Trabajar con la naturaleza que no se ve
Rosa María Ros Espín. Catedrática de Botánica de la Universidad de Murcia
Asegura que nunca fue una estudiante brillante, más bien de notable, y que las asignaturas de Ciencias se le daban regular, algo que le valió a una de sus profesoras para advertir a sus padres de que tuvieran cuidado con lo que decidía hacer después del instituto, pues, según ella, no tenía capacidad para estudiar una carrera universitaria.
Ahora, como catedrática de Botánica de la Universidad de Murcia (UMU) e investigadora principal del grupo 'Sistemática molecular, Filogeografía y conservación en briófitos', Rosa María Ros recuerda aquello como una anécdota; pero no debió ser agradable escuchar aquel augurio.
Por suerte, su pasión por la naturaleza y el interés de sus padres en que tanto ella como sus dos hermanos varones cursaran estudios superiores, pesó más. De hecho, asegura que el apoyo de su familia jugó un papel muy importante, pues en 1976 no era muy habitual que las mujeres fuesen a la Universidad. No obstante, y esto es algo que ella ha detectado después, en reuniones de antiguas alumnas, conversando con sus compañeras, vio que no todas sus amigas tuvieron la misma suerte. A muchas les tocó aprender a ser amas de casa o dedicarse a otras labores. En su caso, sus padres hicieron un enorme esfuerzo para que sus hijos tuvieran una vida mejor que la que ellos habían disfrutado, durante la Guerra civil y la Postguerra.
Es una de las mayores expertas en plantas pequeñas (musgos, algas, líquenes...). Su grupo de investigación ha descrito una especie nueva y ha restablecido otras tres que se habían ignorado desde su descripción a principios del s. XX
Dice que la animaron a elegir Medicina o Farmacia, pero ella ahí no se veía. Así que se decidió por la Biología, aunque también hubiera podido hacer Química, porque le gustaba mucho hacer experimentos. En su elección tuvieron mucho que ver algunos profesores del instituto, sobre todo la de Ciencias Naturales, Marisa Rosique; al llegar a la Universidad de Murcia se encontró con Xavier Llimona, quien no solo supo transmitirle su pasión por la Botánica e hizo que se especializase en esa rama, sino que le ofreció su primer contrato de profesora ayudante y consiguió que le picara el gusanillo de la carrera investigadora.
Cuenta que él le transmitió lo que supone conocer las plantas en el campo, le descubrió las plantas pequeñas &ndashmusgos, algas, líquenes...&ndash e hizo que prestase atención a un mundo que, por lo general, pasa desapercibido. Y tan bien debió hacerlo que, a día de hoy, Rosa María Ros es una de las mayores expertas a nivel internacional en ese tipo de especies. De hecho, hace apenas unos días se supo que su grupo de investigación ha descrito una especie nueva y ha restablecido otras tres que se habían ignorado desde su descripción a principios del siglo XX.
No es la primera vez que consiguen algo así. A finales de 2018 descubrieron una especie de musgo que solo se localiza en Sierra Nevada y en la Región de Murcia, de nombre 'Ceratodon amazonum'. Además, hace referencia a las amazonas, una tribu de la mitología griega formada y gobernada en su totalidad por mujeres, porque los investigadores no encontraron machos.
Actualmente, Ros y su equipo cuentan con el apoyo del Ministerio de Ciencia para profundizar en ese estudio y ampliar el conocimiento sobre esa especie. En concreto, quieren comprobar si realmente no se puede encontrar esa especie en otros lugares de la Península Ibérica y hasta qué punto solo existen hembras o si también pueden detectar machos, así como investigar los procesos evolutivos que han determinado su aparición mediante la secuenciación completa de su genoma.
Constancia
Asimismo, financiados por la Fundación Séneca estudian si los musgos que tienen los dos sexos en la misma planta se auto-fecundan porque, si así fuera, las generaciones resultantes serían clones, de modo que no habría variabilidad genética y eso tiene repercusiones evolutivas.
Afirma la investigadora que, para ella, dedicarse a la Ciencia le ha permitido sentirse realizada, asumiendo distintos cargos de responsabilidad y desarrollando investigaciones de gran interés. Del mismo modo, para ella supone un modo de vida que le hace ser muy exigente en su día a día y que le ha llevado a desarrollar un espíritu crítico que todo lo pone en duda.
Casada con otro científico, que también es biólogo, y madre de tres hijos &ndashdos mellizas y un chico&ndash, reconoce que el apoyo de todos ellos ha sido clave para llegar hasta donde está, pues su trabajo le requiere de una dedicación que ella sola no habría podido abordar. Y cuenta como anécdota que en el área de Botánica de su departamento todos los hombres están casados, mientras que en el caso de las mujeres solo ocurre en el 50% de los casos; lo que hace pensar que, quizá, el resto ha tenido que sacrificar su vida personal para poder alcanzar un puesto relevante en la universidad.
Rosa María Ros anima a las chicas más jóvenes a que consideren las carreras de ciencias como una opción, y les recuerda que no siempre se trata de ser muy inteligente sino más bien de ser constante y trabajar con ahínco.