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Collage especial para 'Ababol'. Concha Martínez Montalvo

La libertad de pensar, según Hannah Arendt

En 1933 huye exiliada de la Alemania nazi y se convierte en refugiada política, en una paria de la ciudadanía, como le gustaba definirse; será una apátrida excepcional

Cristina Guirao Mirón

Socióloga, filósofa y profesora de la UMU

Sábado, 28 de junio 2025, 07:47

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Este año conmemoramos los 50 años de la muerte de Hannah Arendt, una de las pensadoras más influyentes del siglo XX. Nadie se atrevió a ... pensar con la libertad con la que ella lo hizo; sin barandillas ni asideros, como ella misma definió el ejercicio de pensar. Alejada de los grandes paradigmas que se gestaron y que construyeron los movimientos sociales y las subjetividades de este siglo. Incluso, en ocasiones, alejada de sus propias convicciones a las que sometió al riguroso escrutinio del juicio kantiano, que tanto le gustaba practicar -el juicio de una razón implacable-, y que le llevó al enfrentamiento con el sionismo más radical tras la publicación de su libro 'Eichmann en Jerusalén'. Arendt vio en Eichmann -responsable de la solución final y la deportación de millones de judíos a los campos de concentración nazis-, a un hombrecillo, un funcionario común que acataba sin pensar las órdenes de sus superiores, un ser terroríficamente banal. Y reflexionó sobre cómo el mal en los sistemas totalitarios no es imputable a nadie y es imputable a todos, se forma en sus estructuras, se extiende a través de sus mecanismos de poder y dominación y progresa en su banalidad a fuerza de cercenar la capacidad del individuo de poder decidir y elegir libremente por sí mismo. Los totalitarismos anulan el juicio y el razonamiento de los individuos, suprimen la libertad, tan necesaria para actuar éticamente, esa que Arendt ejercitó magistralmente.

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