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Lorca Planes, en la terraza del Palacio Episcopal. :: NACHO GARCÍA
ESTIO A LA MURCIANA

José Manuel Lorca Planes

GONTZAL DÍEZ

Martes, 30 de agosto 2011, 14:12

Los suelos del Palacio Episcopal tienen más de treinta clases distintas de ladrillo hidráulico. Filigrana de frescor en el silencio. Blanco y dorado en las paredes, sobriedad y elegancia. José Manuel Lorca Planes nació en Espinardo, en octubre del 49. Hospitalario, sonriente; y eso que acaba de llegar de la consulta del médico. «Soy diabético, pura rutina», explica.

-Parece que los obispos están siempre enfadados y no estoy seguro de que se trate de una imagen falsa.

-No estamos enfadados sino preocupados y el rostro, dicen, es el espejo de lo que ocurre en el alma. Pero tengo más razones para la alegría y la esperanza que para cualquier otra cosa. La convivencia con los sacerdotes y los ciudadanos es magnífica, el Evangelio me exige vivir en la alegría y en eso no debo fallar.

-El Papa no vino a Caravaca y la Santa Cena de Salzillo no estuvo a su lado, ¿decepcionado?

-Que haya viajado a Madrid ya es un dato reseñable y positivo. Se decidió variar el trayecto del Vía Crucis y eso es comprensible, aunque algo de sinsabor sí que deja. ¿Gustarme?, pues no me ha gustado, para qué vamos a engañarnos. El Papa tiene una agenda muy apretada y es muy complicado organizarlo. Claro que me gustaría que visitase Caravaca&hellip, quizá en el futuro.

-¿Qué le decepciona?

-Me preocupa la crisis, el fanatismo, cuyo exponente más actual está en lo ocurrido en Noruega&hellip Me cuesta entender que un ser humano mate a otro, me cuesta comprenderlo y me hace sufrir. También me hace sufrir Somalia y la hambruna del Cuerno de África. Me duele Lorca y lo que allí ha ocurrido. La decepción se combate con la solidaridad.

-¿Qué les diría a los dueños de las hipotecas, a los banqueros de los ciudadanos que ha visto cómo sus casas desaparecían con el terremoto?

-A uno le gustaría que las cosas se solucionasen rápidamente, pero uno también sabe que lo normal no es eso. Les pediría paciencia, misericordia y compasión, que sean capaces de favorecer a esa gente y a esas familias que han visto caer sus casas y sus comercios.

-Y a usted que ha tenido de vecinos de plaza al 15M. ¿qué le indigna?

-Al principio no entendía ese movimiento, luego he comprendido que muchas cosas de lo que piden son razonables y las comparten muchísimos ciudadanos; otras no. Los grandes cambios comienzan en ocasiones gracias a pequeños actos y actitudes personales. Estoy expectante y siempre dispuesto a sacar conclusiones.

-¿De qué le gustaría hablar con Rubalcaba?

-Nunca lo he pensado&hellip, tomaríamos un café o una cerveza y ya veríamos por dónde discurre la charla, que supongo distendida y entretenida. No le conozco de nada, aunque se cuele todos los días en mi casa a través de la televisión. Yo no pretendo entrar en política.

-¿Es cierto que los obispos no van a la playa?

-Ayer estuve en la playa, aunque en realidad no me bajé del coche. No me atrae especialmente para bañarme y tomar el sol, quizá porque pienso que podría estar haciendo otra cosa. Es un defecto, lo reconozco. Prefiero pasarme la mañana leyendo.

-El día que usted nació salía Celia Gámez vestida de torera en la galería de fotos de 'ABC'. ¿Qué le parece?

-¡Qué mayor era ya esa señora! No creo que sea ninguna premonición, aunque yo de pequeño quería ser torero.

-¿Torero?

-Cosas de crío, pero jamás he visto un toro de cerca.

-¿Qué recuerda de su Espinardo infantil?

-El olor a pimentón que impregnaba todas las calles y, en verano, el aroma a melocotón cuando los camiones entraban y salían de las fábricas de Altamira y Montesinos. Ese perfume es uno de mis recuerdos más bellos. Era un lugar familiar donde todos nos conocíamos, una vida humanizada y en contacto directo con la naturaleza. A pesar de las limitaciones y la pobreza, porque los recursos eran mínimos, era un lugar feliz, que me ha marcado toda la vida. Recuerdo los días de baño en los brazales y en las acequias.

-¿De ese pasado huertano le queda alguna herencia?

-Cultivo mi pequeño huerto en macetas en la terraza. Tengo cuatro mandarinos, he plantado este año tomates de dos clases, cebollas, pimientos y pepinos.

-¿Sus pepinos no serán sospechosos?

-No, me los comí con gran placer.

-Usted pinta, ¿qué pinta?

-Pinto poco. No tengo demasiado tiempo, pero me relaja mucho; aunque reconozco que mi trabajo no es muy destacable. Juego con el color, la línea y me sirve para mirar con detalle la realidad. Siempre me ha gustado el arte y de estudiante visitaba todas las exposiciones que encontraba a mi paso, en Murcia y en Granada. La Iglesia siempre ha atesorado grandes manifestaciones artísticas que te acercan a lo bello, y cuando te aproximas a la belleza también te acercas a Dios. Siempre he admirado a las personas que saben interpretar la realidad con sus manos. El arte engrandece mi mundo interior y siempre he leído con deleite y me he identificado con las reflexiones de Ortega y Gasset sobre la interpretación del arte en ese libro precioso que es 'La deshumanización del arte'; y también 'Cartas a un joven poeta', de Rainer María Rilke.

-Ya, ¿pero qué pinta?

-Iconos bizantinos, la técnica del yeso y el pan de oro&hellip, aunque no soy fiel a las leyes de ese arte porque empleo óleos en vez de ceras y yema de huevo. También algún paisaje. algún pueblo&hellip

-Este otoño tendrá de vecino a Caravaggio en la sala de Cajamurcia, ¡qué lujo!

-Sí. Iré a visitarle. Los clásicos son siempre admirables y más el misterio de la luz sobre lo humano de Caravaggio.

-¿Cuál es su color favorito?

-Azul oscuro y toda la gama de los azules.

-¿Qué quería ser de pequeño, además de torero?

-Recuerdo lo que no quería ser. No me gustaba en absoluto, no me hacía ni chispa de gracia dedicarme a conducir uno de aquellos 'rulos', una apisonadora de esas que arreglan las carreteras; quizá porque eran lentísimas, aunque reconozco que es un trabajo muy digno.

-¿Cuál es el lugar más lejano al que ha viajado?

-Mozambique, estuve con motivo de la ordenación episcopal de monseñor Lerma y me gustó muchísimo la celebración y volví impresionado por la realidad de aquella gente y aquel país, tan hermoso y necesitado.

-¿Qué le regalaría a Soraya Sainz de Santamaría por su cumpleaños?

-Soy un desastre regalando cosas a las mujeres, incluso a mi madre cuando vivía. Nunca se me ocurre nada original. Lo más socorrido es una colonia pero es lo último que hay que regalar si no sabes qué colonia le gusta. Un pañuelo o un fular.

-'El género humano no puede soportar demasiada realidad', dijo T.S. Eliot.

-Sí podemos, aunque el espesor de la realidad sea muy intenso. Podemos sentir la tierra temblando bajo nuestros pies y seguir adelante y afrontar eso que es tan difícil: el día a día. Los grandes héroes siempre son anónimos. Los que viven y trabajan en silencio y cuidan a sus mayores o viven dramas tremendos&hellip, si ellos pueden ¿por qué yo no?

-El 19% de los europeos justifica en ocasiones la violencia de género. ¿Qué me dice?

-Cero por ciento. La violencia no es nunca justificable porque no es humana. La violencia contra un solo ser humano ya es muy preocupante. Todo lo que hagamos por la educación de nuestros menores en Primaria y Secundaria, todo el gasto en enseñar respeto al otro, está más que justificado.

-¿Qué le da miedo?

-Nada.

-Su refugio físico&hellip

-Mi despacho. Me gusta, aunque los obispos no vayamos a la playa, mirar el mar. No soy muy montañero, pero la naturaleza transmite paz. El silencio es un buen refugio.

-¿Qué es lo más duro de su profesión?

-Cuando parece que te quieren quitar el derecho a la ciudadanía, eso me duele en el interior, me hiere. Comprendo y respeto que haya personas que no vivan la fe, de la misma forma que exijo respeto a quienes creen en la trascendencia.

-¿A qué no hay que renunciar nunca, pase lo que pase?

-La vida es una cuestión de decisiones y decidir implica renunciar. Y mi vida está encaminada hacia el bello rostro de Dios que no es escapar de lo cercano sino tomar más conciencia de la realidad. Yo creo en la salvación que ofrece Jesucristo y eso exige constancia y renunciar a otros posibles caminos.

-¿Qué le divierte?

-Tengo bastante buen sentido del humor y me divierte el quiebro de un chiste, el ingenio&hellip Siempre me han gustado los dibujos animados. También me entretienen las películas de acción tipo 'Speed', esa en la que tienen que ir en un autobús siempre a la misma velocidad y sin parar porque han puesto una bomba y los protagonistas hacen de todo para que no estalle.

-¿Conoce a Bob Esponja?

-No, yo soy más de Tom y Jerry. También me gustó 'Aladdin', de Disney, que tiene mucho sentido del humor.

-De la Biblia siempre me ha caído bien Jonás, quizá porque se lo tragó una ballena, ¿a usted quién le seduce más?

-San Pablo, un hombre intrépido, con gran coraje y fortaleza; un hombre sin descanso. Vivió a su estilo la fe y su experiencia con Dios cambió su manera de estar en el mundo, Cuando se despide de los presbíteros y obispos en Éfeso les dice: 'Ahora me toca ir a Jerusalén, no sé lo que me espera allí, lo único que sé que es que el espíritu siempre me ha asegurado cadenas y tribulaciones, pero prefiero ser esclavo del espíritu a serlo de mis enemigos'. Es un momento dramático y hermoso.

-Hablando de San Pablo, ¿es usted buen jinete?

-Poco he montado en caballo. Una vez en una excursión a Petra y porque me llevaban las riendas.

-¿Qué le hace llorar?

-Lágrimas secas, no sé llorar a lágrima tendida. La muerte de mi madre, por supuesto. El dolor en la cara de las gentes de Lorca me ha hecho llorar, una criatura enferma. Estuve hace unos meses en La Arrixaca junto a una niña de unos pocos meses que agonizaba&hellip, aquella respiración menuda y dolorosa, no pude contenerme.

-¿Qué le deja atónito?

-Muchas cosas. Los emigrantes que viajan en pateras con riesgo de su propia vida, la cantidad de gente que anda desorientada por la vida, la gente que se deja llevar por la droga porque quizá no ha podido descubrir, quizá porque no ha recibido ayuda, que hay otro camino; la cerrazón del corazón de algunos hombres.

-¿Sabe quién es Belén Esteban?

-¡Qué remedio! Pero los programas de vidas ajenas no me gustan nada de nada y no los veo por convicción. Veo solo el telediario mientras como y poco más.

-Y del fútbol, eso que al parecer le entusiasma a todo el mundo, ¿qué me dice?

-Me gusta el fútbol, naturalmente, y el ciclismo. Desgraciadamente los partidos no los veo todos y no siempre enteros, pero me gusta.

-¿Cristiano o Messi?

-Yo soy del Madrid, qué voy a decir. Ronaldo tiene unas cualidades espléndidas.

-¿No será porque además se llama Cristiano?

-Eso es anecdótico.

-¿Real Murcia o Efesé?

-Me gustaría que los dos estuviesen en Primera y me emocioné la temporada que el Cartagena estuvo a punto de conseguirlo. Esta temporada vamos a subir los dos.

-¡Dios le oiga!

-Tampoco es eso.

-¿Yecla o Jumilla?

-Siempre vinos de la tierra, y Bullas también; depende de cada plato y cada momento.

-¿Es de buen comer?

-Sé distinguir lo bueno y en la gastronomía también hay arte, pero disfruto más de un buen y tradicional arroz con habichuelas. Soy diabético y hay que cuidarse.

-¿Cocina?

-Si estoy solo no me quedo con hambre. Platos muy elaborados no, pero sí un buen gazpacho, una tortilla o una dorada a la sal en el microondas.

-¿Usted sigue haciendo vigilia?

-Sí, al menos lo procuro.

-¿Qué es la humildad, eso tan escaso que en ocasiones olvidamos su existencia?

-Un don, una virtud que todos deberíamos potenciar. Yo, al menos, lo pretendo.

-¿Quién le ha dado el mejor consejo?

-Muchas veces los consejos son silenciosos, son ejemplos y testimonios de vida. Un sacerdote que ha sido un modelo y al que prefiero dejar en el anonimato.

-Lo del camello y el ojo de la aguja, ¿sigue vigente?

-Que yo sepa sí, no lo han cambiado.

-Y de la Ucam...

-Cuando vine todo estaba en calma y en calma continua. Es un bien para la Región y es bueno que existan tres universidades. Yo quiero lo mejor para esta tierra. Somos un punto de referencia, incluso para otros países. Ya hay una extensión en Cuba, el gobierno italiano ha solicitado otra y también se abrirán en Alemania, Brasil y Perú.

-¿Cree que hay que enseñar el Corán en las escuelas públicas que lo soliciten?

-Si hay chicos islámicos sí. Siempre que su fe les ayude a ser buenos ciudadanos.

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