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Una de las páginas interiores del 22 de enero de 1993
21 DE ENERO DE 1993

De la guerra de Bosnia al Mar Menor

Torturados y violados. Cartagena recibió a ritmo de pasodoble a los 384 refugiados que iniciaron una nueva vida lejos del infierno. «Murcia, nuestra nueva patria». 'La Verdad' convivió con ellos durante su primer día de estancia en el camping Villas Caravaning

PACO LASTRA

Domingo, 16 de junio 2013, 12:54

Cartagena los acogió con los brazos abiertos. 384 refugiados bosnios desembarcaron del buque 'Aragón' en silencio y con lágrimas en los ojos. Fue el 21 de enero de 1993 y para estas mujeres, ancianos y niños comenzó una nueva vida lejos de la guerra de su país. En sus casas fueron torturados y violados y en la Región encontraron «nuestra nueva patria». 'La Verdad' convivió con ellos durante el primer día de estancia en el camping Villas Caravaning.

La periodista María Cuchillo cubrió para el periódico la llegada a Cartagena de estos exiliados. Arrancó su crónica así: «El aire frío que azotaba las instalaciones portuarias militares trajo hacia Cartagena los ecos de una guerra genocida y devolvió hasta la cubierta de la embarcación el compás de un pasodoble. Incertidumbre y silencio. Ilusión y lágrimas. Desde el 'Aragón' -un buque de guerra en misión de paz-, 384 refugiados no apartaban la vista de la tierra que desde ayer es su nueva patria. Quizás sin posibilidad de retorno».

Ligeros de equipaje, con los mayores abrazando a los más pequeños y al ritmo de 'España Cañí' y 'Amparito Roca', los acogidos descendieron de un buque para subir a los autobuses que los trasladaron al camping Villas Caravaning, a orillas del Mar Menor.

«Esto ha sido tela. Tengo un nudo en la garganta que me impide reaccionar. Personalmente hace que me sienta orgulloso de ser español», confesó Antonio Cano, un joven soldado de reemplazo que expresó el sentir general de la tripulación.

En su crónica, María Cuchillo destacó la cálida acogida que propiciaron exprisioneros que llevaban varios meses en Gandía y que aquel día se habían desplazado a Cartagena para reencontrarse con familiares que habían llegado a España en el buque 'Aragón'. «Kemal, Shamir, Halid, Sead... abrían los ojos y agitaban frenéticamente sus brazos conforme iban reconociendo, entre los rostros apiñados en la cubierta, a sus padres, esposas, hijos o hermanos». 29 de los 384 refugiados llegados a Cartagena volvieron a ver a los suyos y se desplazaron juntos a un hotel de Valencia.

Ya en los autobuses rumbo al Mar Menor, muchos rostros no mostraban ilusión ni esperanza ante la perspectiva de una nueva vida en Murcia. En la zona de conflicto habían dejado a 102 familiares directos que no pudieron ser localizados. La sombra de las ausencias planeó en sus miradas.

Instalados en el camping, algunos de los refugiados bosnios encontraron la fuerza necesaria para recordar su paso por Omarska y Manjaka, dos campos de concentración en los que «nos pegaban todos los días; a mí me rompieron tres costillas a golpes», narró haciendo esfuerzos sobrehumanos Alagic M., de 39 años. La mayor parte de los refugiados que llegaron a la Región hace ya más de veinte años coincidieron en señalar que durante los casi ocho meses que permanecieron presos, «estuvimos maniatados todo el tiempo. Incluso para comer y hacer nuestras necesidades».

Sakib J., uno de los refugiados que llegó al camping Villas Caravaning, se atrevió a recordar y concedió una entrevista al periodista Ricardo Fernández. «He visto cómo los serbios sacaban los ojos a mis amigos», «llegué a pesar 32 kilos y pensé que no saldría vivo de los campos» y «mi mujer se libró de ser violada porque estaba embarazada», fueron algunas de las respuestas de Sakib, un camarero de 27 años que estuvo preso en un campo de exterminio. Pero no todos se atrevieron a hablar abiertamente como hizo Sakib. La mayoría aún tenían miedo a posibles represalias.

Muchos se adelantaban y eran ellos los que preguntaban al periodista. «¿Nos van a ayudar? Estamos contentos de haber llegado porque venimos de sufrir lo indecible. Los bosnios no hemos querido esta guerra. Solo deseábamos vivir en paz y para siempre en Bosnia-Herzegovina. La culpa es de Milosevic, el presidente de Serbia, y Karadzic, dirigente de los serbios bosnios. Ya no será posible recomponer Yugoslavia».

Las historias más terribles las contaron los marineros del buque 'Aragón'. Con ellos sí se sinceraron los refugiados durante la travesía hasta Cartagena. «Esto duele mucho», dijo un marinero emocionado tras dejar en un autobús a dos niños de 6 y 5 años. «Han vivido cosas horribles», relató Enrique García Piedra, un marinero de Carboneras, que añadió que «uno de estos niños presenció cómo le cortaban la cabeza a su padre. Necesitan cariño y olvidar. Aseguran que los serbios tiraron desde un puente a más de veinte niños y que otros fueron quemados con cigarrillos».

El epílogo a aquella jornada lo pusieron sendos discursos que se escucharon por la megafonía del 'Aragón'. El capitán de navío Luis Roca se despidió de los refugiados con un mensaje que leyó en español y serbio-croata, en el que les deseó que «el viento siempre os empuje de espaldas y el sol os caliente de frente». Deseó también que «todos os hagáis viejos en España».

'La Verdad' dedicó ocho páginas a cubrir la llegada a la Región de los refugiados bosnios, además de la portada y la última del periódico. García Martínez escribió en la contraportada un artículo que tituló 'Dragi priatelji bosanci' (Queridos amigos bosnios). «Ayer, en el muelle del Carbón de Cartagena, la autoridad competente y un grupo de periodistas tocamos la guerra con nuestras propias manos», escribió el periodista.

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