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Ignacio Martínez, abogado del Defensor del Paciente.
Indemnizarán con 900.000 euros a una mujer a la que no le detectaron un ictus

Indemnizarán con 900.000 euros a una mujer a la que no le detectaron un ictus

Los médicos tardaron más de una semana en darse cuenta de los síntomas, y el protocolo establecido por Sanidad no se activó

Javier Pérez Parra

Domingo, 20 de diciembre 2015, 00:31

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Todo empezó con un dolor en el primer metacarpio de la mano derecha, el 23 de junio de 2012, al que no le dio importancia. Dos días después, mientras trabajaba en su puesto de auxiliar administrativa, notó que se le acorchaban los dedos y que la sensación le subía por el brazo. Consultó con su médico de familia, que le mandó ansiolíticos y analgésicos. Pero lejos de desaparecer, los síntomas fueron a más. El 30 de junio acudió con su marido a Urgencias de La Arrixaca, porque la pérdida de sensiblidad se había extendido por la parte derecha del cuerpo, incluyendo el tronco y la cara.

La médico que la atendió debería haber activado entonces el Código Ictus, porque las señales eran evidentes. Pero no lo hizo. Ni siquiera avisó al neurólogo de guardia, y la mandó a casa con diagnóstico de cervicalgia. A sus 52 años, E. I. G. (la paciente prefiere mantener su intimidad) estaba sufriendo lo que se conoce como ictus progresivo. No se produce de forma repentina, sino que van apareciendo síntomas que alertan del trombo. En este caso, los médicos tardaron más de una semana en darse cuenta de lo que estaba pasando. Tras salir de Urgencias, el 30 de junio, la paciente siguió preocupada, viendo cómo las molestias continuaban y aumentaban. «El 4 de julio estábamos haciendo la compra y a mi mujer se le cayó la bolsa de la mano. No podía sostenerla. La médico de familia nos dijo que nos fuésemos corriendo a La Arrixaca y que cuando llegásemos a Urgencias avisásemos de que se trataba de un código ictus», relata el marido de E. I. G.

Así lo hicieron, pero «fue ingresada sin haber sido vista por un neurólogo, con un diagnóstico erróneo de enfermedad desmielinizante», denuncia Ignacio Martínez, abogado de la Asociación Defensor del Paciente, que ha llevado el caso. El 6 de julio, por la mañana, se le diagnosticó por fin el ictus gracias a una resonancia magnética. Pero no por elló se la empezó a tratar de inmediato. «No consta la instauración de tratamiento alguno hasta que sobre las cuatro de la tarde la paciente sufre un deterioro brusco de la situación neurológica, con disminución del nivel de consciencia, afasia global y hemiplejía derecha completa», explica la Audiencia Provincial Civil de Madrid en una sentencia que acaba de dar la razón a la familia, condenando al Servicio Murciano de Salud (SMS) a indemnizar a la paciente y a su marido, a través de su aseguradora, con 900.000 euros (la Audiencia de Madrid es el órgano competente porque Berkley, la aseguradora del SMS, contra quien va dirigida la querella, tiene sede en la capital de España).

Un juzgado de instrucción había rechazado la reclamación por negligencia, pero la Audiencia ha estimado íntegramente la apelación que presentó la Asociación Defensor del Paciente. La sentencia no es firme y puede ser recurrida por la aseguradora.

La Audiencia señala que el primer diagnóstico, cuando la paciente acudió a Urgencias de La Arrixaca, fue «imprudente» e incumplió el protocolo de atención al ictus establecido por la Consejería de Sanidad. «Los daños se pudieron haber evitado con una correcta praxis. La paciente sufrió un ictus progresivo con evidentes síntomas que debía haber sido diagnosticado desde el principio mediante neurólogo, implantando precozmente el tratamiento que se establece en el propio protocolo del Servicio Murciano de Salud, con trombolíticos, heparina o antiagreantes y trombectomía», recuerda el abogado Ignacio Martínez.

«Tiene unos dolores terribles»

Los médicos pudieron salvarle la vida, pero los días en el hospital fueron un infierno. «Mientras mi mujer permanecía ingresada, a mi hijo mayor, que tiene espina bífida, lo metieron en la UCI por una complicación», recuerda el marido de E. I. G. «No sé como pude superarlo», confiesa. A su mujer le quedaron numerosas secuelas. «Estuvo dos meses sin poder hablar, haciendo rehabilitación con una logopeda». Sigue sin recobrar la sensibilidad en tres dedos de la mano derecha y en la mitad de la cara. «Ahora tiene unos dolores terribles, desde el lado derecho de la cabeza hacia el cuello y el brazo. Psicológicamente está muy mal, no se acuerda de las cosas y no hace más que llorar», cuenta su marido.

Los jueces les han dado por fin la razón. Un consuelo para la sensación de impotencia que les acompaña desde el verano de 2012.

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