«La Atención Primaria acapara el mayor número de agresiones a profesionales de la salud en la Región»
Acaba de ser nombrado director del Servicio Externo de Ciencias y Técnicas Forenses (Secytef) de la Universidad de Murcia, y, además, es Investigador Principal del Grupo Salud Laboral. Bartolomé Llor Esteban toma el relevo al catedrático de Medicina Legal y Forense Aurelio Luna Maldonado, jubilado recientementey a quien, ante todo, reconoce su labor desde la creación del Servicio. «Espero estar a la altura de las circunstancias, porque el listón está muy alto», dice. No en vano, asegura que «el Profesor Luna seguirá ejerciendo de 'maestro' de muchos de nosotros, por mucho tiempo».
–¿Qué es el Secytef?
–Es un Servicio creado en la propia Universidad en abril de 2011. Incluye actividades de formación, investigadoras y, sobre todo, de colaboración con la justicia como peritos expertos en diferentes áreas de conocimiento. Hay que tener en cuenta que 'forense' es el profesional que asesora al juez o tribunalen cuestiones técnicas. Los profesores universitarios pueden llevar a cabo esta labor, algo que podríamos considerar también como una forma de transferencia de conocimiento.
«En los momentos de máxima tensión mantuvimos el tipo y nos sentimos apoyados por el reconocimiento de los ciudadanos, pero no podemos ser héroes de forma permanente, somos humanos y podemos enfermar»
–Se trata de un Servicio abierto a cualquier profesor, ¿qué unidades lo componen?
–Sí, los profesores con inquietudes en este campo pueden hacer sus propuestas. Actualmente, existen once Unidades que abarcan campos como la química forense, la medicina forense, la informática forense, la psiquiatría forense o nuestra última incorporación, la Unidad de Economía Financiera forense. En nuestra web aparece una amplia cartera de servicios: um.es/forenses.
–En relación al Grupo de Investigación de Salud Laboral, ¿en qué trabajan en este momento?
–Estamos centrados en temas de violencia laboral, escolar, de género y autolesiones, trabajamos conjuntamente con el Grupo de Investigación de Psicología Social que dirige el profesor José Antonio Ruiz Hernández.
–A raíz de la pandemia se ha producido una concienciación de la labor de los profesionales de la salud, ¿ha repercutido en una menor incidencia de las agresiones a este colectivo?
–Pues, 2019 fue el año con más agresiones de la última década, según datos recabados por la Organización Médica Colegial (OMC). En 2020, coincidiendo con las restricciones de la pandemia, lógicamente hubo una disminución. Tendremos que esperar los datos de este año y el siguiente para ver cuál es la tendencia. La OMCreivindica el desarrollo de un Plan Nacional Contra las Agresiones a Sanitarios en el que participen todos los agentes implicados. En nuestra Región, según datos del Servicio Murciano de Salud (SMS) en 2020 se produjeron 277 agresiones a mujeres y 114 a varones. Esta mayor incidencia femenina se observa en los últimos años. Atención Primaria acapara el mayor número de agresiones con 200 casos.
–Ustedes trabajan precisamente en este sector de Atención Primaria, ¿en qué consiste su investigación?
–En este momento hacemos investigación aplicada, estamos centrados en un estudio piloto para la prevención de las agresiones en Atención Primaria, a través de un programa financiado en colaboración con el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Servicio Murciano de Salud, que hemos denominado 'Programa APrecia para la mejora del clima laboral y la prevención de la conflictividad en los servicios de Atención Primaria'.
Utilizamos técnicas de grupos de discusión y están resultando muy interesantes las opiniones tanto de los profesionales como de los propios usuarios. A modo de ejemplo, estos últimos consideran que para una prevención de agresiones sería importante tener en cuenta aspectos potencialmente conflictivos como la incertidumbre en los tiempos de espera, la necesidad de adaptar la cita telemática o telefónica a los distintos tipos de usuarios o la mejora en la gestión de las urgencias en Atención Primaria.
Por otro lado, también se refieren a los profesionales médicos, que son percibidos a veces como distantes y que en ocasiones no facilitan información suficiente sobre el estado de salud del paciente. Asimismo, el personal de administración es percibido como falto de habilidades de comunicación, asertividad o empatía.
En su autopercepción como usuarios, reconocen la existencia de un perfil de usuario demandante/agresivo que hace un uso instrumental de la violencia para conseguir privilegios en la atención solicitada. También identifican otro perfil de usuario que en realidad, hace un uso de la Atención Primaria como una forma de socializar o gestionar conflictos de carácter socioemocional.
Pues bien, de todas y cada una de estas aportaciones son los mismos usuarios quienes proponen posibles soluciones, como por ejemplo la realización de terapias de grupo, el uso de material audiovisual complementario a la información de los profesionales o intervenciones comunitarias en psicoeducación. El reconocido psiquiatra Luis Rojas Marcos incide mucho en este aspecto al señalar que puede resultar incluso terapéutico que el paciente tenga una adecuada explicación de lo que está ocurriendo en su mente y en su cuerpo. Nuestra misión como equipo de investigación sería recabar todas estas inquietudes para poder llevarlas a la práctica.
–¿Y qué ocurre con la información obtenida de los profesionales?
–Algo parecido. Estos aportan observaciones interesantes de cara no solo a la prevención de las agresiones, sino que van más allá y que darían incluso para una posible reforma de la propia Atención Primaria, algo de lo que tanto se está hablando mucho a raíz de la pandemia.
Entre los profesionales entrevistados hemos incluido también las opiniones de los representantes sindicales, de la gerencia, de recursos humanos y del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del SMS. Los principales focos de conflicto que se identificaron tienen que ver con déficits en la formación de los profesionales en aspectos psicosociales, por ejemplo, en la gestión emocional propia y del paciente. La necesidad de trabajar con equipos multidisciplinares, por ejemplo, mejorando la coordinación entre primaria y las especialidades. La mejora en la relación paciente-profesional, por ejemplo, en la gestión del paciente conflictivo y demandante, en el escaso tiempo de atención al paciente o en la demora de la misma, también en la despersonalización y deshumanización que a menudo se produce en la relación médico-paciente.
Además, alertan de la excesiva 'medicalización' de problemas que no son estrictamente orgánicos sino de índole psicosocial, inciden mucho en la necesidad de operativizar e implantar el enfoque biopsicosocial como modelo de atención y que se les forme en este nuevo tipo de relación. Indican que el aspecto de la propia infraestructura del centro de salud puede mejorar la relación profesional, han observado que cuando se pasa de un centro antiguo a uno nuevo, las agresiones disminuyen.
Y, por último, en relación a los problemas derivados de la gestión de los centros, decir que los profesionales se quejan de la distancia con los organismos de gestión, del número de pacientes por cupo y de las sustituciones de personal con baja laboral, entre otras cosas.
Bajas laborales
–¿Cómo está repercutiendo todo esto en la salud mental de los profesionales de la salud?
–Los profesionales en general tienen alta resiliencia y están adaptados a trabajar en situaciones de estrés permanente. Lógicamente todo tiene un límite y la repercusión de las tensiones vividas durante la pandemia las veremos en los próximos meses. De hecho, un buen indicador será el número de bajas laborales.
No obstante, durante la pandemia firmamos un convenio con el Colegio de Médicos para atención psicológica de los profesionales que lo requiriesen y el uso que se hizo fue muy escaso. Esto indica que en los momentos de máxima tensión mantuvimos el tipo y nos sentimos apoyados por el reconocimiento de los ciudadanos, pero no podemos ser héroes de forma permanente, también somos humanos y podemos enfermar. En este sentido, el médico muchas veces suele comportarse como un 'mal paciente' y se muestra reticente a ser atendido y a asumir el rol de enfermo.