«Daré una de cal y otra de arena para no molestar a nadie»
La viuda del expresidente Calvo Sotelo recordará los desfiles por la Corredera y el ajetreo de esos días en la casa de sus abuelos. Pilar Ibáñez Martín Mellado. Pregonera de la Semana Santa
P. W. R.
Jueves, 10 de abril 2014, 13:57
Su casa familiar, el Palacio de los Condes de San Julián, está a solo unos pasos de donde mañana pregonará la Semana Santa lorquina, la iglesia de San Mateo. Pilar Ibáñez Martín Mellado, licenciada en Filosofía y Letras, marquesa de la Ría de Ribadeo y Grande de España, se siente «tremendamente agradecida» por el honor. La viuda del expresidente Leopoldo Calvo Sotelo y Bustelo, hija del ministro de Educación José Ibáñez Martín y nieta de los condes de San Julián, Víctor Mellado Pérez de Meca y Emilia Pérez de Meca Marín, hará un recorrido por los recuerdos de la Semana Santa de su niñez y de su juventud. «La de este año la espero con una ilusión tremenda, como la que compartí con Leopoldo cuando empezaba a salir conmigo o las que vivía cuando era niña y todos buscaban lazos azules para ponérmelos en el pelo antes de acudir a los desfiles que entonces transcurrían por la calle Corredera».
-Pregonar la Semana Santa de Lorca dicen que es una gran responsabilidad por aquello de procurar que no se note demasiado el color que uno profesa...
-Lo llevo bien, creo que no habrá problemas. Daré una de cal y otra de arena en el pregón para intentar no molestar a nadie.
-Pero, es azul. ¿Lo son también sus hijos, sus nietos?
-Mi abuelo Víctor, el conde de San Julián, y mi tía Conchita, eran tremendamente azules, por lo que no me dejaron otra opción. La bandera del Paso Azul incluso dormía alguna noche en casa. Mis hijos y mis nietos son azules, no tienen más cáscaras.
-Sin embargo, el blanco también ocupa un lugar importante en su corazón.
-Sí, mi abuela Emilia, que era una mujer tremendamente discreta y bondadosa, siempre se mostraba al margen de todo el bullicio que se montaba durante la Semana Santa en casa. Yo siempre pensé que se debía a que era blanca, pero se sacrificaba por amor a mi abuelo.
-¿Cómo será su pregón?
-El pregón habla de la Semana Santa de mi niñez y de la de mi juventud. De cómo se vivían esos días en casa de mis abuelos.
-Y ¿qué recuerdos le traen aquellos días?
-Pues la de mi niñez la recuerdo muy ajetreada, con mi tía Conchita corriendo de un lado para otro buscando lazos azules para ponérmelos en el pelo y flores para llevarlas a los desfiles que transcurrían entonces por la Corredera.
-¿Y la de su juventud?
-Leopoldo Calvo Sotelo, que poco antes había comenzado a salir conmigo, vino en un coche destartalado junto a varios compañeros de carrera. Se hospedaron en el Hotel Comercio. Les pusieron en unas camas en el pasillo y cada vez que alguien se iba a dormir a su habitación, le daban las buenas noches. Se quedó atónito cuando vio los desfiles. Y en los palcos, sorprendido al vernos comer jamón en Viernes Santo, aunque le explicamos que era gracias a una bula papal. Más tarde, cuando nos casamos, pudimos compartir esos días junto a nuestros hijos y nietos.
-Vive en Madrid, pero ¿en su casa se mantienen las costumbres y tradiciones lorquinas?
-Estamos enganchados todos a Lorca. En casa no falta la torta de pimiento molido, ni los arroces, ni las verduras, como tampoco el aceite de oliva con pan, que me recuerda a la almazara que había en San Julián. Nos gusta el aceite fuerte, como el que se tomaba en casa de los abuelos.