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Un hito en la historia. Sobre estas líneas, recreación de la plaza de San Esteban de Murcia según el proyecto presentado a concurso por Arata Isozaki a finales de 2011. Arriba, Ricardo Sánchez Garre, Toshiaki Tange y Francisco Javier López en el Real Casino de Murcia en junio de 2011.
Cuando Arata Isozaki soñó la ciudad de Murcia

Cuando Arata Isozaki soñó la ciudad de Murcia

El Pritzker 2019 ideó, junto a profesionales murcianos, una plaza sobre el yacimiento de San Esteban con una torre observatorio que hubiera marcado un hito

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Lunes, 18 de marzo 2019, 22:17

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«A la Torre Orizuru, de Hiroshima, le han dado el mismo significado que Isozaki ideó para la Torre de San Esteban», le dijo Toshiaki Tange, mano derecha de Arata Isozaki en su estudio de Barcelona, a los arquitectos murcianos Francisco Javier López Martínez y Ricardo Sánchez Garre cuando conoció a fondo el edificio japonés inaugurado en 2016. «Una torre que se convierte en un punto de referencia, un hito dentro de la ciudad que funcionará como reclamo y atracción del turismo», explicaba la idea presentada a concurso en 2011 en Murcia. Un observatorio para contemplar la ciudad y la plaza desde un punto elevado y céntrico; un elemento de formas helicoidales que representaba la unión entre el pasado, el presente y el futuro, «conectando verticalmente los diferentes niveles de San Esteban: el yacimiento, la nueva plaza y el observatorio».

Habían pasado casi seis años desde que Arata Isozaki y Asociados España trabajara durante meses, de la mano de los dos murcianos y animado por ellos, en el proyecto para dar forma a un centro de interpretación de la Murcia Medieval en el yacimiento de San Esteban y Tange lo seguía teniendo muy presente. No en vano, lo reflejó en los álbumes gráficos con los que en 2011 y 2012 resumió los trabajos del estudio del arquitecto japonés, junto a otros proyectos relevantes, como el del Museo Nacional de la Civilización Egipcia de El Cairo; y también en la tarjeta de felicitación del Año Nuevo 2012 del estudio en España. El de Isozaki no fue el único proyecto con firma de altura que se presentó al concurso de ideas convocado por la Consejería de Cultura y Turismo para la definición del centro de interpretación de la Murcia Medieval en el conjunto arqueológico de San Esteban, pero sí era el del arquitecto con mayor proyección mundial que concurrió a esta convocatoria -se presentaron 35 ideas más- como ahora constata el premio Pritzker con el que ha sido reconocido, a sus 87 años, el trabajo de toda una vida y que le será entregado en una ceremonia en París el próximo mayo.

«El recuerdo de ese trabajo con Arata Isozaki es el de una experiencia estimulante que me ayudó a exigirme más a mí mismo, pero también amarga», recuerda Francisco Javier López. Porque, finalmente, el intenso trabajo del genial japonés no estuvo entre los seis seleccionados por el jurado y Murcia solo rozó el privilegio de contar con una de las emblemáticas obras del último 'Nobel' de la arquitectura.

«La idea era ambiciosa, pero también realista», la define el murciano López Martínez, especialista en intervenciones en patrimonio y restauraciones. Y recuerda que preveía la protección de los restos islámicos, especialmente susceptibles al deterioro de los agentes climáticos; una zona de investigación, en la que se podría seguir excavando; y una zona de exposición limitada: «Se seleccionó una parte porque tenía claro que todo lo excavado no se podía incluir en un recorrido de poco más de una hora, que es lo disfrutable y sostenible; e incluyó el itinerario por las principales calles y edificios, para permitir la comprensión de todo el complejo». Igualmente, el proyecto contemplaba la recuperación de la plaza, que reflejaba en superficie la planta de la ciudad del siglo XII: «Unos solo eran un reflejo, que es donde se preveía poner la vegetación, y otros permitían asomarse al pasado. Por eso se llamaba 'Murcia 12-21': del siglo XII al XXI, porque tenía bastante de recorrido y tránsito». También la zona central, junto a la torre observatorio, era una forma cóncava, una superficie verde elíptica que introducía al visitante en el interior del yacimiento y que permitía observar con comodidad los eventos que acogiera, y dejaba espacio, bajo techo, para volver a acoger un mercado de agro-cultura para productos de artesanía.

Pese a que ganar el concurso no implicaba la realización del proyecto, Isozaki se implicó a fondo cumpliendo en Murcia con la máxima que ha regido su obra arquitectónica. «Se implica en el sitio donde trabaja y por eso cada proyecto es distinto en cada lugar, porque trata de integrarse y entender cada ciudad», recuerdan los arquitectos murcianos. No en vano, acompañaron al equipo de Isozaki en sus cuatro visitas a la Región para empaparse de su esencia. «Tuvimos ocasión de viajar con ellos a distintos lugares. Les interesaba todo para comprender dónde estaban trabajando y les llevamos a conocer muchos sitios, tanto en Murcia (Casino, Muralla de Verónicas...) como en Cieza (Siyasa), querían conocer cómo se construía en la Murcia medieval, y Cartagena (Arqua, el Cerro del Molinete), hasta hicimos una reunión en el Auditorio Parque Torres».

«Fue una experiencia estimulante y un sueño para la ciudad» de Murcia que no llegó a hacerse realidad.

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