El plástico, el gran enemigo del medio ambiente
Una tesis doctoral financiada por la Fundación Séneca analiza la presencia de microplásticos en las EDAR de la Región de Murcia
La producción global de plásticos se ha disparado en los últimos 50 años, y en especial en las últimas décadas. Según datos ofrecidos por Greenpeace, en los últimos diez años el ser humano ha producido más plástico que en toda la historia de la humanidad.
Estas cifras no reflejan otra cosa sino el gran peso que los plásticos tienen en nuestro día a día, presentes en tantos formatos y formas que, incluso, convivimos con ellos de manera tan cotidiana que, en ocasiones, pasa desapercibida.
Así pues, este uso descontrolado por parte del consumidor, sumado a la inadecuada gestión de residuos plásticos y a la lenta tasa de degradación de los mismos (se sabe que dependiendo del tipo de plástico tarda entre 100 y 1.000 años en degradarse), hace que los plásticos se hayan convertido en uno de los principales problemas medioambientales; problema que se agrava por la degradación de éstos en micropartículas, conocidas como microplásticos (MP).
Las EDAR son capaces de retener entre el 70% y el 90%, dependiendo de la tecnología de depuración
Por sus características físicas y químicas, el plástico es un material muy duradero y difícil de degradar por los microorganismos que se encuentran en la naturaleza, lo que sí le ocurre es que, con el paso del tiempo, se va fragmentando, dando lugar a trozos cada vez más y más pequeños, hasta convertirse en MP secundarios (plásticos con un tamaño menor de 5 mm procedentes de la continua fragmentación de plásticos de tamaño superior); aunque, en ocasiones, ya se fabrican intencionadamente con ese tamaño, y a estos se les conoce como MP primarios.
«Estos contaminantes emergentes se están encontrando en diversos entornos y su ingestión por los diferentes eslabones de la cadena trófica puede desencadenar problemas físicos y toxicológicos de gran importancia», según Sonia Olmos, doctora en Ingeniería Química y Ambiental e investigadora de la Universidad Politécnica de Cartagena.
Los biopolímeros identificados en las muestras de agua residual desaparecieron por completo en el efluente, lo que indica su carácter biodegradable
Su tesis doctoral, financiada por la Fundación Séneca, estudió la 'Presencia y Evolución de Microplásticos en Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales de la Región de Murcia' e incluso planteó una propuesta de las mejores tecnologías disponibles para una emisión cero. Un trabajo que atendía al hecho de que las plantas de tratamiento de aguas residuales (EDAR) – el conjunto de procesos físicos, biológicos y químicos encargados de lograr un efluente de gran calidad– han sido consideradas fuente y sumidero de MP. De hecho, se sabe que, sin estar diseñadas para ello, son capaces de retener entre el 70% y el 90%, dependiendo de la tecnología de depuración, y emitir millones de microplásticos diarios.
Asimismo, se apoyaba en las estrategias diseñadas recientemente por la Unión Europea, en cuanto a la necesidad de establecer soluciones a la contaminación por plásticos y evitar que sus residuos, tanto de tamaño macro como micro, lleguen a los océanos. «La estrategia en materia de plásticos es una de las cinco áreas prioritarias en los planes de acción de la economía circular en Europa, y se encuadra en tres aspectos bien diferenciados: la alta dependencia actual de combustibles fósiles, el bajo nivel de reutilización y de reciclado de los plásticos y la entrada masiva de sus residuos en el medio ambiente», dice Olmos.
Durante su proyecto, en el que ha contado con la colaboración de Hidrogea y el Centro Tecnológico de la Energía y el Medio Ambiente (Cetenma), además del Servicio de Apoyo a la Investigación Tecnológica de la UPCT, estudiaron varias depuradoras de la Región de Murcia, seleccionadas principalmente por sus técnicas de depuración, la distribución poblacional y el efecto estacional: la de Cabezo Beaza, en Cartagena; la de Águilas; la de Mar Menor Sur; y la de La Aljorra.
La investigadora ha podido comprobar que los porcentajes de retención de MPs de las depuradoras variaron entre el 70-90%, y mejoraban si se atendía a las formas de los MP, «ya que las fibras presentan más resistencia a la eliminación, principalmente por su morfología», advierte.
En cuanto a las tecnologías, el estudio les permitió concluir que el pretratamiento y la decantación primaria son técnicas que juegan un gran papel en la retención de estos microcontaminantes. Así mismo, se obtuvo un mayor porcentaje de retención para sistemas de fangos activos convencional, en comparación con los otros tratamientos biológicos estudiados. Y, por último, los tratamientos terciarios no mejoraban notablemente dichos porcentajes, principalmente por los problemas observados con las fibras.
«Los polímeros que encontramos fueron principalmente polietileno, de alta y baja densidad, y el polipropileno. Polímeros que más se encuentran en nuestro día a día», afirma Sonia Olmos.
Otra de las conclusiones más relevantes sería el bajo número de MP primarios que aportan los resultados ya que –aclara– «la mayoría de los microplásticos encontrados fueron fragmentos frente a las microesferas que únicamente representaron el 4,94% de los MPs».
Secuestro de nutrientes
Y, finalmente, el estudio preliminar realizado entre los microplásticos y los distintos parámetros físico-químicos de los procesos de depuración mostraron un menor tamaño para pH ácidos, un incremento en la relación de la Demanda Bioquímica de Oxígeno (la cantidad de oxígeno que requiere una población microbiana heterogénea para oxidar la materia orgánica de una muestra de agua en un periodo de 5 días) con los microplásticos a la salida de la depuradora y un posible secuestro de nutrientes, que llevaría a su reducción en el efluente final.
Entre los datos más positivos destaca el hecho de que los biopolímeros identificados en las muestras de agua residual desaparecieron por completo en el efluente, lo que indican su carácter biodegradable.