime. Entre sus preferidos aquellos de 'Eternidades': «Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas».
Hay unos versos de Juan Ramón Jiménez que para José Lucas (Cieza, 1945) son «como el oráculo». Por nada del mundo querría olvidarlos. Son oraciones ... sagradas. La pura verdad. Algo que va más allá de lo genial.
«¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!»
('Eternidades', 1918)
El artista que hoy ilustra en ABABOL las cuatro canciones publicadas por el escritor de Moguer en el Suplemento Literario de LA VERDAD [en enero de 1924] reconoce que viene leyéndolo «desde antes de nacer yo, ¿estamos?». El premio Nobel de Literatura de 1956 es uno de sus «tres o cuatro poetas predilectísimos» porque, subraya, «se pasó toda la vida pulimentando su obra, nunca la dio por terminada. Un pulimento fino, exquisito, sobre una obra extensísima e intensísima. Glorifica todo lo que toca. Por donde pasa el mundo cambia».
En su intervención artística en el antiguo Paseo de los Mártires de Cieza –30 columnas de cerámica, 17 murales y casi 12.000 losas de cerámica pintadas– realizó una suerte de antología poética de la cultura universal, como detalló Ariana Giménez Saorín en su investigación sobre esta obra pública. Lucas recuerda que «en lo que queda de ese paseo, esa 'hijoputez' que han hecho todos los políticos con eso, yo cito del poema 'Espacio' unos versos: 'Los dioses no tuvieron más sustancia / que la que tengo yo. Yo tengo, como ellos, / la sustancia de todo lo vivido / y de todo lo por vivir. No soy presente sólo, / sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo / a un lado y otro, en esta fuga, / rosas, restos de alas, sombra y luz, / es sólo mío, / recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido'. ¡Hay que ser muy grande para decir eso! Y eso nos vale a todos».
«Juan Ramón se pasó toda la vida pulimentando su poesía, nunca la dio por terminada. Un pulimento fino, exquisito, sobre una obra que es extensísima e intensísima en calidad»
Para Lucas, Juan Ramón es «el jefe supremo de la expedición, ¡de la expedición poética, claro!». A estas alturas, y merecida la máxima gloria del Nobel, Lucas cree que aún no se le ha dado en España la importancia que tiene su producción y su vida a nivel mundial. «Es muy común en España, pero eso es otro tema. Cuando dice «intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas», lo que ocurre es que decir eso es el símbolo, el talismán, el oráculo, el icono... porque representa a Juan Ramón en toda su grandeza. ¡Es sublime!».
¿Qué hay de poético en la obra de José Lucas? No duda en responder, dando la impresión de querer saltar al ruedo desnudo: «No es la aventura del color ni es la forma: el sentimiento poético es lo más lírico que hay en mí. Por muy pintor que sea, si no hay sentimiento poético no vale de nada todo lo demás. Hay que buscarle a las cosas la dimensión y el significado invisible que tienen. El aroma invisible. Yo me paso la vida pintando, buscando lo poético, y también lo prosaico, lo épico... Yo lo busco todo con la pintura, porque es el medio que tengo para expresarme, y es la linterna que me ayuda a ir alumbrando para encontrar algo más allá de lo poético, más allá de lo humano y de lo divino. La pintura es una aventura, y la poesía, una auténtica quimera. Yo no busco la belleza sino el milagro».
«Es también luz, sombra, fuego, aire, ¡MAGIA!, el corazón es todas las cosas; no hay que entenderlo todo bajo la métrica clásica»
Todo por pintar todavía
José Lucas está en la quimera de lo desconocido, en la quimera de lo imposible y en la quimera de aquello que no se ha dicho todavía ni se ha pintado. «Estoy seguro de que no lo conseguiré», dice modulando la voz hasta lo intraducible. «Pero, mientras viva, lo iré buscando». ¿Qué han despertado en él estas canciones de Juan Ramón Jiménez para inspirarle las cinco obras que publica hoy ABABOL? «Para mí Juan Ramón es esa puerta que no se termina de abrir ni de cerrar, y por la rendija permanente que es su poesía, uno tiene que entrar y salir por la rendija abierta, no por la puerta. Porque los grandes poetas, los grandes pintores, los grandes músicos... no abren puertas de par en par, nunca. El auténtico artista abre rendijas por donde se cuela la luz, el talento, la sombra, el misterio, la quimera... A mí Juan Ramón me ha puesto siempre en esa tesitura de entrar y de salir por donde no quepo, y sacar de su lección permanente aquello que no cabe por la puerta abierta y, sin embargo, tengo que sacarlo por la rendija».
La obra de Juan Ramón Jiménez te lleva más allá de él, opina Lucas, «porque es sublime, es mágico, es puro espíritu como poeta, y supongo que su grandeza, porque es uno de los más grandes del siglo XX, pervivirá muchas centurias tras su muerte».
«La pintura es una aventura, y la poesía, una auténtica quimera. Yo no busco la belleza sino el milagro»
Dice Juan Ramón Jiménez en una de las canciones publicadas por primera vez en LA VERDAD que «suena en el corazón, y el corazón es cielo». «Es también luz, sombra, fuego, aire, ¡MAGIA!, el corazón es todas las cosas, y no hay que entenderlo todo bajo la métrica clásica, pues la obra de Juan Ramón lo supera todo». Por eso aceptó el reto de este diario de ilustrar estas canciones juanramonianas, un encargo que define como «mágica interrupción».
Que LA VERDAD hace una centuria diera a sus lectores textos como estos lleva a José Lucas a pensar que hoy no somos nada modernos. «Hay que tener conciencia de que LA VERDAD es uno de los grandes periódicos de España, y aquella etapa del Suplemento Literario es irrepetible, con Juan Ramón como guía y patriarca, que dio luego pie a 'Verso y prosa', otro prodigio de la mano de Jorge Guillén y también desde Murcia. Gente involucrada en la gran cultura, que hacen que aquí coincida la Generación del 27».
«Nadie debería acostarse una noche, si de verdad es un ser civilizado, sin leer la Oda a Walt Whitman de Lorca, ni tampoco debería hacerlo sin leer mil cosas de Juan Ramón, como el poema 'Espacio'. Todo lo que cuesta trabajo de leer y codificar, todo lo que trastoca nuestros mecanismos de entendimiento, todo lo que se complica para el ser corriente, nos conduce a la magia y es el símbolo».
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