Borrar
Ramón Luis Valcárcel, gesticulando ayer, durante su comparecencia en la sede del PP regional.
Valcárcel avisa al juez: «Sé por qué lo hace, y él también»

Valcárcel avisa al juez: «Sé por qué lo hace, y él también»

Niega que su hija mayor sea su testaferro, rechaza conocer los negocios de su cuñado y afirma que jamás dio indicaciones a sus consejeros sobre el proyecto urbanístico

Ricardo Fernández

Jueves, 5 de marzo 2015, 01:20

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Valcárcel volvió a mostrarse ayer como el Valcárcel de 'esos' momentos que le conocen todos los murcianos -altivo, firme, retador, soberbio, desafiante, irónico, emotivo, casi colérico en algunos instantes y hasta amenazante; un dios tronante-, pero a la vez ofreció un perfil hasta ahora desconocido, inédito en las dos décadas largas que lleva en la primera línea de la política regional: el de preimputado, encausado o sospechoso en un procedimiento judicial.

Que algo ha cambiado en ese aspecto en el expresidente del Gobierno regional y actual vicepresidente del Parlamento Europeo quedó de manifiesto en el primer minuto de su comparecencia, ayer, en la sede del PP murciano, ante una veintena larga de periodistas. Bastó para ello con que se colocara unas gafas de vista sobre el puente de la nariz, entornara un ápice los ojos e hiciera saber que, quizás por vez primera a lo largo de su prolongada vida pública, se iba a ceñir estrictamente al contenido de los folios que empuñaba «por una cuestión de elemental prudencia». Quería evitar -no solo él, sino muy especialmente los juristas que le asesoran y cuya mano, estilo y conocimientos legales se traslucían en cada una de las líneas que llevaba redactadas- que se dejara llevar por un arrebato y acabara teniendo que lamentarlo.

Tan patente resultaba la intervención de un letrado en el escrito que, una vez despojado éste de las coletillas más emotivas, bien podrá servir de base argumental si el expresidente se ve algún día obligado a comparecer ante un magistrado en calidad de imputado.

Comenzó su intervención marcando con mano firme su línea de defensa, pues aseguró que «nada tengo que ocultar ni de qué arrepentirme», y advirtió de que «no habrá más comparecencias de esta naturaleza mientras no exista una resolución firme, pues la existencia de un procedimiento judicial obliga a demostrar respeto y a dar las explicaciones en los juzgados».

Entrando en materia legal

Rebatió todos los hechos que el magistrado le atribuye

Inmediatamente después entró en materia legal, arremetiendo con dureza contra el magistrado instructor del 'caso Novo Carthago' de presunta corrupción, Manuel Abadía, quien el martes lo metió en el procedimiento e imputó a tres familiares directos: su hija mayor, Rosario; el esposo de ésta, Fulgencio Perán, y su cuñado, Juan Francisco Cruz Alfaro, hermano de su esposa Charo.

Calificó de «falsos» los argumentos legales del juez -«no se me ocurre otro término para definirlos», pareció excusarse-, razonó que ello solo puede llevar a Abadía a «conclusiones falsas» y expresó su «malestar por las suposiciones que realiza el instructor sin la más mínima prueba documental». Valcárcel fue más allá al calificar los razonamientos del magistrado de «relato absolutamente novelado que no tiene encaje en el Derecho Penal».

Una frase, esta ultima, muy del estilo de los abogados penalistas y que vendría a demostrar que la intervención de Valcárcel llegaba pulida por expertos en materia legal.

Pasó seguidamente a abordar el asunto más «doloroso» para su familia, que no es otro que el hecho de que el juez atribuya a su hija mayor la condición de testaferro. Aseguró sentir «perplejidad, asombro y rechazo» ante tal aseveración del magistrado, «quien sin operación lógica o intelectual previa concluye que los ingresos dinerarios en que se materializaron los regalos a mi hija, con motivo de su boda, tuvieran como destinatario a mi persona».

Señaló a ese respecto que todos esos ingresos se destinaron a sufragar los gastos del enlace, «mediante transferencia y contra factura», y advirtió de que colocar a su hija en la posición de testaferros significa «que el recíproco respeto que el sistema judicial debe a las garantías procesales y legales de un ciudadano se ha quebrado gravemente en este supuesto». Otra consideración, por cierto, muy propia de juristas.

Lo que no aclaró, coincidiendo en ello con su yerno, Fulgencio Perán, y con el promotor Rafael Galea, fue qué regalo le hizo éste a su hija mayor con motivo de la boda. Valcárcel se mostró indignado por haber sido preguntado por esa circunstancia, a pesar de que el juez está empeñado en averiguarlo.

Por lo que se refiere al hecho de que su hija estuviera contratada en un despacho legal de Sevilla, del que el promotor de Hansa Urbana, Rafael Galea, era el principal cliente, Valcárcel manifestó que su primogénita llegó a ese gabinete por la intervención «de una tía suya», que vive en la ciudad hispalense.

Explicó que Rosario estuvo 16 meses trabajando en ese despacho, que percibió un salario «muy normal» de 2.000 euros y que el dinero fue destinado a sufragar su estancia en esa ciudad, incluyendo el pago de un alquiler. «Niego haber mediado para su contratación», manifestó.

«Conjeturas subjetivas»

Afirma ignorar los negocios inmobiliarios de su cuñado

«Ignoro qué compras realizó Faromur Promociones, qué ventas, a qué precio», argumentó respecto del hecho de que su cuñado Juan Francisco Cruz fuera socio de una promotora a la que Hansa Urbana vendió en 2004 y 2005 -en plena tramitación del proyecto Novo Carthago- unos terrenos en Torreguil «a un precio anormalmente bajo». Tras insistir en que no tenía ni idea de los negocios inmobiliarios del hermano de su esposa, Valcárcel volvió a criticar al juez por sus «conjeturas absolutamente subjetivas», que le llevaron «a apuntar a mi persona como beneficiario de las operaciones de esa mercantil».

Por último, dentro de la estrategia de rebatir todos y cada uno de los supuestos indicios delictivos existentes contra su persona, el político del PP rechazó ser uno de los «jefes de la trama que -como le atribuye el juez- posibilitó la recalificación ilegal de Novo Carthago».

Valcárcel sostuvo que eso eran, «una vez más, meras conjeturas carentes de prueba alguna», y rechazó haber realizado cualquier sugerencia, indicación o presión a sus consejeros, altos cargos o funcionarios. Incluso negó haber convocado una reunión en el palacio de San Esteban con el ya exconsejero Antonio Cerdá, los técnicos que debían informar sobre el proyecto urbanístico y un representante legal de Hansa Urbana.

Y se mostró «plenamente convencido de la ortodoxia de todos los procedimientos administrativos» sobre esa urbanización. «No existe un solo metro cuadrado que esté recalificado dentro del espacio protegido», manifestó en último lugar, aunque lógicamente evitó recordar que fue la entrada en escena de la Unión Europea, amenazando con sanciones, la que frenó los planes del Gobierno regional en esa línea.

El juez ya está casi desactivado

Es «malvado» pensar que eso buscaba la dimisión de Cerdá

El Boletín Oficial de la Región de Murcia (BORM) publicó ayer la salida del Gobierno regional de Antonio Cerdá, que pierde así su condición de aforado. Una circunstancia que previsiblemente obligará al magistrado Manuel Abadía a dejar la investigación judicial, y a remitirla al Juzgado de Instrucción número 2 de Murcia. Ayer, de hecho, el instructor ya pidió al fiscal que informe acerca de qué órgano es competente para seguir tramitando las actuaciones.

Pese a las evidencias, Valcárcel aseguró que mantener que con la dimisión de Cerdá se buscaba desactivar al magistrado es «una maldad». Y, además de calificarse a sí mismo como «un hombre de honor», aseguró haber venido a Murcia «desde Bruselas para lavar el honor de este partido, del PP, que es mi otra familia. Lo demás son especulaciones, y en ocasiones producto de la maldad».

Una amenaza en el aire

«Yo sé por qué es todo esto, y también lo sabe el instructor»

El expresidente murciano se negó a especular con la posibilidad de tener que dimitir como eurodiputado si llega a verse imputado; dejó prácticamente descartado que vaya a prestar declaración, como le ofrece el juez, y acabó lanzando al aire una advertencia. «¿Por qué todo esto?», se preguntó a sí mismo. «Yo sé perfectamente la respuesta, la conozco, e intuyo que también la sabe el juez. Pero solo se sabrá en el momento oportuno. Hay que ser prudentes».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios