El dinero de Homer
Sam Simon, uno de los creadores de 'Los Simpson', sufre un cáncer terminal y está donando la mayor parte de su fortuna de 80 millones a la defensa de los derechos de los animales
CARLOS BENITO
Jueves, 20 de noviembre 2014, 11:36
Hace muchos años que a Sam Simon le sobra el dinero. El guionista y director estadounidense fue una de las tres personas que, en 1987, crearon 'Los Simpson', pero decidió abandonar el equipo tras la cuarta temporada de la serie. Su relación con Matt Groening, el 'padre' de Homer, Bart, Lisa y compañía, había ido empeorando hasta volverse insostenible: Groening se ha referido en alguna ocasión a su antiguo colaborador como «brillantemente divertido» pero «mentalmente desequilibrado». De modo que Simon se marchó, sí, pero siguió figurando como director ejecutivo del 'show', y eso significa que cada año ingresa «decenas de millones» de dólares. «Cuando estaba allí me sentía mal pagado. Pensaba que no me daban suficiente crédito por lo que había hecho. Ahora sucede exactamente lo contrario: obtengo demasiado reconocimiento y el dinero es ridículo», admite.
Como resultado de tanta abundancia, Simon es desde hace tiempo un campeón de la filantropía, una especie de atento intermediario que destina parte de su excedente económico a las causas que más le interesan. En 2002 creó la fundación que lleva su nombre, dedicada a rescatar perros condenados al sacrificio y adiestrarlos para que acompañen a discapacitados y a militares con estrés postraumático. También mantiene un comedor vegano que alimenta todos los días a cuatrocientas familias de Los Ángeles. Y se ha permitido caprichos como sufragar vallas publicitarias que promueven el ateísmo, otra de las causas que siempre ha defendido.
Pero, desde 2012, esa generosidad de Sam Simon se ha multiplicado. Ese fue el año en el que un médico, tras someterle a pruebas para aclarar la causa de un persistente malestar físico, le soltó una frase que parece sacada de uno de sus guiones más negros: «¡Estos son los escáneres de un muerto!», resumió el buen doctor. Le diagnosticaron cáncer de colon en estado terminal y le concedieron entre tres y seis meses de vida. Simon, sin hijos ni familia que sostener, se dio cuenta de que tenía que apurarse si quería canalizar todos sus ahorros hacia los fines que le motivan: la estimación de su fortuna se suele redondear en cien millones de dólares, unos ochenta millones de euros, pero algunos amigos han dejado ver que la cifra real es bastante superior.
Tal vez haya que puntualizar que Sam Simon nunca ha sido un tipo convencional, ni tampoco ha llevado una vida muy corriente. Creció en Beverly Hills, hijo de una galerista de arte y un fabricante de ropa barata, y de niño trató con Andy Warhol y con vecinos del barrio como Elvis Presley o Groucho Marx. Se licenció en psicología, pero lo que aparece en su currículo, junto a las tareas televisivas, son profesiones tan vistosas como mánager de boxeo o jugador profesional de póker. Ha estado casado en dos ocasiones: primero, con la actriz Jennifer Tilly -otra jugadora de cartas al más alto nivel- y después, con la rubísima Jami Ferrell, 'playmate' de junio de 1997, aunque este segundo matrimonio solo duró tres semanas.
Las aportaciones económicas de Sam Simon -que tendrán continuidad tras su muerte, mediante unos administradores que ya ha designado- tienen como principales destinatarias a tres organizaciones, aparte de su propia fundación. Se ha convertido en el mayor donante individual con el que cuenta Save The Children. Es cómplice y amigo de la fundadora y presidenta de PETA, Ingrid Newkirk, a la que apoya en todas sus iniciativas. Y da también mucho dinero a Sea Shepherd, una ONG conservacionista a la que regaló un antiguo ballenero japonés valorado en millones de dólares. Según ha reconocido, el activismo en defensa de los animales le proporciona una satisfacción muy particular: «Se ven los resultados. Ocurren cosas, cosas realmente buenas, todas las semanas», ha declarado al 'Hollywood Reporter'.
Lo mejor para ligar
Quizá por ese empeño en contemplar los efectos prácticos de sus acciones, Simon también se ha consagrado a liberar ejemplares exhibidos en zoos de carretera, pobres animales que han estado siempre en jaulas miserables o fosos de hormigón: osos, chimpancés, elefantes, chinchillas... «Gran parte de esta actividad es, en realidad, egoísta: así puedo ver cómo dan sus primeros pasos sobre la hierba», ha explicado esta misma semana en una entrevista con la NBC.
La aparición televisiva también le ha servido para reflexionar sobre el cáncer con un tono inesperado: «Es una enfermedad horrible. Es un viaje. Es una lucha. Pero, si quieres publicidad o ligarte a chicas, es lo mejor del mundo. Ha sido una pelea, una aventura, una educación. La experiencia más asombrosa de mi vida: de alguna manera, he acabado rodeado de gente que me quiere y me cuida». El pasado mes de junio, Sam Simon celebró su 59 cumpleaños -mucho más allá del plazo que le marcaron los médicos- y puso la guinda a la fiesta con una rotunda confesión: «Este último año ha sido el más feliz de mi vida».