La importancia fundamental de las charcas
Un estudio de la Universidad de Murcia analiza los efectos en los ecosistemas de la desaparición de pequeños cuerpos de agua
¿Qué importancia pueden tener para la biodiversidad un abrevadero, una fuente o una charca ganadera? Al parecer, más de la que se creía. Aunque hasta ahora los grandes sistemas dulceacuícolas –ríos, lagos y humedales– habían acaparado prácticamente toda la atención de los científicos. José Manuel Zamora Marín, investigador del grupo de 'Zoología básica y aplicada a la gestión y la conservación' de la Universidad de Murcia, puso el foco en esos otrossistemas acuáticos, con su tesis doctoral –'Contribuciones ecológicas de los pequeños cuerpos de agua a la biodiversidad faunística de una región mediterránea semiárida'– y los resultados son bastante llamativos.
En zonas de la Región de Murcia todavía ajenas a la agricultura intensiva de regadío, las pequeñas charcas ganaderas, abrevaderos y fuentes constituyen el único recurso hídrico accesible para la fauna silvestre. En este escenario, parece lógico pensar que los pequeños cuerpos de agua pueden ejercer una fuerte atracción sobre la biodiversidad, ofreciendo importantes recursos, especialmente agua superficial, pero también alimento y refugio.
Así pues, junto con investigadores del mismo equipo y del grupo Ecosistemas Mediterráneos de la Universidad de Murcia, diseñaron una metodología de trabajo de campo dirigida a inventariar la riqueza de especies de aves, anfibios e invertebrados acuáticos que hacían uso de estos pequeños cuerpos de agua. Paralelamente, recabaron información sobre las comunidades de estos tres grupos animales a dos escalas espaciales superiores: a nivel del ecosistema circundante a los pequeños cuerpos de agua objeto de estudio (exclusivamente en el caso de las aves), y a nivel regional (para los tres grupos animales).
El 71% de las especies de aves terrestres que habitan un determinado ecosistema utilizan rutinariamente estos espacios
«De esta forma pudimos estimar cuán importantes son los pequeños cuerpos de agua para la fauna silvestre, ponderando la riqueza asociada a estos sistemas acuáticos con la riqueza presente en el paisaje circundante y en toda la Región de Murcia. Los resultados obtenidos tienen importantes implicaciones para la conservación de la biodiversidad y de los pequeños cuerpos de agua», expone Zamora Marín.
Descubrieron, por ejemplo, que el 71% de las especies de aves terrestres que habitan un determinado ecosistema utilizan los pequeños cuerpos de agua rutinariamente. Igualmente, ocho de las nueve especies de anfibios presentes en la Región de Murcia utilizan para su reproducción las charcas ganaderas y los abrevaderos estudiados. «Por tanto –afirma el investigador– a pesar de la reducida superficie que ocupan estos pequeños cuerpos de agua (en ocasiones, de unos pocos m2), su contribución al mantenimiento de la biodiversidad es desproporcionadamente alta». Este aspecto convierte a los pequeños cuerpos de agua en elementos paisajísticos clave que requieren ser gestionados y manejados adecuadamente para garantizar la conservación de la biodiversidad en el sureste ibérico.
Relevancia del trabajo
A la vista de los resultados, el trabajo ha puesto de manifiesto que estos pequeños ecosistemas son también vitales para el mantenimiento de la fauna terrestre, y su desaparición podría conllevar -entre otras consecuencias- cambios en la composición y estructura de las comunidades animales. Otro de los puntos fuertes de la tesis doctoral es el contexto climático donde ha sido desarrollada: el sureste ibérico. Según el investigador, «es considerada la región más árida de Europa continental, y los modelos climáticos auguran un escenario con temperaturas particularmente altas y precipitaciones extremadamente escasas. A consecuencia, aumentará el ritmo de desaparición de los pequeños cuerpos de agua (por desecación, sobreexplotación de acuíferos u otras causas relacionadas), y se reducirá drásticamente el volumen de agua superficial disponible para la fauna silvestre». En ese mismo escenario, las especies tendrán que hacer frente a una mayor exposición a temperaturas extremas, lo que les obligará a aumentar la ingesta de agua a través de visitas más frecuentes a los cuerpos de agua (los cuales, a su vez, serán más escasos). Esta situación puede acarrear importantes desajustes en los ecosistemas, con consecuencias aún desconocidas.
El declive de la ganadería extensiva en numerosas comarcas está conllevando el cese de la gestión y mantenimiento de muchas charcas ganaderas y abrevaderos
Por último, la tesis también pone de manifiesto el amplio abanico de amenazas a las que ya se encuentran sometidos los pequeños cuerpos de agua del sureste ibérico, que obligan a la puesta en marcha de una estrategia transversal para garantizar su conservación. El declive de la ganadería extensiva en numerosas comarcas está conllevando el cese de la gestión y mantenimiento de muchas charcas ganaderas y abrevaderos. Por otro lado, numerosas fuentes y manantiales se ven afectadas por la ganadería intensiva que necesita un gran caudal para abastecer sus instalaciones, a la vez que puede contaminar los acuíferos por la infiltración de purines.
A estas amenazas se suma la sobreexplotación de los acuíferos derivada de la agricultura intensiva, que continúa asentándose en las comarcas del Noroeste y del Altiplano en su fuga como respuesta a la catástrofe ambiental del Mar Menor.
«En este sentido, y desde una perspectiva constructiva y aplicada, nuestro trabajo incluye una serie de medidas de gestión que permitirían mejorar sustancialmente el estado de conservación de los pequeños cuerpos de agua, así como compatibilizar sus usos actuales con el mantenimiento de la biodiversidad», sostiene José Manuel Zamora Marín.
Y pone como ejemplo el establecimiento de un caudal mínimo (caudal ecológico) en las fuentes y abrevaderos, de manera que mantengan un volumen de agua suficiente –que permita su uso por la fauna silvestre– aunque estén sometidas a aprovechamiento humano.
Regulación
Otras medidas que podrían contribuir notablemente a mejorar el estado de conservación de los pequeños cuerpos de agua serían el incremento de la diversidad de ambientes en los alrededores de estos pequeños sistemas (mediante plantaciones de arbustos de fruto carnoso, construcción de majanos y charcas temporales periféricas) o facilitar el acceso para la fauna silvestre (construcción de rampas de acceso en albercas y balsas).
Igualmente, a la vista de los resultados, se deberían regular ciertas prácticas agropecuarias en los pequeños cuerpos de agua como el uso de alguicidas o las quemas intencionadas de vegetación periférica.
«Estas medidas podrían quedar compiladas en un manual de buenas prácticas de gestión, que fuese distribuido entre propietarios y usuarios de estos sistemas. Sin embargo, la eficacia de estas medidas dependerá del interés y la apuesta por parte de las administraciones implicadas (confederación hidrográfica, comunidad autónoma y ayuntamientos), y del apoyo de la sociedad civil para reclamar la protección de estos elementos singulares de nuestro patrimonio cultural. De otra manera, estaremos diciendo adiós a un valioso legado patrimonial que aporta funciones ecológicas trascendentales, y convirtiendo el sureste ibérico en una región mucho más hostil e inhóspita para la vida», concluye el investigador.