Pedro Cano vuelve a la pescadería
Arte. El reconocido pintor de Blanca restaura el mural que había detrás del mostrador de la tienda de sus padres. «Ha ganado en elegancia y esplendor con el paso del tiempo. Lo aprecio ahora incluso más que antes», afirma
CLAUDIO CABALLERO
Lunes, 28 de septiembre 2020, 21:59
Corría el año 1970 cuando la familia del pintor Pedro Cano adquirió una vieja casa en el centro de Blanca para transformarla en la tienda ... de pescado que le proporcionó el sustento durante décadas. Dejaban su madre y hermanos de esa forma de ofertar la mercancía en plena calle para estar a cubierto ejerciendo su actividad. Fue ese año precisamente cuando el maestro regresó de Roma tras la beca que le permitió formarse en la Ciudad Eterna después de concluir la carrera de Bellas Artes en Madrid.
Cuando se encontró con el nuevo local, Pedro Cano le propuso a su familia pintar un mural de grandes dimensiones en la pared que había justo detrás del mostrador. Se puso manos a la obra y su imaginación le llevó a la pesca, a las redes y a los pescadores, constituyendo así también un merecido homenaje a la gente del mar. Antes de regresar de nuevo a Roma a mediados de septiembre del 70, Cano había concluido su obra para regalo de todos los vecinos que acudían a aquella pequeña pescadería de barrio.
Un deseo
Se trata de un trabajo pintado al óleo sobre la pared. Mide seis metros de largo por tres y medio de alto. En él se ve a un pescador que sonríe con un pez en la mano, unas redes que son entrelazadas y desenredadas por un adolescente, un primer plano con los utensilios de la pesca y un paisaje al fondo en el que se vislumbra el mar y un pequeño barco.
Durante varios años, y dado que la tienda permanece cerrada desde las dos últimas décadas, la pintura se ha ido deteriorando, sobre todo a raíz de una fuga de agua procedente de una tubería. El pasado mes de abril, y solventado el incidente, Pedro Cano decidió restaurarla y hace solo unos días terminó de reintegrar todas las partes perdidas.
El resultado salta a la vista, encontrándonos con una magnífica obra que, como el propio Pedro Cano indica, «ha ganado en elegancia y esplendor con el paso del tiempo. Aprecio ahora, incluso más que antes, el cariño con el que yo pinté este cuadro como homenaje a los pescadores, pero también hacia mi familia, a la que el mar proporcionó el sustento para que, entre otras cosas, yo pudiera estudiar las artes, que es lo que siempre me ha gustado». «No pensaba que una obra de tantos años pudiera ganar tanta presencia y ser tan actual», asegura el pintor, quien no disimula su deseo de que este pequeño local sea reconvertido en un espacio público para el disfrute de los vecinos y visitantes.
«En definitiva, ha sido muy emocionante constatar que el mural de la pescadería de mis hermanos sigue en la memoria de muchos blanqueños y eso es lo que me ha dado más energía para restaurarlo a fondo», señala.
Retratando el otoño
Pero el deseo de Pedro Cano de seguir mostrando sus sentimientos no le permite ni un solo minuto de descanso y estas semanas de finales del verano y principios del otoño son especiales para él. Aún con la prudencia que requieren estos tiempos de pandemia, el pintor no ha dejado sin embargo de trabajar y de seguir plasmando sus sentimientos a través de sus creaciones artísticas. En este tiempo en el que el otoño comienza a dorar el paisaje, el maestro de Blanca ha comenzado a aprovechar las distintas tonalidades que van adquiriendo los elementos que le rodean para luego plasmarlos sobre cartón.
«El otro día estuve en el campo y cogí unas granadas para pintarlas. Me di cuenta de que están un poco verdes, pero aun así me decidí a retratarlas rodeadas de sus mismas hojas. La verdad es que he concluido, bajo mi punto de vista, un trabajo muy completo», explica Pedro Cano mientras la tarde va cayendo en su estudio de la calle del Castillo, un caserón heredado de su abuelo desde el que se contempla todo el pueblo de Blanca adornado por la Vega del Segura y el Valle de Ricote.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión