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Julián Millán, investigador de la Fundación Séneca en Maryland (EE UU).

¿Qué es exactamente una obra musical?

Julián Millán, investigador de la Fundación Séneca en Estados Unidos, analiza la música vocal desde el punto de vista filosófico

Lunes, 28 de febrero 2022, 21:25

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La música es una de las actividades más antiguas practicadas por el ser humano, incluso, se podría decir que va unida a su existencia per se. Aquella en la que se escucha una, o varias voces, se trata del tipo de música más escuchado y producido en todo el mundo. Su importancia nace de su arraigo en el seno de toda cultura, desde la más primitiva hasta la más desarrollada. Nos obstante, a pesar de tratarse de algo cotidiano con lo que se convive de forma natural, sigue guardando algunas incógnitas.

Julián Millán es investigador de la Fundación Séneca en la Universidad de Maryland (EE UU) en el marco del proyecto Fulbrigh, donde está realizando una estancia bajo la supervisión del profesor Jerrold Levinson, uno de los más influyentes filósofos en el ámbito de la filosofía del arte de corte analítico. Investiga sobre la 'Ontología de la música: la cuestión categorial y la individuación en las obras de música vocal'.

«Creo que el ámbito del pensamiento en español está necesitado de una reflexión seria sobre la música, sin los oscurantismos propios de la filosofía del siglo pasado, en un lenguaje claro, directo y conciso que no renuncie a la elegancia o a la profundidad de ideas, y que sean éstas, y no el lenguaje del que brotan, las que nos embriaguen. Como decía Ortega, 'la claridad es la cortesía del filósofo'», señala.

Su proyecto, que en la Universidad de Murcia cuenta con la dirección de la catedrática de Filosofía Francisca Pérez Carreño, consiste en una investigación acerca de la naturaleza de las obras de música vocal. Trata de dar respuesta a la pregunta 'qué cosa es exactamente una obra de música', y, en particular, de música vocal, como pueden ser una canción o una ópera.

«No aspiro a proponer una nueva teoría, sino más bien un horizonte conciliador de posturas», asegura Millán sobre un debate empantanado en complejas cuestiones técnicas

«Si usted me pregunta qué tipo de cosa es este cuadro de Caravaggio que cuelga en esta pared, seguramente usted y yo convengamos en que es un objeto, compuesto de pigmentos, lienzo, materia. Si, además, me pregunta por la 'obra', quizás le diga algo acerca de su contenido simbólico, alegórico. También cabría decir que hay 'representación', aunque eso ya es más difícil de explicar. Podemos discrepar en valoraciones. Con todo, estamos hablando del mismo objeto, que usted y yo tenemos ante nuestros ojos. Con las obras musicales, en cambio, la cosa se complica, porque no las vemos en ninguna parte, las escuchamos en su ejecución y, sin embargo, incluso cuando no están siendo interpretadas, existen de algún modo. Es más, solemos hablar de sus interpretaciones, más que de la obra en sí, especialmente en el ámbito del pop, el jazz, etc.», explica Julián Millán.

Así pues, él intenta explicar qué son y cómo existen, aunque con frecuencia la respuesta no es fácil, ya que como intérprete posee un tipo de intuiciones, de las que carece como filósofo, y viceversa. Intenta, por tanto, buscar un equilibrio entre el rigor filosófico, por un lado, y la práctica musical como guía del pensamiento sobre música, por el otro.

Apela a San Agustín cuando en sus 'Confesiones' dice: «Cuando me preguntan 'qué es el tiempo', no lo sé; pero si no me lo preguntan, entonces lo sé». El desafío que representa la música es similar, y encarna la motivación última de este proyecto: «Trasladar al pensamiento nuestras más fuertes intuiciones acerca de la música», dice.

Para conseguirlo, parte de la hipótesis de que la música vocal no puede ser explicada al margen de su contexto de surgimiento y creación, como intentan algunos ontólogos. «Yo sostengo que, aunque las obras de música pueden ser apreciadas al margen de la historia de su creación, no ocurre lo mismo cuando pretendemos explicar qué son, puesto que ahí entran en juego tanto las facultades creativas del compositor como el contexto histórico en el que son creadas».

Por lo tanto, en su opinión, «es infructuoso tratar de aislar la obra de todo agente humano e histórico. Asimismo, la filosofía, aunque bien puede versar exclusivamente sobre sí misma, cuando se la aplica a una disciplina como la música, se vuelve inoperante si ignora las tradiciones interpretativas y los condicionamientos históricos o estilísticos que intervienen en la creación musical». Millán considera que su utilidad depende del servicio que preste a la disciplina sobre la que derrama su contenido. Si bien la filosofía ha de conservar su autonomía al tiempo que observa, desde una cierta distancia, la disciplina sobre la que pretende pensar.

A sabiendas de que cualquier tentativa de dar una respuesta definitiva y unitaria a cualquier problema relacionado con el arte, o incluso su definición misma, es tarea imposible, Millán se ha marcado como objetivo arrojar algo de luz sobre un debate empantanado en complejas cuestiones técnicas, a su modo de ver irresolubles, que impiden decantarse por una u otra teoría en detrimento de las demás; un debate cada vez más escorado hacia cuestiones metodológicas. «No aspiro a propon

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